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JUCHITÁN, Oax., 19 de agosto de 2016.- La bandera roja con el logo de la COCEI en medio y la frase “Nueva Generación” cubría el féretro de madera. Cargado en andas, el ataúd de Rolando Vásquez Castillejos, el dirigente de la COCEI que fue asesinado la noche del martes 16 de agosto, atravesó por última vez un par de calles de la Quinta Sección, su barrio, en Juchitán.
Abriendo paso con sus tambores, platillos y trompetas, la banda de música que tenía las precisas instrucciones de tocar piezas alegres, como si fuera uno de los mítines de Rolando, condujo este jueves a la multitud a una casa escondida entre callejones del bordo del río Los Perros.
Las mujeres, en su mayoría, se arremolinaron en el interior del Comité Técnico del grupo Nueva Generación que todos los domingos reunía a Rolando con sus seguidores. Allí, en un cuarto vacío que sirve como sala de reuniones, se hizo el ritual de pase de lista y las vivas al dirigente caído.
René Vásquez Castillejos, su hermano, tomó la palabra y, a nombre de su familia y compañeros de partido, pidió justicia por el asesinato: esclarecimiento y castigo a los culpables.
El ataúd volvió a encauzar su camino, hasta llegar al palacio municipal. Solo unos minutos se colocó en la famosa Plaza del Pueblo, donde los integrantes de la organización volvieron a pedir justicia al gobierno.
Los mototaxis de la COCEI Nueva Generación, la que él creó, se sumaron a la marcha fúnebre, cargando las coronas; detrás, una lona con la fotografía del dirigente. Fueron ellos, sus amigos los mototaxistas, los últimos que encaminaron a Rolando con el ruido de sus claxon en su último mitin, a la última morada de los hombres nube, al yoo ba’.