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“Con motivo de los 25 años de la muerte de Octavio Paz, que acabamos de conmemorar, el Consejo de El Colegio Nacional me ha encomendado, en mi carácter de presidenta en turno de la institución, trasmitirles a todos ustedes y a la opinión pública, nuestro beneplácito por el esfuerzo que han estado realizando las instituciones culturales de la República para resguardar el patrimonio de Octavio y Marie José Paz”, señaló la colegiada Susana Lizano Soberón.
“En ese sentido, El Colegio Nacional, respetuoso del proceso legal en curso, tiene plena confianza en que se cumpla la voluntad expresa y manifiesta de Octavio Paz de legar su archivo a este Colegio, del cual fue miembro durante los últimos treinta y un años de su vida. El Colegio Nacional está listo para recibir el Archivo de Octavio Paz”, expuso la astrofísica al concluir el homenaje a Octavio Paz (1914-1998) en su 25 aniversario luctuoso.
El acto fue coordinado por el ensayista Gabriel Zaid y el historiador Enrique Krauze, ambos miembros de esta institución.
El acto, titulado El futuro de Octavio Paz: a 25 años de su muerte, contó con la participación presencial de Enrique Krauze, Adolfo Castañón, María Baranda, así como de los colegiados Christopher Domínguez Michael y Susana Lizano, presidente en turno de la institución; mientras que Aurelio Asiain, Guillermo Sheridan, Roger Bartra y Malva Flores intervinieron en formato virtual.
Domínguez Michael fue el encargado de dar lectura a la participación de Gabriel Zaid. En el texto, el ensayista señaló Octavio Paz hizo estudios de derecho de 1932 a 1937, en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero él quería ser poeta y revolucionario. “Sus textos tratan del amor, la revolución y la poesía”.
En vez de sacar su título de abogado, Paz, junto con un grupo de amigos, “fundó una escuela en una zona pobre de Yucatán, donde recibió una invitación de Neruda para participar en el Segundo Congreso Internacional en Defensa de la Cultura, que se llevó a cabo en Valencia, España, en 1937”, señaló Zaid en voz de Domínguez Michael.
En París, Francia, colaboró con el movimiento surrealista cuando conoció a André Bretón, al mismo tiempo que colaboró en la Secretaría de Relaciones Exteriores. De 1962 a 1968, en India, Paz vivió “experiencias fundamentales: personalmente, el encuentro con Marie José Tramini; poéticamente, la experimentación, intensidad y transparencia de poemas y libros como Blanco, Viento entero y Ladera este; culturalmente, la profundización de la conciencia del oriente; profesionalmente, su desempeño, por primera vez, como embajador; políticamente, la ruptura con Gustavo Díaz Ordaz por la masacre de Tlatelolco en 1968”.
En su mensaje virtual, Roger Bartra comentó que a Octavio Paz le hubiera gustado morir en el seno de la revolución y de la nación. “Aunque trató de escapar de la mexicanología, tendió las trampas que le dejaron encerrado en la búsqueda inútil, pero emocionante del ser, la psique y el carácter de lo mexicano”, como lo registró en El laberinto de la soledad.
De acuerdo con el antropólogo, la publicación de este libro opacó el libro El perfil del hombre y la cultura en México de Samuel Ramos, “pero como si fuera una venganza, Ramos y sus seguidores encerraron a el libro de Paz en canon de la mexicanidad, en el canon al que Paz se había resistido ser incluido”.
En su participación, la poeta María Baranda comentó que el futuro de Octavio Paz siempre va a estar en los jóvenes. También compartió que la lectura colectiva del poema Piedra de sol fue un importante rito de iniciación. Además, contó que, siendo muy joven, colaboró en la edición y traducción junto con Paz.
Una de las lecciones que Nobel mexicano le dio, fue la siguiente: «El poema siempre debe de estar en movimiento, ahí se abre el tiempo, hay que escribir siempre cerca del abismo».
En su oportunidad, Adolfo Castañón, quien colaboró en la redacción de la revista Vuelta, bajo la dirección de Octavio Paz, como corrector, editor y crítico literario. El ensayista mexicano contó diversas anécdotas, destacó: “He tenido sueños con Octavio Paz. En uno de esos sueños, que tenía que ver con la fundación de la revista Vuelta, aparece un tigre, que simboliza a Paz. Se sueño está publicada en un poema que se llama El oro tigre.
Octavio Paz es considerado uno de los poetas más reconocidos de la literatura mexicana y mundial del siglo XX. Obras como Piedra de sol (1957), Blanco (1966) o Pasado en claro (1975) lo perfilaron en un maestro de la poesía, en donde experimentó entre narrativa y lírica.
Además del Premio Nobel de Literatura, Paz fue galardonado con reconocimientos nacionales e internacionales, como el Premio Cervantes, el Premio Nacional de Ciencias y Artes, el Premio Internacional Alfonso Reyes y el Premio Xavier Villaurrutia. Fue beneficiario de la beca de la Fundación Guggenheim y las Universidades de Roma, Harvard, Boston, Nueva York, Texas, Murcia y la Universidad Nacional Autónoma de México lo nombraron doctor honoris causa.
Paz ingresó a El Colegio Nacional el 1 de agosto de 1967. Su lección inaugural, titulada La nueva analogía, recibió la salutación del crítico literario y ensayista Antonio Castro Leal.