Cortinas de humo
OAXACA, Oax., 22 de abril de 2018.- Polemizar, debatir, al contrario del discutir, contiene un acto racional que implica cuidarse de las pasiones.
Además de ser un acto racional es un arte, en el sentido que se deben cuidar las formas, saber utilizar el conocimiento, la ironía, saber de la perfección del habla, saber expresar por medio del cuerpo, demostrar pulcritud en cuanto persona, carácter, personalidad, saber utilizar la elocuencia.
Como arte entonces se aprende, se estudia, se practica, se debe conocer de sus normas, reglas. La retórica fue una de las primeras formas de expresión del arte de la polémica, esta se estudiaba en el mundo antiguo europeo, Catón y Cicerón fueron grandes ejemplos de buenos polemistas.
Este arte sirve para convencer a una asamblea o a un público en general de una manera particular de ver los problemas de la vida, de la sociedad, del gobierno, del Estado, o del mundo, demostrar que se tiene la razón ante otras tesis.
El principal arma del arte de la polémica es, sin duda alguna, la argumentación, una cosa puede ser verdadera o falsa, no por su naturaleza, sino por su argumentación.
En alguna ocasión dos hombres ilustrados polemizaban sobre la existencia o no existencia de Dios, se enviaron sendas cartas sobre el tema, después de largos años del debate entre ellos, uno de ellos dijo: “está bien usted me ha convencido por sus argumentos, Dios no existe” el otro le contestó: “ahora le voy a demostrar lo contrario, Dios si existe”. Con esto queremos decir que la verdad o falsedad de las cosas, en el debate, depende de la argumentación.
De esta manera se puede decir que sólo puede argumentar bien una persona de una sólida cultura, de una experiencia amplia, de suma inteligencia, de una mente ágil, dialéctica, perspicaz; un tonto le es imposible argumentar, ejemplos de la vida abundan, por ejemplo, ahora que se instituido el juicio oral, nuestros abogados deberán ser duchos en el arte de la polémica, deberán de ser capaces de sacar de la cárcel a la persona aunque sea culpable.
Un segundo elemento del debate es el conocimiento profundo de los rivales, saber de sus fortalezas para no caer en ellas, de sus debilidades para exhibirlos, de sus reacciones, de sus argumentos para contra argumentar, sin el conocimiento del adversario sea una persona o una asamblea, más vale no asistir al debate.
Un tercer elemento consiste el comprender de la dinámica del debate, de su momento, de cómo está la correlación, saber de la ubicación del discurso de cada uno de los polemistas es vital para saber si es el momento para atacar a fondo, para reposicionarse, para escoger al enemigo idóneo y sirva de base para ganar el debate.
Aprovechar de algún resquicio que haya dejado el oponente para eliminarlo. El debate pues es un proceso, tiene su dinámica, adquiere vida independiente, es también importante saberse controlar en el debate para no ser arrastrado por su dinámica.
Entonces la polémica tiene sus tiempos, sus momentos, su ritmo, el polemista debe saber utilizar estos tiempos a su favor, estar fuera de tiempo, de momento en el debate es muy peligroso, el polemista aparece como tonto, como imbécil.
Un cuarto elemento en este arte de la polémica es saber utilizar la contundencia de las palabras, decirlas a tiempo, con elegancia, mediante frases bien construidas, todavía se recuerda la frase lapidaria de Carlos Marx en una polémica con Bruno Bauer el la Liga de los Justos, ante la necedad y estupidez de este, Marx le dice: “Jamás la ignorancia ha tenido mejor representante que usted”. Con esta frase Marx cierra el debate con una victoria contundente.
Desde luego, elemento fundamental del arte de la polémica es su manejo por la prensa posterior a la misma, estar atentos a ello aunque no se haya ganado es vital para seguir en la lucha electoral.
Los liberales del siglo 19 mexicano fueron grandes polemistas, los hombres de la Revolución integrantes del Poder Constituyente también lo fueron, los posrevolucionarios como Vasconcelos, Cabrera, Lombardo, Mújica, por citar algunos, fueron grandes polemistas.
En mi vida he conocido algunos muy buenos como Fernández de Ceballos, Muñoz Ledo, Reyes Heroles, Lamadrid, Núñez Jiménez, López Portillo era muy bueno, el último Presidente culto que hemos tenido.
Bajo las premisas básicas anteriores, me sentaré frente a mi televisor a ver y estudiar el desempeño de cada uno de los candidatos a la Presidencia de la República, como lo seguramente usted lo hará, espero que el nuevo formato permita lucir al mejor y presentar ante los ojos de la nación al peor polemista, al que no se preparó, el que dejó pasar la oportunidad de recuperarse, de ascender o de consolidar su ventaja.
Veré el contenido y la forma para el análisis político, pues mi voto ya lo tengo decidido.