Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 7 de abril de 2020.- El pasado lunes escuchamos una de las frases más peligrosas que ha soltado el presidente López Obrador: “estamos pensando que va a ser un modelo a seguir”, respecto a su plan emergente para apoyar la economía del país.
El peligro radica en que el gobierno está demostrando un gran divorcio con la sociedad, y con la realidad que atraviesa los generadores de empleo; se muestra alejado de los planes que están desarrollando otras economías, que se toman en serio el problema del estancamiento económico y la crisis de salud.
No son pocas las voces que escucharon el plan de López Obrador y quedaron un poco más que desilusionados. Esperaban un liderazgo que diera certidumbre a todos, pero de nuevo llegó el discurso polarizador: ellos (los empresarios) serán escuchados, pero primero los más necesitados. Parece olvidar que todos vamos en el mismo barco, y no se puede sesgar una visión de futuro.
En este marco, instituciones nacionales e internacionales, realizaron una serie de críticas profundas al anuncio del Presidente, las cuales muy probablemente no serán escuchadas pues todo lo que critique la posición del Presidente, es tachado como “conservador”.
El Consejo Coordinar Empresarial calificó que el anuncio es “una respuesta incompleta ante la gran dimensión de la crisis que enfrentamos… nuestro objetivo es proteger el empleo, los salarios y los ingresos de las familias; sentar las bases para una recuperación inmediata; evitar que la crisis de liquidez se convierta en una crisis de solvencia; y contar con recursos para continuar los programas sociales.”, aseveraciones que estoy convencido, comparten la mayoría de los empresarios del país.
Por su parte la COPARMEX vaticinaba que “la idea del presidente de la República es la misma desde que inició su Gobierno: apoyos para la subsistencia, pero no para conservar las empresas para que éstas puedan crecer en empleos”, y es que debemos tomar en cuenta que, por ejemplo, los emprendedores y pymes, los cuales generan 7 de cada 10 empleos en México, entran de manera marginal en los planes para enfrentar la contingencia.
En este plano, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas pronostica que se perderán 200 mil empleos ante el impacto de la emergencia sanitaria. Además, la variable de las remesas, que es uno de nuestros pilares económicos, también se encuentra vulnerable; ya que más de 440 mil migrantes mexicanos perderán su empleo este año, por lo que se estima una caída del 7.45 por ciento en las remesas para México en 2020.
En el ámbito internacional, Bank of America señaló que el plan de López Obrador es “viejo y procíclico”, que no apoya a las personas y empresas directamente afectadas por el coronavirus. “La falta de acción del gobierno probablemente conducirá a la reducción de negocios” añade el estudio. Además, el grupo Goldman Sachs recortó este lunes su pronóstico de crecimiento para México en el 2020, de -1.6 a -4-3%.
En contraste con las decisiones mexicanas, los ministros de Finanzas europeos señalaron en días pasados, que más allá de la respuesta inmediata desarrollada, están trabajando en «todas las medidas necesarias, para ayudar a que la economía se recupere, incluyendo estímulos fiscales, una vez que el coronavirus retroceda».
Lo que tenemos frente a nosotros, es un escenario a todas luces adverso, pero de nueva cuenta, lo grave es que el Presidente vive empecinado en planes y estrategias de vista corta, que carecen de mayor sustento técnico, con respaldo mínimo, y de acuerdo a las encuestas más recientes, cada vez con menor aprobación de su público.
Pero mientras no podemos quedarnos con los brazos cruzados. La inacción del sector empresarial, podría significar el período más oscuro en la historia del país. Así que las acciones de organización ciudadana son vitales para mantener el dinamismo, que nos permita retornar lo antes posible a la normalidad y exigir de manera unida, verdaderas acciones en apoyo a la generación de empleo.
Si relato un poco mi experiencia, como empresario en EU, el gobierno me da un crédito de impuestos para pagar el sueldo de dos semanas, para cualquier empleado que no puede ir a trabajar por la crisis de salud. También, me dan un préstamo equivalente a lo que me cuesta 2 meses y medio para los sueldos de todos mis empleados. Es una gran ayuda a quienes más lo necesitan, porque viven de día a día. Yo solo no lo pudiera haber hecho por falta de recursos. Aquí radica la importancia de tener un gobierno que sea aliado de los empresarios y viceversa.
Quizá el contexto no sólo es desfavorable para la economía, sino también para el gobierno de la “Transformación”; pues era inimaginable que, a la desaprobada estrategia de inseguridad, se le sumaría una crisis de salud y económica. Apenas el marzo pasado fue el mes con mayores indices de homicidios del sexenio de López Obrador; sin embargo, el tema sólo le mereció un par de minutos en su informe, para celebrar una reducción marginal de este crimen.
La emergencia sanitaria, la crisis económica mundial y la crisis de seguridad que percibe la sociedad no están distanciadas. Pues pareciera que esto orilla al presidente a tomar decisiones con poca claridad y en ocaciones se percibe que, en la encrucijada, las toma buscando sostener su discurso y a su “público” cautivo y no buscando resolver el origen de los problemas. Ayer mostró que no traicionará el discurso que lo hizo llegar al poder y decidió olvidar “voluntariamente”, que para reactivar la economía se requiere de inversión privada, generar y garantizar fuentes de empleo y asegurar la existencia y crecimiento de los principales generadores de riqueza y trabajo.
Podríamos decir que el panorama no es alentador para la economía de nuestro país, pues un discurso político que genera incertidumbre, la cancelación de diversos proyectos sometidos a “consulta”, la inseguridad promovida por el crimen organizado, la caída de los precios del petróleo, la crisis económica mundial, el mal manejo de la crisis de salud y la falta de un plan económico que apoye a los principales generadores de empleo, están creando un panorama desalentador para la inversión e incluso, están orillándonos a lo que algunos expertos llaman: “la peor crisis económica de los últimos 100 años”.
El divorcio del gobierno con la ciudadanía se evidencia más en tiempos de crisis, y éste es un ejemplo claro de que las expectativas, necesidades y exigencias de los mexicanos, caminan en sentido opuesto a las acciones del Gobierno Federal. Mientras López Obrador crea que su modelo será ejemplo mundial y no dimensione la importancia de los generadores de empleo del país ni modifique su estrategia para tomar decisiones, no habrá política asistencialista que nos encarrile en la ruta del desarrollo, y seguirán viendo la crítica nacional e internacional, con soberbia y desdén.