Eliminar autónomos, un autoengaño
CIUDAD DE MÉXICO, 15 de septiembre de 2016.- El triunfo del PRI en la disputa por la gubernatura y la derrota de la coalición electoral CREO, integrada por el PAN y el PRD, trajo consigo una serie de divisiones y reacomodos internos en estos dos últimos partidos que han sido bien aprovechados por el priismo para promover una serie de reformas y contrarreformas constitucionales y legales con el apoyo de la mayoría de diputados y diputadas de ambos partidos políticos.
Aunque la crisis que enfrenta el PRD es similar a la que vive el PAN, pues en ambos partidos lo que se está cuestionando es la ética y liderazgo de sus dirigentes y/o representantes, es la “rebelión” de los legisladores panistas lo que más ha llamado la atención de los medios de información locales pues la deposición de Natividad Díaz Jiménez como coordinadora de la bancada blanquiazul ( así como de la JUCOPO) fue, además de una decisión política, un proceso de carácter administrativo y legal que no se podía ocultar.
Sin embargo, la crisis en el PRD no es un tema menor si se toma en cuenta que la primera escisión se registró durante el proceso interno para elegir a su candidato a gobernador y en donde la expresión dominante, la Unión Campesina Democrática, jugó un papel decisivo para restarle apoyos a Benjamín Robles y cargar los dados a favor de José Antonio Estefan Garfias.
Pero, además, en plena campaña electoral, el Comité Ejecutivo Estatal del PRD se quedó sin presidente y la UCD entró en un proceso de ajuste de cuentas interno que se agudizó con la derrota de Estefan Garfias.
Hoy, con dos cabezas, uno dirigido por Amador Jara, y otro por Rey Morales, la UCD intenta a contracorriente conservar su hegemonía en la estructura directiva y entre la decena de tribus perredistas, sin que a corto plazo se advierta la posibilidad de un arreglo institucional ni la emergencia de liderazgos alternos.
Un escenario similar se observa en las filas del panismo cuyo presidente, Juan Iván Mendoza, intenta, con la mayoría de los diputados en contra, sostener a Natividad Díaz como coordinadora de la fracción y, por el otro lado, hace hasta lo imposible para no ser derrotado por diversas expresiones de su partido que no ocultan su interés por tomar el timón del panismo oaxaqueño.
Ya por desdén, irresponsabilidad o complicidades, lo cierto es que en ambos casos hasta ahora las dirigencias nacionales del PAN y del PRD poco han hecho para intervenir como mediadores o para aplicar las normas estatutarias que cada caso amerite.
Así las cosas, y ya enfilados a trazar la ruta legal y política del nuevo gobierno, a los dirigentes priístas más cercanos al círculo muratista no les ha costado mucho esfuerzo aprovechar estas divisiones de sus adversarios para construir mayorías incondicionales en la LXII legislatura local y así impulsar, con la rúbrica de legisladores de otros partidos,la aprobación de iniciativas de reformas constitucionales y legales que en algunos casos son regresivos y antidemocráticos.
Con un PAN y un PRD divididos , y sus dirigencias nacionales sin el mínimo interés para vigilar y llamar a cuentas a sus legisladores, no ha causado sorpresa la docilidad de los diputados y diputadas de ambos partidos para sumarse a las causas del nuevo gobierno y anticipar su voto aprobatorio a las iniciativas que buscan fortalecer las atribuciones del jefe del poder ejecutivo, eliminar contrapesos políticos y sepultar los escasos logros democráticos de la sociedad elevados a rango constitucional.
Y es que ante la eventualidad que en la 63 Legislatura cobre forma una corriente legislativa crítica y dispuesta a darle vigencia a la división de poderes y devolverle al Congreso su papel de contrapeso al poder ejecutivo, en el equipo político del próximo gobierno tiene muy claro que la oportunidad para aprobar iniciativas a modo es con una legislatura fuera de control institucional y que, además, ya se despide entre fuertes olores a azufre y demasiadas claudicaciones.
Y no se están equivocando.
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