Cortinas de humo
CIUDAD DE MÉXICO, 27 de septiembre de 2018.- A la vuelta de 50 años, la gran pregunta no respondida sobre el 68 estudiantil se puede plantear así: ¿por qué el rector Javier Barros Sierra, priista, lideró la protesta juvenil? Es cierto que el ingreso de fuerzas de seguridad en instalaciones universitarias y el bazucazo a la Prepa 1 fueron un exceso, pero la política es la administración de las desproporciones.
La relación Díaz Ordaz-Barros Sierra no ha sido estudiada. Si la sucesión presidencial de 1970 se perfilaba en 1968, el rector Barros Sierra –que había perdido la candidatura priista en 1963 ante Díaz Ordaz– potenció el conflicto para desbarrancar a Luis Echeverría, secretario de Gobernación, como candidato e impulsar al precandidato de los universitarios: Emilio Martínez Manautou, secretario de la Presidencia.
En el sitio El 68 en Indicador Político (http://www.indicadorpolitico.mx/?page_id=84528) se presentan varios puntos oscuros del movimiento estudiantil. Díaz Ordaz aceptó en 1966 que la junta de gobierno designara a Barros Sierra como rector después de la humillación al rector Ignacio Chávez por grupos de porros priístas encabezado por Leopoldo Sánchez Duarte, hijo del entonces gobernador Leopoldo Sánchez Celis.
Los órganos de dirección de la UNAM eran priistas, aunque con presencia universitaria. Díaz Ordaz había aceptado a Barros Sierra como una forma de superar ambos la crisis sucesoria de 1963.
Cuando ocurrió la radicalización autoritaria del movimiento estudiantil del 68 en la tercera semana de julio, Barros Sierra tuvo dos opciones: operar como espacio de distensión de la UNAM con el Estado para evitar más violencia o liderar la protesta como rector. El punto clave estuvo en el hecho de que el rector de la UNAM nunca ha sido una autoridad realmente autónoma y siempre ha jugado un papel estabilizador estudiantil dentro del sistema político priista. De haber usado su fuerza institucional ante el presidente de la república y el secretario de Gobernación, la crisis nunca se hubiera desencadenado. Barros Sierra tampoco utilizó su experiencia priista en lucha por candidaturas presidenciales para negociar con Luis Echeverría, secretario de Gobernación y precandidato presidencial.
El liderazgo de Barros Sierra del movimiento estudiantil lo puso de frente con el precandidato Echeverría. Su gran error fue el 1 de agosto: anunció que con la invasión de policías y militares a instalaciones universitarias había muerto la autonomía e izó a media asta la bandera nacional en Ciudad Universitaria todavía sin muertos. Con ambas decisiones, el conflicto se polarizó entre la autoridad y los estudiantes. Sólo hasta comienzos de octubre aceptó Barros Sierra mediar en el conflicto y facilitar un diálogo entre gobierno y estudiantes, pero fue demasiado tarde.
Nadie puede discutir la figura de Barros Sierra como el héroe civil del 68 por su defensa y liderazgo estudiantil, pero dejó al conflicto sin un espacio de despresurización política y lo metió en la disputa por la candidatura presidencial de 1970. Al encabezar las marchas de protesta, Barros Sierra se convirtió en un adversario del gobierno. Lo malo, sin embargo, era que la estructura de la rectoría no le alcanzaba a su titular para conducir una protesta callejera y sabedores todos que en ese problema se iba a dirimir la sucesión presidencial.
Barros Sierra siempre supo de los conflictos inherentes a los procesos de designación del candidato oficial. La ruptura política de Barros Sierra con Díaz Ordaz por la candidatura presidencial de 1964 fue el factor no visible –pero dominante– del choque Díaz Ordaz-Barros Sierra en julio y agosto de 1968 ante la candidatura presidencial de 1970. Barros Sierra apostó fuerte… y perdió, aunque embarcó a la UNAM en un conflicto contra el Estado.
Barros Sierra tenía su propio candidato presidencial. Si como dicen Echeverría fue el factor detonante en el escalamiento de la crisis, Barros Sierra cayó en las trampas del sistema. Es probable que el rector haya supuesto que el estallamiento del conflicto hubiera terminado con las aspiraciones de Echeverría y entonces el candidato presidencial de los universitarios, el secretario de la Presidencia, Emilio Martínez Manautou, hubiera ganado la nominación priísta para 1970-1976. A pesar de la salida violenta, Echeverría ganó la candidatura.
El juego sucesorio priista de Barros Sierra en el 68 sigue oculto.
Política para dummies: La política es el juego de poder, pero sólo cuando los contendientes así lo entienden; si no, es guerra fratricida.
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