Los ministros disidentes mantienen su acuerdo de unidad
Juan Benito Coquet | Desaparece el fuero político
CIUDAD DE MÉXICO, 25 de marzo de 2018.- En su discurso de su registro como candidato a la Presidencia de la República en la sede del INE, José Antonio Meade formuló la propuesta más importante en este proceso democrático.
Un planteamiento que da respuesta directa a uno de los reclamos más fuertes y sentidos por la sociedad mexicana: acabar con la corrupción y la impunidad en el servicio público.
José Antonio Meade propuso, sin ambigüedades ni matices, la desaparición de la figura del fuero del ordenamiento jurídico mexicano.
La trascendencia de este anuncio debe ser reflexionada a fondo. Se trata de la eliminación del fuero para el Presidente de la República, los altos funcionarios de la Federación, los diputados y senadores y los ministros de la Corte. No más protección durante el ejercicio de su encargo ni después de su terminación. Todos iguales ante la ley, ciudadanos y servidores públicos.
La propuesta incide directamente en la distancia de impunidad que se veía entre los ciudadanos comunes y corrientes y la clase política.
Con la eliminación del fuero ya no serán necesarios los juicios políticos y de procedencia para que los altos funcionarios puedan ser sometidos a proceso penal por los delitos en que incurran, sean estos federales o locales.
Esto cambia las cosas. Los funcionarios y los representantes populares ya no podrán actuar bajo el escudo de impunidad que hacía depender la justicia del acuerdo entre partidos, de la discrecionalidad y la complicidad.
En un sistema libre de fueros cualquier ciudadano podrá denunciar a los altos funcionarios ante el Ministerio Público y que los jueces decidan si se le procesa o no, por las conductas denunciadas, todo bajo el marco de la ley.
Por eso, José Antonio Meade ha dicho que él será un Presidente que se sujete a la autoridad del Ministerio Público, en las materias de su competencia. El presidente, así como todos los ciudadanos, responderán igual por los delitos en que pudieran incurrir.
En México se han logrado importantes avances en materia de transparencia y rendición de cuentas.
Entre los más destacados se encuentra la transformación de la Procuraduría General de la República en una Fiscalía General de la Nación, autónoma y profesional.
Este tránsito no se ha podido concretar por la intransigencia y el oportunismo de los partidos ante la proximidad de una elección. Lo mismo ha sucedido con el Sistema Nacional Anticorrupción, estancado por la falta de acuerdos políticos.
Pero hay que creerle a José Antonio Meade. Su propuesta de eliminar el fuero va en serio. No sólo lo ha expresado como un compromiso de campaña a realizarse cuando gane la elección presidencial.
Justamente en el Aniversario luctuoso de Luis Donaldo Colosio, celebrado el pasado 23 de marzo, José Antonio Meade entregó la iniciativa de reforma legal para suprimir el fuero del régimen jurídico mexicano, a los líderes de las fracciones parlamentarias que forman la coalición “Todos por México”, PRI, PVEM y Nueva Alianza.
Entonces, no son solamente palabras, sino también acciones. Veremos ahora si los partidos están dispuestos a “agarrar el toro por los cuernos” y aprueban una iniciativa que da cierre a una cuestión demandada y exigida por los ciudadanos, para asegurar la igualdad de todos frente a la ley.
Quitar el fuero será uno de los remedios más eficaces para acabar con la corrupción en México. Los mexicanos quieren servidores públicos y representantes, honestos y eficaces.
No hay que olvidar que José Antonio Meade es un candidato ciudadano auténtico, aunque haya sido servidor público por espacio de 20 años.
Nunca ha militado en partido político alguno. Y han sido 20 años de carrera pública en los que Meade se ha distinguido como un funcionario honesto comprometido con su trabajo y con buenos resultados para México.
Creo que en esta elección deben pesar más los argumentos y las razones que las diatribas y las ofensas personales. Sobre todo, los argumentos sustentados en hechos y trayectorias, no únicamente en buenos propósitos irrealizables.
En esta elección debe prevalecer la visión de conjunto y no el rencor y la frustración. Ver los hechos como en realidad son.
Suprimir el fuero que protegía a los funcionarios y representantes de cualquier acusación durante su encargo, da cierre a un largo debate sobre la obsolescencia de esta protección en una era donde se ha ido consolidando un Estado de Derecho y un sistema penal adversarial y garantista. No más impunidad legal para quienes tienen que servir a la Nación y no a sus intereses particulares.
Con una Fiscalía General autónoma se tendrá la garantía de que habrá investigaciones imparciales y fundadas para determinar si un alto servidor público tenga que responder de su conducta ante el juez de la causa. Se acabaron los velos de impunidad y los abusos de poder.
Si esta reforma se aprueba, de aquí en adelante los políticos tendrán que comportarse de diferente manera, con el ojo vigilante de la sociedad y los medios encima, y no salir impunes de sus conductas fuera de la norma jurídica. Ahora serán investigados y perseguidos por los delitos que cometan.
