![](https://oaxaca.quadratin.com.mx/www/wp-content/uploads/2025/02/marin-107x70.jpg)
Busca iniciativa de Ramírez Marín fortalecer Denominaciones de Origen
CIUDAD VALLES, SLP., 29 de septiembre de 2019.- Trabajó desde joven en las calles, en los cincuentas arreglaba camas en San Luis Potosí, tres años después se asentó en la Huasteca y consiguió unas tierras donde sembró maíz, frijol, calabaza, ajonjolí y zacate para vender y sostenerse económicamente; con el mismo fin tuvo vacas y ahora una cerdita con la que espera formar un enorme hato.
Él edificó sus primeras casas de palizada y palma, y con sus propias manos está por terminar una de bloques, con su respectivo techo y piso de cemento.
Todo ello sonaría demasiado común, sino fuera porque don Agustín Landaverde Juárez todo lo hizo sin ayuda, tiene 81 años de edad y desde los 18 es invidente.
“Andaba yo trabajando en Aquismón (…), por la calle principal, rellenando un bache (en tiempos del presidente Manuel Orendain), y pusieron piedra de choy (…), yo le pegué mal, con el marro, conocía poco de herramienta, y que se me viene para la cara (un fragmento).
“No me operé, no me hicieron (nada), lo que me sacaron fue un pedazo de vidrio (de los lentes, porque la piedra me los rompió) (…) y me afectó los dos ojos”, recuerda con cierto pesar sentado en un viejo sillón de palma, con sus gafas oscuras, desprovisto del sombrero que normalmente le acompaña en sus caminatas con sol, y “vigilado” por una puerca en crecimiento que se pasea en la escasa libertad que le da un viejo mecate amarrado a un horcón de madera.
Nacido en Tanzozob, en la sierra de Aquismón, don Agustín laboró en la cabecera municipal, y después de su accidente estuvo en la capital del estado, donde ya desde joven llamaba la atención de la gente por su habilidad para reparar los resortes de camas y colchones, con tan solo la destreza de sus manos, pues el sentido de la vista lo había perdido para siempre.
En 1956 retornó al territorio aquismonense pero ahora en la zona norte: al ejido Camarones.
En esa estancia que ya supera las seis décadas, se ha afanado en salir adelante, sin caer en ilícitos o en la holgazanería, mucho menos perder la dignidad en la petición de limosna, pese a su discapacidad: “Eso no es porque usted esté enfermo (…) es que no les gusta trabajar (…) yo tengo cincuenta y tantos años de que perdí la vista y nunca me he ido a parar con el sombrero en la mano”.
Siga leyendo aquí: Quadratín San Luis Potosí