Día 22. Palacio perdió dominio de la agenda de la crisis
Después de dos meses de huelga del personal del Poder Judicial, evidentemente agraviados por el régimen que la cuarta transformación ha venido imponiendo al país con el pretexto de un mandato popular que, según sus líderes, les fue otorgado por el voto, más de diez mil audiencias han debido posponerse y quién sabe cuántos asuntos que esperan solución judicial, se encuentran detenidos.
No hay ninguna duda de que el país necesita una revisión constitucional para mejorar en sus procesos, para componer el pacto federal y, por qué no, para que se transforme la Carta Magna en un mejor documento que permita hacer realidad sus incontables buenos propósitos, como son el derecho a una educación de calidad, el derecho a la salud, a la vivienda, a la igualdad, a una vida digna o a la seguridad, entre otros derechos que hoy son solamente eso, buenos propósitos.
¿Era necesaria una reforma al poder judicial? Seguramente. Lo que no era necesaria era la prisa, el desaseo, el rencor y la sed de venganza que movieron a AMLO y seguidores a sojuzgar a uno de los tres pilares que la Constitución define como la base de nuestra democracia. La prisa y el desaseo fueron particularmente evidentes en los estados morenistas que movidos por la necesidad de halagar a su líder se apresuraron a aprobar la reforma minutos después de que se aprobara por el congreso federal, cooptando y amenazando en muchos casos a los diputados locales de oposición.
Fieles a sus costumbres, sin el debido estudio, sin escuchar a los propios jueces, sin tomar en cuenta la opinión de quienes piensan distinto a los fanáticos de la cuatro té y peor aún, con una farsa montada a manera de “consulta” pero que no se tomó en cuenta, MORENA aprobó una reforma que nos tienen a los ciudadanos en la indefensión, al no contar con un poder judicial pues éste se resiste a fenecer utilizando la huelga como el único camino que le permite el régimen para expresar su inconformidad.
La desigual guerra de poderes, con un ejecutivo montado en el voto popular y un legislativo dócil y obediente, contra el poder judicial, no parece dejar espacio a jueces y magistrados para defenderse.
Mientras cada día se vuelve más urgente para los ciudadanos el fin del conflicto palaciego pues las cosas no se mueven en los juzgados, ya de por si con una enorme sobrecarga que mantenía el rezago en las decisiones judiciales que afectan a miles de personas.
Mal ha comenzado el gobierno de Sheinbaum. Rubén Rocha Moya en Sinaloa ya es una lápida difícil de cargar y no se ve para cuando le exija la renuncia, en algo que también es una especie de ley para la 4T, y que consiste en defender a los suyos, pésele a quien le pese. Así sucedió con Cuauhtémoc Blanco en Morelos o con Cuitláhuac García en Veracruz y así pasó también con Ignacio Ovalle o con Francisco Garduño y así sigue siendo en Colima o Tamaulipas. La lealtad primero, la legalidad, la honradez y el compromiso con México, después.
También fieles a las amorfas formas de AMLO, Sheinbaum se refugia en el asunto de García Luna para tender una cortina de humo sobre el estado de la inseguridad y la violencia, particularmente en Sinaloa, pero lugar común en prácticamente todo el país.
Poco a poco MORENA va cavando su tumba a base de corrupción, colusión con la delincuencia y descuido de sus obligaciones como gobierno.
Hay que construir una fuerza opositora seria, sin compromisos distintos al propio país y sin políticos temerosos de terminar en la cárcel por sus pecados del pasado. Vendrán mejores tiempos si fundamos un nuevo partido para un México Nuevo, con Paz y Futuro.