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OAXACA, Oax., 30 de octubre de 2019.- Día de los fieles difuntos, fecha donde se recuerda a los que ya se fueron de este mundo yendo al panteón, colocando ofrenda en un gran altar y visitando a los compadres, es así como se vive esta tradición en la agencia de San Francisco Tutla, en el Valle Central de Oaxaca.
San Francisco Tutla, distante a unos 20 minutos de la ciudad de Oaxaca, es una comunidad de usos y costumbres donde la gente es partícipe de las tradiciones para mantenerlas vivas.
Los preparativos inician una semana antes de la festividad, la gente alista las especies que utilizará para hacer las comidas que le gustaban al difunto, como el mole, el higadito, algunos otros; se tuesta el cacao para llevarlo al molino y preparar el chocolate que se colocará en el altar.
El día 31 y 1 de noviembre, como cada año las personas acuden al panteón para dejar flor y una veladora a sus familiares ya difuntos.
El panteón se llena de color naranja y rojo, las tumbas son decoradas con flor de cempasúchil y flor de borla o cresta de gallo.
Asimismo, que en la casa de cada familia se colocan grandes altares con un arco de caña, la fotografía de una imagen religiosa y el retrato del difunto. El altar está lleno de fruta, pan, chocolate, comidas, cerveza, mezcal y aroma del incienso.
El día 1 de noviembre es tradición en la comunidad, que todo el día hasta el amanecer, las muchachas salgan a la calle con sus canastas llenas de fruta, pan, chocolate y una vela y lo lleven a la casa de los familiares y compadres para colocarlos en el altar en ofrenda a las ánimas.
Este día, todas las puertas de las casas están abiertas esperando la llegada de las almas de los difuntos y la luz que llevan los familiares como símbolo de esperanza, pues la creencia es que nuestros seres queridos que ya partieron de este mundo están de visita.
Y el día 2 de noviembre en el panteón del pueblo se celebra la misa de los fieles difuntos y muchas familias se quedan a convivir ahí, se reúnen y comen alrededor de las tumbas, acompañados con mariachis, un norteño o la música que más le gustaba al difunto, mientras que otras familias se reúnen y conviven frente al altar en sus casas.
Días de festejo y recuerdos para muchos, con una gran diversidad en cada pueblo de Oaxaca.