Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de agosto de 2018.- Al parecer la campaña se ha generalizado, ya no solo lo es de los 16 países encabezados por Estados Unidos, que más han sido agredidos por la pederastia clerical; los que como Australia registran 4 mil 440 víctimas de pederastia cometidas por curas, que engloban a mil 880 sacerdotes y se investiga a un millar de iglesias.
Ahora se suman muchos países para pedir el freno a una iglesia que sigue tolerando la agresión a niños y a adolescentes.
Como respuesta, el clero ha reaccionado sacando la espada, como lo hizo el papa Francisco ante las acusaciones en Chile, en una actitud de la que después se arrepintió.
Y ahora lo secunda un cardenal mexicano, el prelado de Xalapa, Sergio Obeso Rivera, un hombre que ha sido poco dado a los escándalos, de trato correcto, centrado, de gran diferencia con aquellos como Alamilla y Pérez Gil que hacían trinca con Jerónimo Prigione.
Obeso devuelve lo que él considera ofensa, señalando los pecados de los demás que tienen cola que les pisen, sabedor de que su iglesia nos involucró a todos en un pecado original, sobre el que no fuimos consultados.
Todos somos pecadores, pues. La defenestración del país teocrático se agudiza no solo por los abusos sexuales.
En el país del norte se informa que 300 sacerdotes quedaron signados como pederastas después de una investigación, pero al mismo tiempo en el caso del aborto rechazado por un legislativo conservador en Argentina, miles que pueden llegar a millones, han renunciado a la iglesia católica.
Su conservadurismo, su cerrazón ante el cambio de los tiempos, su enclaustramiento medieval, están llevando a la iglesia católica a niveles de descrédito nunca vistos.
Algunos altos prelados se aferran a la frase que usaba Norberto Rivera al decir que solo es un complot, y señalan que es un campaña para impedir que esa institución siga dando su doctrina. Algo tienen que decir.
EL PAPA FRANCISCO NO HA HECHO NADA: LA BBC Y EL PADRE ATHIÉ
En el oscuro panorama frente al que mantiene una posición ambigua aunque el papa se manifieste dolorido de la situación, el Vaticano está en una encrucijada.
Lo advierten la ONU a través de medios como la BBC de Londres.
En su momento el papa Benedico XVI expulsó a 400 sacerdotes, pero en la actualidad es menos la cifra investigada.
Desde 2014 cuando presentó una demanda contra el entonces primado de México Norberto Rivera, el ex sacerdote Alberto Athié ya hablaba de más de 500 niños violados en México sin que el Vaticano y la Conferencia Episcopal Mexicana menos las autoridades regulares, dieran respuestas convincentes.
Un solo sacerdote Gerardo Silvestre fue cambiado 7 veces de sede para protegerlo; es un complot contra nosotros, le repitió Rivera cuando fue a denunciar casos concretos.
Activista y defensor de los agredidos en pederastia, el padre Athié sigue con su lucha y ha reconocido que el tema no es nuevo y que la iglesia no se puede hacer la que ignoraba el hecho: desde 1922 el papa Pío X1 trató el tema y Juan XXIII tomó conciencia de él en el Concilio Vaticano II.
EL HOMBRE DE LOS SANTOS Y LA REIVINDICACIÓN DE UN CULTO VERDADERO
Escritor y cineasta, multipremiado en ambas actividades, el español Jesús Fernández Santos, rescató en su novela El hombre de los santos (Bruguera 1981) la sencillez del verdadero creyente a través de un arte, la restauración de imágenes.
Como muchos párrocos y religiosos que en el mundo ofrendan sus vida en aras de una creencia, don Antonio el pintor y restaurador de la novela, también dedica décadas de su vida a hermosear altares, a resanar murales y a repintar vitrales.
Siempre subido en una escalera, callado, pensativo, raspa paredes y pega con una resina creada por él, la veleidad de los santos.
El hombre de los santos lo llaman a donde va, en una narrativa de las más poéticas que ha dado la época en la que se fraguó el escrito, 1969, cuando ganó el premio de la crítica.
España y sus pueblos son descritos con una belleza que se hermana a la mano hábil del restaurador y a la tristeza que se desprende de sus vida solitaria.
Con su trabajo, dicen sus editores, rescata el rostro de España, de los pueblos y también el suyo en una épica del amor y la soledad.
Como cineasta, Fernández Santos ganó la Bienal de Venecia con su filme El Greco y el Riccio D’ Oro de la televisión italiana con el filme Elogio y nostalgia de Toledo.