La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 15 de febrero de 2019.- El tema lo hemos tratado aquí en repetidas ocasiones.
Y es que para nadie es un secreto que Pemex, la principal empresa del Estado mexicano, no sólo es “el objeto del deseo” del nuevo presidente sino que a lo largo de su “lucha social” ha sido “la caja chica” de AMLO.
Por eso, vale recordar que Obrador alcanzó los titulares de la prensa nacional gracias a una espectacular “toma de pozos petroleros” en Tabasco –a principio de los años 90–, de la que obtuvo jugosas ganancias económicas.
Luego, en 1992, Obrador llevó a cabo un plantón en el Zócalo capitalino para exigir el pago de daños ecológicos por derrames de la paraestatal en Tabasco.
En esa ocasión el gobierno de Salinas, a través de Manuel Camacho, entregó 9 mil millones de pesos a Obrador; dinero que salieron de Pemex.
Si dudan, el Diario de los Debates del Congreso –sesión de la Comisión Permanente del 11 de febrero de 2004–, da cuenta de la confesión de Manuel Camacho, entonces diputado del PRD, quien reconoce que Pemex le pagó millones de pesos a Obrador para levantar el plantón
El “mexicanologo” George Grayson confirma el saqueo en su libro “Mesías Mexicano” –pág. 91 y 92–, en donde ofrece testimonios de quienes recibieron el dinero de Pemex “para hacer política”. Curiosamente, desde entonces el encargado de “la caja chica” de Obrador era Octavio Romero, hoy director de Pemex.
Pero hay más, el agrónomo Romero fue Oficial Mayor de AMLO –de 2000 a 2005–, y operó el saqueo a la nómina de trabajadores del GDF a los que descontaron 10% de su salario “para hacer política”; todo un robo.
Pero la joya de la quiebra de Pemex la exhibimos aquí el 28 de mayo de 2007, en el Itinerario Político titulado: “¡Que se hunda Pemex!”.
Así lo dijimos: “A las seis de la tarde de cada lunes, en la que fue “casa de campaña” de AMLO, se reúnen en torno al líder una veintena de políticos; los jefes del FAP, senadores y diputados federales del PRD, encargados del “gobierno legítimo” y los infaltables Manuel Camacho y Porfirio Muñoz Ledo.
“Uno de esos lunes, de hace no más de un mes (era mayo de 2007, el primer año del gobierno de Calderón) llegó a la mesa el tema de la crisis de Pemex. Uno de los senadores asistentes explicó el trabajo legislativo que, sobre la materia realiza el PRD, cuando López Obrador intervino y propuso cancelar la reunión.
“Apenas cerró la puerta del despacho cuando López Obrador estalló furioso: “¡Qué les pasa… trabajan para el espurio o para el movimiento”?. Los senadores le habían explicado que estaba terminada una propuesta de reforma para fortalecer las finanzas de Pemex, para reorganizar su estructura, su relación con el sindicato y su papel en el mundo. Y, lo más importante, para salvar a la paraestatal de la quiebra. Pero lo más importante es que en el proyecto estaba de acuerdo el PRI y que la reforma incluía una buena parte de las propuestas de campaña de AMLO.
“¡No, no… no se metan con Pemex, ese es mi tema! A Pemex lo vamos a arreglar cuando lleguemos a la Presidencia”, estalló agitado López Obrador.
“Pero en el otro extremo no todos se quedaron callados. Los senadores Carlos Navarrete y Graco Ramírez argumentaron sobre la urgencia de rescatar Pemex, la posibilidad de “jalar” al PAN y arrebatarle al gobierno de Calderón “la joya de la corona”, además de romper el binomio PRI-PAN en el Congreso.
“La discusión subió de tono. A gritos, López Obrador insistía: “¡no, no, no, nada que fortalezca al espurio!”, mientras que los senadores insistían en que se fortalecería Pemex, el PRD y la posición pública de su movimiento.
“¡No, Andrés, no podemos permitir que se hunda Pemex… por el bien del país, por el bien de todos”, dijo también a gritos Navarrete, en abierto reto “al presidente legítimo”.
Pero la respuesta de Obrador dejó fríos, paralizados a sus interlocutores.
“¡No me importa que se hunda Pemex… si se tiene que hundir, que se hunda… si tenemos que incendiar pozos, los incendiamos… pero no vamos a hacer nada que fortalezca al espurio…!
“Ya en la calle, alguno de los asistentes al ríspido encuentro soltó: “¡Andrés ya perdió la razón…!”. El resto sólo movió la cabeza y apretó los dientes”. Hasta aquí la cita.
Hoy, 12 años después, López Obrador no sólo hunde a Pemex sino a todo el país. ¿Quién le pondrá un alto? ¿Hasta cuándo?
Al tiempo.