Respuesta a la violencia e inseguridad
Junto a la glorificación del pasado indígena como motivador ideológico del triunfo del movimiento de 1910 y la llamada época del cine de oro mexicano, se forjó un estereotipo del indígena vivo en que la forma de expresarse en castellano, la vestimenta en su mayoría hechiza y tergiversada para llamar la atención, “las costumbres” reinterpretadas para un público que le atrae lo “exótico” y el mito del “bon savage”, las caracterizaciones del indígena puro y primitivo junto al ladino y los malos de la clase perdedora como los hacendados, así como un pasado glorioso desfasado de los miembros de los Pueblos y Comunidades actuales, fueron los elementos que hasta la fecha perviven y ahora mismo son utilizados por personajes individualizados en favor de sus intereses personales o de grupo que acrecientan el rechazo, el racismo y el clasismo de una sociedad general que a pesar de más de 500 años de la dominación castellana sigue profesando. Por aquello que finalmente “todos son apaches” podemos ver en no pocos filmes que como muestra valga mencionar uno titulado “Tierra de Pasiones” en que en un supuesto Istmo de Tehuantepec Oaxaqueño, con escenografías de montes escarpados, haciendas del centro del País, sombreros de todo tipo y una que otra interpretación del emblemático Charro 24 zapoteco, alcanza su paroxismo al presentar múltiples escenas en donde las mujeres que presentan como “tehuanas” usan el bidani roo, huipil de cabeza, lo mismo para comer, que para caminar por el hechizo pueblo Zaee’, echarse una cana al aire cuando este se utiliza en la realidad generalmente para ceremonias y momentos muy importantes del calendario religioso tradicional.
En esa tesitura ahora mismo vemos impugnaciones, rechazos y cancelación de registros de candidatas y cadidatos que en pleno cinismo e impunidad presentan constancias de ser parte de un Pueblo y de una comunidad originarias para tratar de ingresar a uno de los puestos eufemísticamente llamados de representación popular cuando son ampliamente conocidos por medrar una y otra vez con esos espacios y llegando a la insensatez que con apellidos de segunda generación de extranjeros venidos a México ocupan una curul que pareciera ahora en este momento está siendo más difícil sobre todo por la movilización y presentación e impugnaciones de quienes se sienten agraviados por tales delitos. Otra disposición jurídica laxa y sin candados suficientes para que los mismos de siempre y la clase privilegiada usurpa y expolie una vez más a los miembros de los Pueblos y Comunidades Originarias quedando en todo caso como anécdota o chiste que normaliza la forma de trato y relación que la sociedad mestiza ha empoderado por cientos de años para los vencidos de tal manera que es ya algo cotidiano sin mayores consecuencias al menos para los beneficiarios de esta forma de clasismo y discriminación vigentes aún hoy día que pinta de cuerpo entero a los suspirantes a una candidatura y a los impresentables dirigentes de lo que queda de los partidos políticos con registro como meros instrumentos de acceso a estas posiciones.
Como si algo faltara a este ignominioso panorama de una sociedad dominante en su mayoría adversa a los pobladores originarios lo mismo en las leyes que en la coexistencia social, la economía, la cultura y el acceso a una vida digna y justa, se han ido consolidando posiciones individuales de personas originarias de los Pueblos y Comunidades que un proceso de ladinización impulsado por el sistema dominante y operado a través de las agencias que aplican las políticas indigenistas que en el concepto de la antropología aplicada del “self rule” prohíjan a agentes adoctrinados en el individualismo y sobre todo en la explotación y uso personal de una supuesta identidad originaria para tergiversar a modo de los intereses de las clases dominantes, la reproducción del estatus quo al infinito y la manipulación de sus propios hermanos con la práctica torcida de las tradiciones, usos y costumbres hoy llamados pomposamente sistemas normativos internos, que además de usarlos para fines distintos a los de la comunalidad, avivan y potencian los conceptos discriminatorios e intolerantes que se tiene para estos Pueblos y Comunidades. Uno de estos singulares personajes que ocupa hoy una posición que debería ser de gran envergadura da la nota para documentar nuestro pesimismo que agrega a su escándalo reciente de infringir las reglas vigentes para acceder a un sitio arqueológico relevante de Oaxaca, una escenografía que llamó ceremonia para Tláloc en el esquema ¡que le maten pollo! y que trata de justificar argumentando ser indígena y por lo tanto protegido de su interpretación del insuficiente hasta hora marco jurídico vigente que tutela los derechos de estos Pueblos y Comunidades: Cumple fielmente el papel de esquirol y títere como otros tantos.
Gerardo Garfias Ruiz