Diferencias entre un estúpido y un idiota
Existen estudios que analizan el papel que han asumido los medios de comunicación en los procesos de lucha ideológica, partiendo de la base de que toda comunicación es política en la medida que reproduce los intereses de clase escondidos en un sistema donde se manipula información para promover o deteriorar un determinado modelo político o económico.
México no es la excepción y así vemos cómo se ha tratado informativamente la tragedia de Acapulco que ya cumple un mes desde que el huracán “Otis” golpeara despiadadamente el principal centro turístico del pacífico. Más de medio centenar de personas perdieron la vida, otro tanto está sin aparecer, y miles de personas sin patrimonio, empleo, negocios y su esperanza de salir adelante si no fuera por el auxilio brindado por el gobierno y la gente solidaria.
Carreteras y calles destruidas; viviendas, edificios y la infraestructura eléctrica, de servicios y comercial dañada, amén de miles de familias sin hogar, es la imagen de la devastación. El auxilio gubernamental ha tenido que acelerarse para dotar de alimentos, agua, condiciones de movilidad, remoción de escombros y reparación y restitución de la infraestructura y hogares para más de medio millón de habitantes.
En este marco, es alarmante la facilidad con que se ha mentido, con el objetivo de restringir niveles de participación social o de ayuda. El fondo de esta campaña de desinformación es la lucha por recuperar el poder político por parte de grupos y sectores que lo perdieron hace cinco años, ahora que se acerca el relevo presidencial.
En Acapulco usuarios de redes sociales, medios de comunicación y entes diversos han propalado falsos comunicados a nombre de la Cruz Roja, reportes de fallecidos y retenes militares que no fueron ciertos y supuesta inexistencia de fondos para el desastre con imágenes que no tuvieron relación con los hechos, hasta la tendencia #No donen que invitaba a no realizar donaciones porque “el gobierno se lo roba todo”, igual a la postura del magnate Ricardo Salinas Pliego para negarse a pagar impuestos.
En los conversatorios “Para qué sirve el periodismo”, tocó a la maestra y periodista de Oaxaca Media, Rocío Flores y un servidor abordar el tema de la infodemia que se ha observado, lo mismo en Acapulco que en la invasión israelí a la franja de Gaza, donde se vive una tragedia humana y, al igual que a la población civil inocente, se está matando a periodistas.
En sus apuntes compartidos con el auditorio, la periodista nos puso al tanto acerca de las diversas formas de consumo de información incrementadas en las redes sociales que se asumen como nuevos medios de comunicación, mientras desciende la confianza en los medios tradicionales. En las redes sociales el contenido se comparte “sin un significativo filtrado por terceros, ni verificación de datos o juicio editorial” como los medios impresos o electrónicos, donde es claramente identificable quién miente o lo hace premeditadamente.
Rocío Flores nos actualizó datos, criterios e hizo recomendaciones para identificar el fenómeno de la desinformación a fin de esclarecer las distintas prácticas englobadas bajo este término genérico. Asimismo, nos habló de sus causas, los diferentes actores y agentes participantes, y sus distintas responsabilidades, al igual que las herramientas tecnológicas que han propiciado esta situación. A partir de la pandemia del Covid-19, este fenómeno comenzó a denominarse infodemia, pero es mucho más amplio.
Dicho fenómeno, denominado desinformación, posverdad, fake news, bulos, información errónea, etcétera, tiene motivaciones financieras e ideológicas donde además pueden participar los gobiernos para desacreditar las críticas de la prensa.
En estas categorías de análisis destaca la posverdad, una “actitud de resistencia emocional ante hechos y pruebas objetivas que tiene mucho que ver con algunos comportamientos psicológicos del ser humano: los llamados sesgos cognitivos, especialmente el sesgo de confirmación que hace más fácil creer y recordar aquellos datos que se ajustan a nuestras creencias previas”.
Uno de quienes más han utilizado la posverdad con fines electorales es Donald Trump. Ahora lo vemos -apunta un servidor- en la narrativa de la oposición mexicana en donde se utiliza incluso la inteligencia artificial para mejorar la imagen de Xóchitl Gálvez. La creación y diseminación en línea, de contenidos ilegales (la difamación, incitación al odio y a la violencia) no es información errónea: tiene toda una intención de hacer daño, aclaró la periodista, quien nos ofreció el remedio.
Promover o potenciar la formación de ciudadanos en la alfabetización mediática e informacional, y desarrollar el pensamiento crítico entre ciudadanos activos conociendo el funcionamiento de los medios, nos hará capaces de enfrentarnos a la desinformación y ser más resistentes a la manipulación. Son algunas de sus recomendaciones, particularmente a la juventud.
@ernestoreyes14