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Las Naciones Unidas para este año 2024, en la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas ha direccionado su propuesta de atención en Proteger los Derechos de los Pueblos Indígenas al aislamiento voluntario y contacto inicial, derecho que, -entre sus múltiples enfoques de análisis y estudio en ocasiones controvertidos-, ha permitido preservar elementos esenciales de “sus culturas y prácticas ancestrales” y al mismo tiempo de la naturaleza.
¿Pero, cómo entender, valorar y respetar este aislamiento voluntario? ¡Contrario a una visión integracionista!
Actualmente se estima que en el mundo residen entre cien y doscientos grupos indígenas en aislamiento, aunque no se cuenta con un número exacto.
Habitan en zonas o regiones ricas en recursos naturales, alejados de las ciudades, en la Amazonía peruana y brasileña, en países como Bolivia, Colombia, Ecuador, India, Venezuela y también México.
Los Pueblos Indígenas de cada país considerados en aislamiento, tienen particularidades distintivas, no es posible pormenorizar características únicas.
En México, se pueden considerar en aislamiento comunidades indígenas como los Lacandones de Chispas, algunos grupos Tzeltales y Tzotziles de ese estado, ciertos grupos Rarámuris de la Sierra Tarahumara, aunque si tienen algún grado de contacto con la sociedad “moderna”.
Tienen ciertas formas de dependencia con su entorno natural, en el cual han sobrevivido y han protegido a lo largo de muchas generaciones.
Estos pueblos enfrentan retos significativos ante el desarrollo de la agricultura, la minería y el cambio climático.
El aislamiento de otros grupos sociales mantiene latente la posibilidad de enfermedades para las que no están preparados sus sistemas inmunológicos como el Covid 19 y sus nuevas variantes, lo cual podría tener consecuencias devastadoras para pueblos completos.
Los pueblos indígenas de México, han habitado en las sierras y montañas por diversas situaciones históricas, culturales y sociales. A partir de la conquista y colonización española una potencial ventaja era que ofrecían un refugio natural contra los soldados invasores españoles por su difícil y natural accesibilidad, lo que favoreció evitar su opresión y subordinación a los conquistadores y a su vez a mantener su autonomía y tradiciones.
Alfonso Caso señala que, durante el proceso de conquista y colonización, en algunos casos los españoles se quedaron con las mejores tierras, las más productivas, expulsando a algunos grupos indígenas a terrenos menos productivos y de más difícil acceso en las sierras y montañas.
A su vez, este aislamiento dentro de las diversas cosmovisiones indígenas, permitía mantener una conexión espiritual con sus deidades, ya que estos lugares naturales eran y son considerados en muchos casos actualmente, como lugares sagrados, morada de sus deidades, lugares a donde viajan las almas de sus seres queridos fallecidos y sitios de gran energía espiritual.
El aislamiento natural que propician las montañas ha permitido a muchos pueblos indígenas conservar sus lenguas, tradiciones, sus usos y costumbres, al igual que a preservar su identidad étnica y cultural, y en otro enfoque no menos importante, una relación armoniosa con la naturaleza utilizando prácticas sostenibles que contribuyen a preservar los ecosistemas y cuidar los recursos naturales de su entorno.
Dentro de la riqueza y la diversidad ecológica de México, el país cuenta con siete principales zonas, con una gran variedad de climas, flora y fauna.
Los asentamientos de los Pueblos y Comunidades Indígenas de acuerdo a los tipos de temperatura principalmente se encuentran en la región cálida y semicálida; y considerando las precipitaciones pluviales en las regiones subhúmedas. Lo que principalmente focaliza que los asentamientos indígenas se presenten en regiones con selvas tropicales altas, medias y bajas o con bosques templados de las montañas, esto es, en zonas ecológicas tropical húmeda y templada subhúmeda. Lo que representa que
el 90% de la población indígena se encuentra en áreas arboladas con precipitaciones y solo el 10% restante en zonas áridas desérticas.
Desde hace muchos años, los pueblos indígenas han habitado en estas regiones lo que les ha permitido en el tiempo convivir, desarrollarse y co-evolucionar con su medio ambiente, permitiéndoles adquirir valiosos conocimientos de su entorno y en ocasiones modificarlo y adaptarse a las variables climáticas, adquiriendo conocimientos muy valiosos de la naturaleza, las aguas y las plantas.
Estos climas y montañas, son fuentes vitales generadoras de agua y los Pueblos y Comunidades Indígenas que habitan estos lugares vienen practicando y desarrollando ancestralmente conocimientos y prácticas sustentables para preservar los bosques, proteger los nacimientos de agua y las cuencas hidrográficas, los suelos y a la misma “madre tierra”.
El papel de los Pueblos Indígenas en el contexto de lo que se plantea en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 es fundamental.
Las actividades que realizan para preservar sus tierras, aguas, formas de desarrollarse y de vida, están vinculados y se enmarcan en varios ODS, como el ODS número 6, “agua limpia y saneamiento”, el ODS 13, “Acción por el Clima”, el ODS 15 “Vida de Ecosistemas terrestres” y el ODS 10 “Reducción de las Desigualdades”.
Los conocimientos y prácticas indígenas, son esenciales y una muestra integral de actividades esenciales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de vital importancia para el mundo.