Por eso afirmo que José Antonio Meade ha hecho la propuesta más importante en esta campaña democrática; quizá la más realista y eficaz para acabar con la impunidad política, con la corrupción y el abuso del poder público. Esta propuesta “reforma el poder” como lo quería Luis Donaldo Colosio y reafirma la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley.
No podemos dejar de tomar en cuenta el alto significado que esta propuesta tiene para una mejor convivencia social en el país. La propuesta no sólo demuestra el valor y la seriedad de quien propone, sino también una actitud diferente más cercana con el sentir social predominante de hartazgo para con la política de simulación e impunidad.
No es el cambio por el cambio mismo, sino un cambio con responsabilidad y visión dirigido a elevar el índice de Estado de Derecho en México, tan necesario no sólo para la seguridad de los ciudadanos, sino también para el crecimiento de la economía y el desarrollo.
José Antonio Meade es el único candidato en esta contienda que ha hecho propuestas claras, serias y responsables para cambiar a México y llevarlo a un mejor lugar en los niveles y calidad de vida de las familias mexicanas.
En el tema de la transparencia José Antonio Meade ha hecho las propuestas más claras y posibles para acabar con la corrupción y la impunidad:
Al igual que la eliminación del fuero, estos compromisos ya están plasmados en iniciativas legales que los diputados y senadores tienen dormidas para no comprometer sus posiciones de cara a la elección. Primero está su interés y después el de los ciudadanos.
Creo que ha llegado el momento de traducir la indignación en inteligencia para ver por quien vale la pena votar, en función de lo que nos convence como plataforma para resolver los problemas graves del país.
Decir que no se votará por Meade porque es parte del PRI y “más de lo mismo” es una necedad. Porque ni José Antonio Meade es miembro del PRI ni puede ser más de lo mismo, porque los estándares de la sociedad han cambiado y las cosas ya no pueden seguir como antes.
Hay servidores públicos y representantes honestos y trabajadores, lo mismo que los hay corruptos y cínicos. Lo mismo sucede en todos los partidos políticos.
La apuesta es por el cambio. Eso es explicable y justificado. Nadie quiere seguir viviendo en un país donde existen grados tan altos de inseguridad, violencia, impunidad y corrupción en las altas esferas de poder y los partidos políticos. Y también del lado de corporaciones que se acomodaron a la corrupción para obtener ventajas en el gobierno para sus proyectos.
Pero es precisamente en esa demanda de cambio donde se deben valorar, discutir y sopesar los proyectos que presenten los diferentes candidatos en la campaña.
El cambio por el cambio mismo es un proceso de la naturaleza, no una decisión humana racional. Lo pertinente es preguntarnos hacia donde nos conduce ese cambio y en qué clase de sociedad y país queremos vivir.
Y en este punto es en donde vale hacer las comparaciones. Por ejemplo, entre un candidato que ofrece quitar a la mafia en el poder y acabar la corrupción por su mera palabra, como un Mesías, sin aportar razones ni caminos para lograrlo. ¿Dónde está la transparencia?
Un hombre que quiere nombrar directamente a los Fiscales Generales para que le reporten a él. ¿Dónde quedan la autonomía y la imparcialidad?
Andrés Manuel López Obrador quiere dictar una guía de comportamiento moral a los ciudadanos, con una Constitución Moral, vulnerando la libertad de conciencia de todos los ciudadanos.
Y están las dos únicas propuestas que ha dado el candidato del “matrimonio” entre la derecha y la izquierda y la “naranja” son: Acabar con el Pacto de Impunidad ¿Cuál? Y Cambiar de Régimen ¿Hacia dónde, comunismo de derecha o capitalismo de izquierda?
Y está la propuesta de Meade de poner en el centro el bienestar de las familias mexicanas, con mayores oportunidades de realización para los niños, los jóvenes y las mujeres, y con una mayor inclusión social para que los ciudadanos gocen realmente el ejercicio de sus derechos humanos.
Quitar los fueros supone abrir a los funcionarios a una censura pública y rendición de cuentas real y con consecuencias. Esto puede ser un incentivo real para estimular el buen comportamiento y la decencia en quienes ocupan los más altos cargos de decisión pública y servir de ejemplo para sus subordinados.
Las instituciones del país funcionan bien en la medida en que se vuelve más trasparente su funcionamiento.
Lo peor que nos puede suceder como pueblo en esta elección es que los ciudadanos dejemos de tener fe en la democracia y renunciemos a escuchar y discutir las propuestas de cambios de cada uno de los candidatos a la presidencia. Que le demos rienda suelta a la pasión y el desenfreno político.
Por sus propuestas y actitudes, por su preparación y modo de vida, por sus actuaciones de cara a los retos públicos, José Antonio Meade es el indicado para hacerse cargo del país durante los próximos seis años.