
De la misma manada
Intento no escatimarle nada a las marchas por la defensa del INE; no sólo es importante que la ciudadanía reconozca parte de su responsabilidad en el andar político de su país sino también es positivo que se movilice a aquellos que “jamás habían marchado por nada”. Esto último no lo digo yo, así lo afirmaron categóricamente varios asistentes a la marcha del domingo pasado y se evidencia además con la inusitada presencia de personajes políticos que en los últimos 20 años no habían pisado las calles en ninguna exigencia colectiva.
Sin duda, los manifestantes tienen todo el derecho de preocuparse por el status quo de una institución y por un modo de vivir y comprender la democracia. No se puede dejar de señalar, sin embargo, que los argumentos de la movilización se encuentran más cercanos a la anécdota que al parteaguas histórico que requiere el país.
Por ejemplo, las expresiones de muchos de los manifestantes revelaron nuevamente el clásico anti lopezobradorismo (tan repetido, clasista, autorreferencial e insulso como suele ser el propio presidente López Obrador en sus ‘Mañaneras’); pero no es todo, inquietantemente, José Woldenberg, el primer presidente del Instituto Federal Electoral autónomo de la historia de México, en su discurso ante la multitud, jamás mencionó la palabra ‘pueblo’; constituyente obligado de la democracia.
Esta ‘defensa del INE’ parece soportarse -en el mejor de los casos- en valores del liberalismo democrático como la ‘libertad’ y los ‘derechos ciudadanos’; pero deja de lado sistemáticamente los principios de ‘soberanía popular’ y ‘justicia social’ sin los cuales la democracia se reduce a un ‘acto’ y no a un ‘sistema’ de acciones, reacciones y tensiones en búsqueda del bien común.
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