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CIUDAD DE MÉXICO, 10 de agosto de 2022.- En el mundo, 8 de cada 10 personas pueden presentar dolor lumbar (dolor de espalda baja), al menos una vez en su vida.
De no tratarse adecuadamente, esta afección puede perpetuarse incluso por más de tres meses, momento en el que se le considera un dolor crónico y como una enfermedad en sí misma.
Este es un hecho frecuente, si se toma en cuenta que el dolor lumbar crónico es la primera causa de incapacidad en el mundo y, solo en Latinoamérica, se estima que alrededor del 11% de personas lo padecen.
De acuerdo con la doctora Rocío Guillén Núñez, presidente de la Asociación Mexicana para el Estudio y Tratamiento del Dolor y Vocal de la Federación Latinoamericana de Asociaciones para el Estudio del Dolor (FEDELAT), el dolor lumbar crónico mengua la actividad física, lo que impacta negativamente en la funcionalidad de las personas que la padecen.
“Puede impedirle realizar actividades cotidianas como caminar, comer, dormir o incluso socializar, afectando su ánimo y desempeño, lo que condicionaría días de pérdida laboral”, indicaron en un comunicado.
Las personas que experimentan dolor lumbar pueden llegar a tener una recuperación completa, pero se estima que de un 10% a 20% desarrollarán dolor crónico y discapacidad.
Los trabajadores que llegan a esta etapa rara vez recuperan sus capacidades, lo que a su vez incrementaría las barreras para acceder a tratamiento adecuado.
“En las instituciones públicas, la sobrecarga de trabajo en las distintas áreas requeridas puede retrasar la atención de los pacientes y, si desea tratarse en el escenario privado, los costos de atención a la salud pueden ser una limitante para un abordaje terapéutico idóneo”, explica la doctora Guillén.
Sobre las causas, la especialista manifiesta que además de factores como el tabaquismo, el sobrepeso y el sedentarismo, diferentes actividades laborales presentan riesgos considerables para desarrollar dolor lumbar crónico.
Según un estudio, se estima que el 37% de los casos de dolor lumbar a nivel mundial están relacionados a riesgos ocupacionales.
La especialista destaca estos riesgos en los oficios que implican alto impacto físico (como es el caso de los trabajadores de construcción), en el levantamiento de peso y movimientos contundentes (como los estibadores y las enfermeras), en posturas incómodas (como los mecánicos), vibración del cuerpo completo (como los conductores de vehículos), o en un trabajo monótono con posturas estáticas (como los empleados de oficinas).
Para tratar esta enfermedad, la doctora Guillén recomendó que el abordaje sea multidisciplinario, que incluya medidas farmacológicas, rehabilitación y terapia física, asesoría nutricional y educación del paciente.
“La persona debe aprender cómo sentarse, pararse o desarrollar sus actividades; cuidar su alimentación y hacer ejercicio para fortalecer los grupos musculares y ligamentarios que sostienen a la columna; limitar o suprimir el consumo de tabaco; entre otros”, agregó.
Además, la doctora enfatiza en la importancia de evitar la automedicación, una práctica frecuente entre las personas que sufren de dolor crónico.
“Actualmente, se cuentan con tratamientos innovadores para este tipo de dolor y es importante mantener la adhesión a lo indicado por el médico, así como monitorear la evolución hasta alcanzar el objetivo terapéutico, ya que muchos pacientes abandonan y ello retrasa su mejora; también pueden considerarse tratamientos intervencionistas en casos específicos”.