Día 22. Palacio perdió dominio de la agenda de la crisis
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de noviembre de 2018.- La copia que hicieron los empresarios mexicanos con su Buen fin, del famoso Viernes Negro que se aplica en Estados Unidos y otros países, no tiene más propósito que extraer lo que dejó el aguinaldo ya pagado y seguir con la capitalización que iniciaron durante el verano con campañas como Julio Regalado.
Y como la Asociación de Bancos de México está metida junto con los organismos empresariales más importantes y apoyo del gobierno federal, es de presumir que las comisiones bancarias hoy en plena fama, se intensificarán del 16 al 19 de noviembre.
Se trata de que el consumidor caliente poco efectivo en sus bolsillos, ya no digamos en sus ahorros y se prepare con lo último para los gastos navideños.
El Viernes Negro del país del norte se celebra una semana después del Día de Gracias y cubre la metáfora de recordar que con anterioridad -no sabemos por qué-, las tiendas estaban en números rojos y a partir de ese viernes la contabilidad aparece en negro.
Nada de luto: jolgorio.
En menos de un mes, los gringos nos imponen tradiciones, ya que si bien el Halloween tiene origen escocés, los vecinos son los que lo practican y lo reverdecen ante el mundo.
Y ahora su viernes negro en un país como el nuestro que acepta sin chistar imposiciones y olvida que nosotros tenemos una historia que podríamos también reverdecer.
EL ALBAZO DE LAS COMISIONES Y LAS GARRAS DE LOS BANCOS
Vinculados bancos y empresarios, hay que señalar que el famoso Buen fin en 7 años de aplicarse- este será el octavo-, se centra básicamente en productos suntuarios, electrónicos y de alto consumo.
Se agregan ciertos productos de consumo popular, pero en general la compra cotidiana no entra.
El año anterior en el que participaron 86 mil 400 empresas se obtuvieron ingresos de 94 mil millones de pesos, pero el evento ya flaqueaba.
No se logró el objetivo completo.
En esta ocasión se han registrado 58 mil empresas.
Las disposiciones de los clientes en el uso de tarjetas con extracción en cajeros, pone énfasis en las comisiones, con consulta de efectivo, de saldos, con préstamos y todo lo que implican las 12 o 13 comisiones que únicamente tomará en cuenta la iniciativa del Senado que propuso Ricardo Monreal y que ha causado tanta polémica.
Si bien la medida es necesaria si se parte de que los bancos obtuvieron el año anterior 108 mil millones de pesos por comisiones y solo en un mecanismo abusivo como es el cobro de uso de tarjeta, fue de 18 mil 383 millones, al parecer según analistas y editoriales, fue una medida anticipada y dejó fuera posturas frente a los bancos que tendrán que ser negociadas.
O sea, que hasta este momento los que han tenido y continuarán teniendo un Buen fin, serán los banqueros.
OTRO FIN, EL DE LA GRAN GUERRA HACE CIEN AÑOS, EL ONCE DE NOVIEMBRE DE 1918
Aunque han pasado cien años, conmemorar el fin de un cruento acontecimiento siempre es digno de alegrarse.
Es cierto que soplan vientos de fronda en la vieja Alemania con el resurgimiento de los partidos nacionalistas y es un efecto que se reproduce en el mundo; aquí mismo si analizamos algunas de las actitudes y pronunciamientos en la marcha Fifí del 11 de noviembre.
Acto que curiosamente, como una baladronada usaba los tres onces. -11 de noviembre a las once de la mañana de 1918- para recordar aquel terrible suceso y la posibilidad de reedición.
En muchas partes del mundo se conmemoró con actos. Muchos, innumerables autores de la época y de la etapa moderna han escrito sobre aquella guerra y a mi siempre me ha gustado recordar al antibelicista Erich María Remarque, el gran escritor alemán que se nacionalizó estadounidense después de la guerra.
Perseguido, con sus libros quemados públicamente, Remarque resistió y su gran obra, entre muchas que escribió, Sin novedad en el frente (Morena Cultura, para leer en libertad 2013, Rosa Luxemburg Stiftung) llegó a vender 500 millones de ejemplares.
Ha sido llevado al cine dos veces y a filmes televisivos. La descripción de los horrores de aquella guerra, Erich la sustenta en un joven soldado Paúl Brümer quien junto con varios compañeros jóvenes como él, viven todas las peripecias de la conflagración.
Escrita en 1929, Remarque hizo después una segunda parte. Yo la leí allá por los años sesenta y como a los millones que la leyeron quedé impactada cuando Paúl es herido de muerte y el ejército publica lo que es uno de los párrafos finales de la novela: “un día tan tranquilo y calmado, que el informe del ejército se limitó a la frase, sin novedad en el frente”.