El episcopado ante el segundo piso de la 4T
OAXACA, Oax., 16 de octubre de 2016.- La historia de la administración pública de Oaxaca ha tenido cuatro frentes de batalla. En primer lugar, su relación con el gobierno federal, cuya tendencia de ésta ha sido supeditar día a día a la administración local y restarle atribuciones. La regla ha sido, por ley, “lo no atribuido expresamente en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos al gobierno federal, se entenderá reservado a los Estados”. Esta regla le ha servido a la Federación para apropiarse de grandes atribuciones y dejar a las entidades federativas atribuciones que son caricatura de las que tuvieron durante el siglo XIX.
El argumento para no detener este proceso centralizador es la corrupción y la ineficiencia de los Estados y municipios para cumplir con sus atribuciones. No tiene fecha de término, el federalismo es un fantasma que deambula con llantos lastimeros en el territorio mexicano.
Ante este hecho, todo gobierno oaxaqueño y su administración será preso de esta marcha inexorable de la historia del proceso centralizador, su acción será totalmente marginal, inoperante, inútil, impotente y lánguida. Vale un dato, el 80% del presupuesto del Estado es federal, sólo el 20% es del gobierno local, este grado de dependencia nos limita y nos subsume al subdesarrollo. Se debe luchar por la creación de un mercado interno mucho más amplio y profundo para tener la posibilidad de romper el estado de dependencia.
En este caso se está a la supeditación de las habilidades y sapiencia de nuestro grupo gobernante. Es justo preguntarnos si este es el único camino que nos queda como Estado y sociedad: Ver pasar al carretero del destino y sumergirnos en la indolencia.
Vale la pena intentar la toma de nuestro destino y conducir un gobierno capaz, eficiente y efectivo para mejorar la vida de los oaxaqueños, cuestión que no intentó el gobierno de la Alianza. En la administración estatal existen dependencias y organismos que trabajan bajo la norma de integrar en un solo presupuesto la aportación de la federación y del Estado, el titular es nombrado por el gobernador y los lineamientos generales los reciben del gobierno federal por la vía de la dependencia correspondiente. Tales son los ejemplos de la Secretaría de Salud y del Instituto Estatal de Educación de Adultos, por citar estos solamente.
Este esquema no permite la duplicidad de dependencias y de estructuras burocráticas y mejora la efectividad para lograr las metas trazadas anualmente. La dirección, planeación, ejecución, supervisión y evaluación de la administración a cargo del COPLADE y del propio gobernador estaría garantizada. Esto significa que las delegaciones federales, en los casos en que no son atribuciones exclusivas del gobierno federal pasan a ser dirigidas por el gobernador. Economía, turismo, desarrollo social, desarrollo de los pueblos indígenas, agricultura y ganadería, obras públicas, por mencionar algunas serían una sola dependencia, la unidad en la ejecución estaría el éxito del gobierno. La duplicidad de la burocracia no nos beneficia en conjunto.
En tiempos pasados las actuales secretarías de Estado eran direcciones generales, se entendió sus pesos relativos, elevarlas a nivel de secretarías de Estado fue un exceso de los últimos gobiernos, no estuvimos ni estamos en capacidad de soportar, presupuestalmente, niveles de secretarios o subsecretarios y demás niveles semejantes. La buena conseja nos dice que a la administración pública de Oaxaca habría que hacerla dinámica, ágil, pronta, enérgica, no costosa, capaz y eficiente, más no pesada, lenta, engorrosa, costosa, corrupta, ineficaz, ineficiente, como lo es ahora.
El planteamiento es, en las facultades concurrentes hagamos una sola dependencia entre la instancia federal y la estatal, por acuerdo, el titular será nombrado por el Ejecutivo del Estado, supervisado por la instancia federal correspondiente, el COPLADE, por el propio gobernador, la Cámara de Diputados y por los órganos autónomos correspondientes. Las dependencias con facultades exclusivas de la Federación, como relaciones exteriores, seguirían funcionando igual como hasta este momento.
