La elástica Constitución
La crisis hidráulica que viven diversas entidades del norte del país, como Nuevo León, Sonora, Chihuahua y Coahuila llegó a tal punto que la captación y abasto de agua es ya un asunto de seguridad nacional. Lo deberían ser también la crisis contaminante y el calentamiento global que derrite glaciales y aumenta los volúmenes en el mar, pero por algo había que iniciar.
Así, de frente a la peor sequía registrada en el país en los últimos tres años, el Ejecutivo federal ha decidido reformar la Ley de Aguas y poner fin a una serie de concesiones de explotación del líquido para fines industriales, tales como la minería y el fracking.
Justo a mediados de la semana que concluye, el gobierno federal consideró que el almacenamiento y abasto de agua es un asunto de Seguridad Nacional, así, en la sedienta entidad de Nuevo León y su capital Monterrey –la tercera ciudad más importante del país y de eminente vocación industrial–, será el Ejercito quien tome el control para superar la crisis hidráulica.
Al tiempo que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) iniciará la construcción de un acueducto, con el apoyo de empresas locales. De entrada, más de un centenar de pipas dotan del vital líquido a colonias de diez municipios del sediento estado de Nuevo León.
Es de considerarse que más de 90 por ciento de los neoleoneses viven en Monterrey y su cinturón conurbado, lo que explica porque se ha concentrado la crisis en la capital regia.
Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han dado cuenta de que entre 12.5 v 15 millones de habitantes no tienen acceso a agua potable en el país, pese a que estamos ubicados como el quinto de mayor consumidor del liquido en el orbe, con 366 litros de agua por día per cápita.
Los datos de nuestra máxima casa de estudios apuntan a las actividades agrícolas como las mayores consumidoras del líquido con un 76 por ciento, seguido del abastecimiento público y de consumo humano con un 14.4 del agua disponible. Las fugas y desperdicios explican el porcentaje restante. Un dato sobrecogedor es el hecho de que la escasez de agua afecta aproximadamente al 40 por ciento de la población mundial, y así en los Países Bajos de Europa el desabasto ya es también una situación de emergencia nacional.
En el caso de nuestro país, el gobierno de López Obrador ha fortalecido programas para impulsar estas acciones a través de instancias como la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y el esquema denominado Programa Nacional para Captación de Agua de Lluvia y Ecotecnias en Zonas Rurales (Procaptar), dado que es en este sector donde se registra el mayor consumo del vital líquido. Señalado en una amplia nota de un diario de circulación nacional.
Pero advierte que no obstante, la normatividad existente, “hay que reconocer que prevalecen problemas como los hábitos y prácticas en el uso del agua, que son elementos que fomentan el desperdicio, la dificultad de los municipios para satisfacer en cantidad y calidad los servicios de agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas residuales además de las malas condiciones de la infraestructura.
“Por ello, se deben frenar las prácticas que agudizaron el problema de abasto del líquido, ya que en sexenios pasados se entregaron cinco mil 300 concesiones de agua en nuestro país a empresas extranjeras que se dedican a producir granjas avícolas, porcinas y ganaderas, que representan millones de metros cúbicos de agua con la que no cuenta la población en general.
“Es de tenerse en cuenta que las refresqueras también se han visto beneficiadas con cerca de 51 concesiones, agudizando incluso problemas colaterales porque en lugar de agua, la población la sustituye por esas bebidas azucaradas en municipios indígenas, en inspectorías, rancherías y juntas auxiliares que, para saciar la sed, las consumen”.
Es un tema delicado pero impostergable atenderlo, porque los recursos naturales no tienen partido, no se trata de una disputa pues todas las mexicanas y mexicanos debemos comprometernos a su racionalización y cuidado para el bien de las futuras generaciones.
Al respecto especialistas en economía han advertido que, aunque parezca que el agua, el cambio climático y la economía son temas diferentes, lo cierto es que los cambios que está sufriendo el planeta impactan directamente en nuestro bolsillo. La falta de agua impactará en la producción de alimentos y multiplicará el gasto familiar en la obtención del mismo líquido y productos agroalimenticios
Por otra parte, las sequías, las lluvias torrenciales y calores intensos, así como inundaciones y huracanes son algunos de los fenómenos climatológicos que alcanzan a la salud, a la economía y al bienestar –e incluso– el patrimonio de las personas.
Así de simple: sin agua no hay vida.