Día 28. PIB: crisis por modelo desarrollo y neoliberalismo
No nos cabe duda alguna, el proyecto llamado Cuarta Transformación tiene mucho de religioso, más no es una religión. La religión está vinculada a una institución como la iglesia, lo religioso no lo necesita; la religión requiere de la creencia del más allá, de la confesión, de deidades, en cambio, lo religiosos no los requiere. Regis Debray nos dice que se puede vivir sin religión pero no sin lo religioso.
En la Cuarta Transformación se expresa lo sagrado en los sentimientos de parte del pueblo de México, la gran preocupación de este pueblo es que está consciente de la perennidad, por eso, el líder y su séquito buscan su trascendencia, esta tesis será la sustancia de la campaña del 2024: “que no vuelvan los corruptos”. Aunque haya evidencia de la corrupción de hoy. Será la fe en el Movimiento que puede hacer posible su trascendencia. La necesidad de crear una etapa, de preservar una identidad, definen al sujeto de la Cuarta Transformación.
El Estado de la Cuarta Transformación es un Estado que ha abandonado sus ideales de origen, porque vive de atención de la realidad inmediata, de fin, el Estado se ha convertido en mecanismo para resolver problemas, el abandono de lo religioso por el Estado es evidente. Por la solución de lo inmediato, el Estado de la Cuarta Transformación se siente presionado por la opinión pública, a partir de la lógica de la demanda, al Estado le es problemático la cuestión de la oferta.
Las personas, los grupos y las clases demandan cosas muy concretas, al Presidente solo se le ocurre decir de la importancia de su movimiento. De esta manera, necesariamente el gobierno se orienta, según las opiniones y necesidades, que el presidente trata de eludir. Esto lo obliga actuar en medio del culto de las emociones, en donde la demagogia adquiere carta de naturalidad. Parece que la Cuarta Transformación se apega a una sola lógica, a la del presidente.
El hecho de que a la Cuarta Transformación es requerida constantemente por los medios de comunicación, estar siempre en pantalla, que lo obliga, a la consulta de los mismos con la cotidianidad debida, el titular del Poder Ejecutivo adquiere la personalidad de un comediante para el buen consumo informativo del ciudadano. Es justo reconocer que el jefe de Estado pasa a un segundo plano, pasando a la palestra los intérpretes. Las entrevistas, las mesas redondas y la interpretación del titular del medio se han vuelto fundamentales.
Mientras que el presidente transmite una idea, un proyecto, un deseo, una historia, o por lo menos es lo que intenta, los medios propagan la información en el espacio. Vemos con precisión que los opositores también no transmiten, propagan. Las oposiciones logran la transmisión, cuando son capaces de formular una idea operativa, por ejemplo: el INE no se toca.
El presidente transmite a diario los contenidos de lo religioso de la Cuarta Transformación, en esto consiste su éxito. A diario está incrementando en los seguidores la fe en el porvenir, esta fe está suplantando todas las deficiencias de su administración. Muchos aseguran que el presidente comunica, propaga, no, como buen sacerdote de la verdad, transmite, emociona, da fe en el porvenir, por esa razón, su sucesor será quien sea capaz de adherirse en la Cuarta Transformación como apóstol, no como un nuevo Mesías.
Pero da la casualidad que el verdadero apóstol no surge de su movimiento, sino de una corriente distinta. Ella expande, profundiza la nueva fe, la nueva creencia: Cómo conciliar los derechos de las personas con los derechos colectivos, esto se llama Comunalidad o Buen Vivir.
Los problemas colectivos son enormes como: deterioro del ambiente, de la crisis del agua, de la seguridad de la vida de las personas y de sus bienes, de la desigualdad y de la pobreza, por mencionar algunos. Las personas reclaman la falta de libertad y de la seguridad. El Mesías ya no los pudo resolver, le toca al apóstol.