Economía en sentido contrario: Banamex
CIUDAD DE MÉXICO, 10 de julio de 2020.- Nuestra vestimenta nos predispone a actuar determinados roles. De ahí que los especialistas aconsejen arreglarte minuciosamente aun cuando realices home office. Sin embargo, los códigos empleados profesionalmente van más allá de las prendas y accesorios que empleamos.
Incluyen los disfraces mentales, el qué queremos proyectar y cómo buscamos que nos visualicen los demás.
Sin embargo, las largas cuarentenas en el mundo desdibujan ya ladivisión entre nuestra faceta personal y laboral, al grado de que se advierte un súbito cese de las “máscaras” laborales y se revalora, como nunca, la autenticidad. O lo que es lo mismo: unificar las múltiples identidades que asumimos de acuerdo al contexto social.
Esto no es fortuito: las personas son más propensas a participar en comportamientos poco éticos cuando separan su vida personal y empresarial. Se sufre un proceso de despersonalización y falta de sentimientos reales.
Por ello es recomendable construir una marca personal que sea fiel a quién eres. Venderse a sí mismo no es dar una impresión falsa, sino la más favorable y representativas, es generar narrativas que transmiten los valores, principios y objetivos de una persona.
Se trata de develar para el mundo porqué una persona es única. Ese objetivo, por supuesto, presupone una gran dosis de autoconocimiento. Los grandes líderes tienen la habilidad de amplificar su propio yo y rehúsan imitar a los otros.
En este auge de la autenticidad, vale remarcar que una ventaja adicional es la generación de relaciones únicas y perdurables con colegas, jefes, clientes, proveedores y otros diferentes públicos.
El llamado "marketing de compromiso", que es el que sostiene a las empresas ante las crisis más severas, como la actual pandemia del Covid-19, tiene como objetivo establecer una relación más profunda y sostenida con nuestros clientes.
La clave para establecerlo es no preguntar cómo puedes vender sino cómo puedes ayudar. Ya para ayudar necesitamos ser. No aparentar sino ser. Y esto es independiente de los roles que podamos jugar como trabajadores, padres, ciudadanos o amigos.
Ahora es muy importante indagar si nuestra carrera resulta fidedigna a lo que somos cada uno de nosotros. Debemos "alinear nuestras almas con nuestros roles".
Esto inicia con una definición muy personal sobre qué es el éxito para cada uno de nosotros. No el mandato de otros sobre lo que debemos ser. Tampoco es una tarea que se limite a un título y salario, sino lo que verdaderamente tenga un gran significado de vida, que responda a dotes y prioridades personales, que aporte lo mejor de nosotros mismos a los otros.
Hablar con mentores, colegas y familiares también puede ayudar a resaltar los rasgos y valores básicos que es posible que no se reconozcan a través de la propia introspección.
Una vez que descubierto el objetivo final, es hora de planear los caminos para llegar hasta ahí y catapultarlo.