La Constitución de 1854 y la crisis de México
Itinerario político
Sin duda resulta positivo para la democracia mexicana que “levanten la mano” el mayor número posible de precandidatos presidenciales rumbo a la contienda del 2024.
Y es que entre más variada y numerosa sea la lista de “suspirantes” –políticos, empresarios o mexicanos de la sociedad civil–, mayores serán las posibilidades de que los votantes deliberen, confronten y de esa manera acierten en la selección del candidato mejor y más capacitado para echar del poder al sátrapa de Palacio.
Por eso debiera ser bien recibida la auto-postulación de Gustavo de Hoyos Walter, empresario, ex dirigente de Coparmex y promotor de potentes agrupaciones civiles como “Va Por México”.
Lo cierto, sin embargo, es que la precandidatura de De Hoyos es una propuesta que se suma a una cada vez más larga lista de “suspirantes” pero que intenta aparecer más emparentada con las aspiraciones presidencial del mítico Manuel J. Clouthier, quien hace más de tres décadas se lanzó a la política luego de la desastrosa experiencia populista de López Portillo.
Y es que igual que “Maquío”, hoy De Hoyos Walter saltó del empresariado y de la dirigencia de Coparmex, para postularse como aspirante presidencial capaz de acabar con el populismo dictatorial de otro López, el intolerante Obrador, cuya única virtud ha sido unificar a todos o casi todos los sectores sociales, pero en su contra.
Lo que pocos han visto es que existen más diferencias que coincidencias entre Manuel J. Clouthier y Gustavo de Hoyos; líderes empresariales que con una diferencia de poco más de 25 años se han dado a la tarea de buscar la presidencia de la República.
¿Y cuales son algunas de esas diferencias?
1.- Como seguramente muchos recuerdan, “Maquío” Clouthier apostó por la ruta partidista, por la militancia en el PAN, a pesar de que siempre reivindicó su pertenencia a la sociedad civil.
Es decir, entendió que era primordial privilegiar la reconciliación entre la política, la sociedad y el poder.
Por eso, en la presidencial del también mítico 1988 “Maquío” consiguió la nominación presidencial por el PAN –con las propias reglas del partido–, al tiempo que en la elección constitucional debió enfrentar a dos potencias electorales de entonces; al emergente Cárdenas, por un lado y las elecciones de Estado, por el otro, con Carlos Salinas.
Aún así, y a pesar de la derrota electoral en 1988, el legado de Clouthier se vio recompensado con la llegada de otro empresario al poder, en el año 2000: Vicente Fox.
Hoy, en cambio, a través de un mensaje más populista que de convocatoria democrática, Gustavo de Hoyos repudia a los políticos profesionales, de quienes dice “estar hasta la madre”.
Peor aún, en su primer pronunciamiento rechaza la más mínima posibilidad de una reconciliación entre la política, los políticos, los ciudadanos y el poder; premisa que es el verdadero motor de una candidatura ciudadana.
En realidad, De Hoyos Walter propone la concepción populista de la pureza social, frente a eso que algunos llaman “la podredumbre” de la política.
Lo cierto es que se trata del mismo discurso del “pueblo bueno” del que habla López Obrador y en el que apoya su discurso populachero y populista.
2.- Otra diferencia sustancial es que “Maquío” apostó por la efectiva “resistencia civil activa y pacífica”, la misma que convirtió a Gandhi y a Luther King en míticas figuras contra la opresión y la tiranía; mientras que Gustavo de Hoyos apuesta no sólo por las soluciones de fuerza sino extremas; incluso radicales, como la pena de muerte.
Es decir, otra “tara ideológica” que aproxima aún más al empresario con el candidato López Obrador y que lo aleja de Clouthier.
3.- Pero acaso la mayor de las diferencias entre los empresarios y líderes patronales, Clouthier y De Hoyos, es que el sinaloense siempre apostó por la cultura democracia como la mejor ruta para derrotar al viejo PRI y al populismo en el poder, mientras Gustavo de Hoyos parece empeñado en la misma cultura voluntarista del “lopezobradorismo”.
Es decir, arrancó su precampaña arrojando a los hambrientos ciudadanos las más descabelladas propuestas de solución –la misma fórmula “engañabobos” de AMLO–, a los problemas existentes, como si fueran posibles las soluciones mágicas.
Lo cierto es que Gustavo de Hoyos Walter sólo consiguió aparecer como el “norteño bronco” y “disparatado” que aspira a reditar a otro clásico del poder y la política, de triste memoria para muchos mexicanos.
Al tiempo.