Diferencias entre un estúpido y un idiota
CIUDAD DE MÉXICO, 1 de noviembre de 2020.- En cuarenta años el crecimiento trimestral promedio de México ha sido de 0.53 por ciento, que anualizado equivale a 2.1 por ciento.
Así o más claro.
Estamos cumpliendo el segundo año de un gobierno que habrá de pasar a la historia como el de peor resultado económico.
En gran parte podrá justificarse por el paso de la emergencia sanitaria que nos trae más dolor y más sacrificio. No será equivocado argumentar lo anterior aunque se evite mencionar que la forma en que se atendió a la pandemia propició un mayor daño, una caída más profunda y por la estrategia de atención al proceso de recuperación la salida de la recesión será más extendida en el tiempo.
Adelanta el subgobernador del Banco de México, Jonathan Heath, que si el crecimiento del PIB en el cuarto trimestre fuera de cero por ciento, el PIB anual será de -9.4%; si fuera de 1% el PIB anual sería de -9.1%. Si se obtuviera uno de +2%, el PIB anual sería de -8.9% y si fuese de +3%, el PIB anual sería de -8.7%.
Hagan sus apuestas.
No obstante estas cifras no dicen nada del desempleo, de la manera en que se están recuperando empleos, de la fragilidad del mismo ante el repunte de contagios y la muy probable necesidad de volver a confinar a la mayor parte de la población y de la actividad económica.
Cuando se escriben estas líneas se dan a conocer decisiones de gobiernos europeos de volver al confinamiento con límites que ya alcanzan más allá de 2021.
En Alemania se toman decisiones que apoyan a las micro y pequeñas empresas con aportes de los gobiernos para cubrir hasta 75 por ciento de las pérdidas de las empresas. En Inglaterra, antes del aviso del nuevo confinamiento usted, si iba a un restaurante recibía 40 por ciento de apoyo en el consumo realizado, es decir, parte de la cuenta corría por parte del gobierno.
No es que se rescate a las empresas, sino se ponen diques para evitar el quiebre de ellas, pero sobre todo el que no se impacte más el ingreso de los trabajadores o se pierdan más empleos.
Los índices estadísticos, los indicadores y las previsiones con que iniciamos esta colaboración no traducen la posibilidad de que las empresas sigan quebrando, que se pierda más empleo, que el que llegue a recuperarse sea más frágil con salarios precarizados.
Ninguna estimación nos alerta tácitamente de que un particular, un padre de familia tenga que incurrir en cartera vencida, que un joven deje de estudiar al no poder su padre seguir pagando las colegiaturas o incluso ni siquiera pagar los libros o las facturas de un internet de casa, ahora tan fundamental en nuestras vidas.
El problema en que debemos pensar no es en qué condición nos dejaron los regímenes deshonestos del pasado sino cómo vamos a replantear el futuro, con qué metas, con qué ambiciones, con qué políticas públicas, con qué estímulos y a partir de ahora de dónde habremos de iniciar esa cruzada.
Deberíamos de iniciar una reflexión honesta que nazca de una pregunta obvia: ¿Por qué México no ha podido crecer más de un 2.1% promedio en cuatro decadas?
¿Qué no hemos hecho bien o qué no hemos hecho?, ¿El asunto se trata de corrupción solamente? Se trata de una guerra abierta entre el liberalismo, la clase empresarial en contra de los pobres ¿es solo eso?
Con todo respeto no veo en el horizonte capacidad no solo de atender la emergencia que nos aplasta sino de plantear con visión estadista cuál es la meta, dónde está la aspiración y cómo puede conseguirse.
El problema ya no es la pandemia, es nuestra pandemia endémica.
@etorreblancaj en Twitter