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CIUDAD DE MÉXICO, 4 de noviembre de 2019.- Eran las 11 de un lunes por la noche cuando, a mitad de la Sierra Madre del Sur y con la poca luz de una Luna a punto de ser llena, el biólogo Víctor Jiménez Arcos y cuatro colaboradores suyos avistaron a una rana muy grande —de casi nueve centímetros— sobre una roca mojada de rocío, a dos pasos de donde rompe una cascada, detalló un comunicado.
“Esto fue el año pasado, el 29 de enero para ser precisos, y se nos había hecho tarde. Realizábamos monitoreos nocturnos en uno de los bosques de niebla de la Mixteca Alta de Oaxaca y, como nos dieron las tres de la mañana, esperamos al amanecer para revisar al anfibio. Al examinarlo a detalle y ya con Sol, notamos en sus patas una membrana mucho más desarrollada que la presente en otras variedades de su familia y así, mis colegas y yo, concluimos lo mismo: estábamos ante una especie desconocida para la ciencia”.
Aunque todo pasó en 2018, el hallazgo se oficializó 378 días después, el 11 de febrero de 2019, gracias a un artículo publicado en la revista Zootaxa y firmado por seis académicos —entre ellos el profesor Jiménez, quien da clases en la FES Iztacala.
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