El segundo frente de batalla de la administración estatal es con los municipios y comunidades, la intensidad de las demandas de estas instituciones originan turbulencia en la administración pública, los procesos de decisión se atrofian, los dineros no alcanzan, el rango de maniobra del Ejecutivo es bastante reducido. La demanda truena al sistema. El único camino que queda es procesar bien la demanda mediante la organización de los demandantes en asociación de comunidades y municipios por región. Se tendría ocho regiones demandantes y no 570 municipios y más de 6 mil comunidades.
El desarrollo regional es la clave para instrumentar políticas que impacten y generen desarrollo o buen vivir. No se le debe temer a la posible fuerza de las autoridades reunidas. Esta instancia de gobierno o de gobierno desconcentrado permitiría un procesamiento adecuado y efectivo de la demanda y de control de la región. El talón de Aquiles del gobierno del cambio fue la excesiva demanda a cargo de los pueblos y comunidades en su expresión municipal y agencias, no supo qué hacer y por ende, quedó con un sabor muy amargo en esta relación.
Otro frente de batalla de la administración pública oaxaqueña es la relación con la industria del reclamo a cargo de sindicatos y de las organizaciones sociales. Esta industria, muy redituable para con los líderes y de poco impacto para las comunidades y municipios. El gobierno de la Alianza fue pródiga con estas organizaciones puesto que fueron factores para su victoria electoral, fundamentalmente con la Sección XXII del magisterio. Varios miembros de esta sección sindical, además, encabezan a organizaciones sociales.
Fuente de inestabilidad social y de ingobernabilidad, la industria del reclamo, es un barril sin fondo para el Ejecutivo estatal, habría que ir a la fuente de su poder y apoyo, en este caso los pueblos y comunidades indígenas. Esta fuente habría que darle un trato específico para restarle apoyos esta industria del chantaje. Hay que otorgarles voz a los pueblos originarios del Estado, una circunscripción indígena con ocho representantes regionales de los pueblos indígenas que habitan en la región sería viable, si esto no fuese posible, habría que crear el Consejo Indígena de Oaxaca, con la representación de los 15 pueblos y uno más para la representación de los negros.
El cuarto frente de batalla de La administración pública de Oaxaca es interno, es con su burocracia, consigo misma. La burocracia de base de esta administración es incopetentes, improductiva, incapaz, sin alma, sin iniciativa, rutinaria a más no poder, demandante, conflictiva, sin nivel académico adecuado, sin lealtad institucional, en fin, es un mal endémico del gobierno y del Estado. Además organizados en un solo gremio lo que la hace peligrosa para la estabilidad y eficiencia del gobierno.
Irresponsablemente el gobierno de la Alianza incrementó el número de estos trabajadores en un 29.82%, después de cada gobierno, esta burocracia se incrementa sin ton ni son.
La otra burocracia, la que arriba con los nuevos gobernantes es de igual manera, incopetentes, con bajo nivel académico, formada en los centros académicos del Estado como la Universidad Benito Juárez, universidad que está catalogada entre las peores del país. Los titulares exigen servilismo, lealtad, apego, en lugar de competencia. Regularmente es corrupta y cómplice de los titulares de las dependencias y organismos.
A esta burocracia hay que exigirle examen para poder ingresar al servicio público y evaluaciones periódicas para conservar el puesto. En las promociones, de igual manera tiene que concursar por el puesto. Una vez terminada la administración gubernamental tener la oportunidad de volver a concursar por el puesto. Si a los maestros, que también son servidores públicos se les exige evaluación, por qué no a la burocracia en lo general.
Estos cuatro frentes son los grandes retos en materia de organización de nuestra administración pública, el brazo ejecutor de la política, su éxito será para el bien de los oaxaqueños, necesitamos de gobernantes atrevidos pero a la vez prudentes, imaginativos pero a la vez pragmáticos, pero sobre todo responsables.