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CIUDAD DE MÉXICO, 26 de septiembre de 2020.- La sagrada tarea de los hombres que saben que en las entrañas de la tierra se encuentra todo lo que uno es y lo que como país hemos sido, labor que la naturaleza les obsequia a estos seres trabajadores, mediante un regalo simple y concreto: un color, es el testimonio consignado por el fotógrafo Fidel Ugarte Liévana en el documental Añil, los hombres del azul…
Este trabajo audiovisual será estrenado el lunes 28 de septiembre, a las 17:00 horas, en el canal de INAH TV en YouTube, como parte de la campaña Contigo en la Distancia, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México se informó en un comunicado.
El documental, informó su creador, comenzó a gestarse en 2017, una semana antes de los sismos que azotaron el territorio oaxaqueño, pero por diversas labores derivadas de estos fenómenos naturales, se concluyó en su totalidad hasta el 2019.
Para realizar este testimonial, Ugarte Liévana visitó varias comunidades de la zona del Istmo de Tehuantepec, desde Ixtepec hasta San Miguel Chimalapas, así como algunas rancherías como Los Limones, donde tenía conocimiento de la existencia de las pilas antiguas (estanques de piedra) del siglo 18, en lugares que trabajaban el añil para exportarlo a Europa.
Con una duración de 39 minutos, la pieza audiovisual está dividida en dos partes: la primera es una revisión del papel que jugó la Ex Hacienda de Santa Ifigenia, ubicada en Tapanatepec, al oriente del Istmo, como una de las más importantes exportadoras de este tinte en el siglo 19.
“Ahí, entrevisté a Franco Nivón Fuentes, descendiente, quinta generación del fundador de dicha hacienda, primer francés que vino a América a apropiarse de esta producción, haciéndola de forma ‘industrializada’, con cientos de pilas, ya que se buscaba llevar el añil, que era conocido como ‘el oro azul’, al continente europeo”.
La segunda parte da a conocer la visita hecha a la comunidad de Santiago Niltepec (cerro de añil), donde se lleva a cabo el proceso de producción de este tinte con las técnicas tradicionales heredadas de sus ancestros, pues, aunque en Michoacán, incluso en El Salvador, se elabora la tintura, esta se obtiene con métodos modernos.
“En este lugar se elabora el tinte más puro, con procedimientos ancestrales, los cuales datan de la época prehispánica. El famoso azul maya, el pigmento, que no la tinta, presente en diversos objetos arqueológicos como los murales de Bonampak, Chiapas, proviene del añil”, explicó el documentalista.
En Niltepec, Ugarte Liévana charló con don Octaviano Pérez, quien desde hace poco más de 20 años ha dedicado su vida al rescate de este tinte, mediante su producción con procesos naturales, “luego de comprender su importancia y su significado para su comunidad y su cultura, ya que de joven no le interesaban estos procesos, pero conforme pasó el tiempo, se dio cuenta que, incluso, es una cuestión de vida el dedicarse a esta labor.
“Cuando él habla de cómo se produce y cuál es el proceso, devela la parte humana de este ancestral procedimiento, donde, de una forma casi mágica, obtiene la tinta. Por medio de un método muy visual, pero largo y delicado, se transforma la planta de jiquilite en tintura, siempre buscando las mejoras en la producción y, por ende, la calidad, pero no desde un punto de vista comercial, sino como el rescate de eso que pertenecía a sus antepasados”, comentó.
El fotógrafo comparte que, en determinado momento del documental, don Octaviano dice: “estos puntitos negros que ve, ese es el colorante…”, y el proceso de obtener el añil inicia como un ritual de los hombres que entienden, claramente, cuál es el proceso de la planta para poderle extraer el colorante. “Me decía, vamos a golpear las aguas y a las cinco horas se va a separar el suero del tinte, y como magia, casi con reloj en mano, en ese tiempo, sucedió lo que había dicho”.
Ugarte Liévana compartió que, desde el corte de los rollos de hojas del jiquilite, su transportación con carretas tiradas por bueyes, hasta la oxigenación del agua con palas de madera en pilas de piedra, se trata de un proceso puramente tradicional, es una lección de atención y observación, de lo que hay que hacer para tener en las manos este color puro y natural.
El documentalista destacó que, aunque en Niltepec hay cinco maestros dedicados al añil, junto con sus trabajadores, entre ellos muchos jóvenes, hay poco interés en las nuevas generaciones por continuar con estos procesos, los cuales casi han desaparecido debido a la llegada de los tintes industriales.
“Mi trabajo no es de alguien que hace un rescate de esta ancestral forma de producción del tinte, sino que le doy su importancia social y cultural”, indicó el fotógrafo.
Actualmente, el añil se sigue usando para teñir telas, aunque ahora se opta por colorear hilos, y algunos artesanos de la Costa, de la Sierra Sur o, incluso, en los Valles Centrales, lo utilizan para hacer ropa o textiles con métodos tradicionales y tinturas naturales.