Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
OAXACA, Oax., 16 de mayo de 2021.- Siempre me pareció claro e incluso hasta contundente el argumento de AMLO en su persecución del privilegio de ser Presidente de México: “por el bien de México, primero los pobres”.
México merece un esfuerzo contundente y eficiente para mejorar la distribución del ingreso.
Los marcos de pobreza y pobreza extrema de México son injustificadamente grandes.
Tiene que hacer un esfuerzo este país para dar mejores oportunidades y mejores marcos de bienestar actual al menos a 55 millones de habitantes con menores ingresos.
Establecer las políticas para que no exista más el determinismo que señala que si un mexicano nace en un hogar pobre terminará su vida en esa misma condición de pobreza, era o debió haber sido prioritario.
México está dentro de 25% de los países con mayor desigualdad en el mundo. Se semeja con mucha claridad a lo que varios países de África padecen en cuanto a distribución del ingreso.
Las 10 familias más ricas de este país detentan la misma riqueza que acumulan 50 por ciento de las familias más pobres, según datos de OXFAM.
Eso debiera cambiar y digo debiera porque a la mitad del actual sexenio no puede afirmarse que las cosas hayan sido distintas a como eran en diciembre de 2018.
Si las cosas no cambian, AMLO dejará en manos de su sucesor una nación más pobre de la que recibió y habrá fracasado el intento más cercano y claro de revertir la condición de inequidad que caracteriza a nuestro país.
Se tenía razón en el diagnóstico pero ha sido un rotundo fracaso la política para revertir estructuralmente la inequidad que desde la tercera década del siglo anterior se conformó en nuestra nación.
Independientemente del resultado electoral que se avecina, AMLO tendrá que jugársela en conseguir en el Congreso una reforma hacendaria que no fiscal para tener las “canicas” suficientes como para soportar su agresiva reforma social que sin cambiar las condiciones que ha propiciado la marginación, ha derramado recursos (alrededor de 330 mil millones de pesos mexicanos) a jóvenes, ancianos, personas con discapacidad, estudiantes madres en condición de marginación y productores del campo.
La opción puede estar en generar una reforma fiscal o hacendaria que cargue en serio la mano a los mayores ingresos para que esas rentas paguen mucho más impuestos de los que ahora pagan.
Si en lugar de poner énfasis en esas rentas y en la de las grandes empresas, se opta por darle una vuelta más al rigor contributivo a la clase media sin cerrar los resquicios que permiten la evasión y elusión fiscal e incorporar a los informales de la economía, se estará cometiendo un grave error.
Los especialistas señalan que es momento de cerrar los pequeños espacios que permiten las grandes evasiones y elusiones de impuestos generalizando el pago de IVA a alimentos y medicinas, aunque fuera con cargas porcentuales distintas y menores al 16%.
Eso no va a suceder.
Incorporar a informales tampoco, porque nada hará el gobierno para lesionar su relación con esos segmentos de mexicanos.
Apretará a los de arriba con quienes tiene ya una relación que es distante de ser buena o perspectiva para mejorar.
Y tendrá que echarle el guante a las propiedades y el traslado de las mismas. Las herencias pueden ser uno de los elementos clave para hacerse de más ingresos.
Entre los países de la OCDE, organismo al que pertenece México, la nación que más carga a las herencias es Corea del Sur que tiene un ingreso que representa 1.59% de su total fiscal.
Le sigue Bélgica con 1.46% de su ingreso fiscal cotidiano, Francia con 1.38% y Japón con 1.3%.
Abajo de uno por ciento están la mayoría de las naciones y entre ellas México.
Chile tiene 0.15% y Grecia, 0.19%; España con 0.58% y Turquía con 0.11%.
México está tan débil como este grupo y por ahí se antoja que parte del esfuerzo de una reforma hacendaria o fiscal pueda despacharse de esta rama de ingreso.
También seguro habrá de lanzar el llamado a estados y municipios para que ellos intenten fincar en el impuesto Predial el hacerse de más ingresos, porque el Gobierno Federal no está más dispuesto a correr con la responsabilidad de recaudar para andar repartiendo el dinero a entidades que no comulgan con las líneas de pensamiento y acción que marca AMLO.
También puede fincar demencia el Gobierno Federal y olvidarse de una reforma hacendaria incorporando compromisos del concepto gastos en la oferta a los ciudadanos.
En ese caso no espere más que otro travieso accionar cuestionado y con la seguridad de fracaso en la lista larga de un gobierno al que tener un buen diagnóstico no le bastó para hacer un buen papel en la conducción de nuestro país.
Qué pena.
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