Que los libros regresen para que sean leídos por otros ojos: Rivera Garza
OAXACA, Oax. 8 de mayo de 2020.- Este mayo ha sido sombrío. Los días han sido con lluvia y algo de nublados, con un virus que de solo imaginarlo nos asusta, podemos saber que existe por sus bajas y el número que nos cuentan de la gente que ha muerto.
Sombrío pues no hubo nada para conmemorar a un genio, que en 1925 llegó a Ocotlán de Morelos. Solo su obra nos da un poco de colorido.
Rodolfo vino del cielo, o quizá escapó de algún sueño, esos que reflejó después en sus pinturas. Dicen que no lloró. Llegó alegre, sonriendo, pues eso era para él la vida.
Rodolfo Morales, el artista, el benefactor, el pintor. Este 8 de mayo se conmemora un aniversario más de su natalicio y por supuesto, de su obra.
Recorrerla es una insinuación a la alegría en estos momentos de crisis. Recordar que una parte esencial es estar juntos, unidos por la fiesta o por el duelo.
Podemos entrar en su sueño e imaginar esos jolgorios, de flores, frutas y estrellas, donde los perros andan sin alguna restricción y las mujeres bailan.
También podemos volar o andar en bicicleta. Uno es libre de imaginar en la obra de Morales. Tocarse la cara, tomarse de las manos, solo ahí. Es una restricción ahora, al igual que el arte, pues poco se recordó al artista que tiene un legado impresionante de rescate cultural y amor a su pueblo.
Ya vendrán otros mayos. Ojalá vinieran también más Morales.