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CIUDAD DE MÉXICO, 17 de agosto de 2020.- Si los jaloneos entre gobernadores y el Presidente de la república se convierten en agenda del debate corto, entonces esas confrontaciones podrían ser la segunda oportunidad del vigente sistema/régimen/Estado priista para asumir una segunda alternancia en la presidencia.
Sin embargo, todo es confrontación, no proyecto de reorganización del Estado centralista, unitario.
En la alternancia de Vicente Fox en el 2000 nació la Conferencia Nacional de Gobernadores; hoy es el grupo disidente de ejecutivos estatales. Ambas ocasiones han carecido de una reflexión urgente para rescatar la transición a la democracia que no debe empantanarse en el conflicto sólo electoral. El gobierno priista de Peña Nieto representó el último intento de restauración priista y se está hundiendo en la corrupción generalizada.
El problema radica que en el equipo político del presidente López Obrador no existe reflexión sobre el camino político mexicano desde 1968 y carece de un enfoque de las reglas y exigencias de toda transición: el desmantelamiento del viejo régimen necesita de precisión sobre la ineficacia de las viejas reglas y la urgencia de nuevas formas de convivencia política.
En medio de la política de toma y daca y de campos minados, el tema central de toda transición es la formalización de las formas republicanas de gobierno. En España fueron las comunidades autónomas; en México son los estados que no son ni libres ni soberanos, que representan casi departamentos de la estructura centralista, que carecen de vida productiva propia y que dependen en 90% de las aportaciones federales. La crisis llego cuando el presidente y el PRI comenzaron a perder elecciones locales y la oposición ganó estados sin autonomía. La lucha entre una federación centralista unitaria y estados con autonomía relativa dependientes del centro conducen a un colapso del federalismo.
Las reuniones del presidente López Obrador con grupos de gobernadores van a fracasar porque no tienen un marco referencial de transición del sistema centralista del régimen priista a un federalismo libre y soberano. Entidades petroleras pierden su petróleo y no reciben recursos federales.
El eje del nuevo federalismo es el fiscal: el Estado federal no puede seguir teniendo a los estados como recaudadores y las entidades necesitan mayor vida productiva con impuestos locales. La agenda de la actual CONAGO es parcial, sin en foques transicioncitas y centralista.
La agenda política actual es de jaloneos y de conquistas pírricas. No existe un diagnóstico de lo que falló en la transición del 2000 con Fox. Y los actuales gobernadores salieron de pequeños grupos de poder, no de propuestas estratégicas transicioncitas y ya en el poder sueñan con la silla presidencial y no con un proyecto de reorganización del Estado
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EU: 2020. La designación de Kamala Harris como candidata demócrata a la vicepresidencia tiene tres lecturas: la obvia: es negra, progresista y mujer; la compleja: Hillary Clinton era progresista y mujer y la aplastó Trump; la intermedia: los estadunidenses no votan por esas claves sino por el establishment que les garantice su confort.
El efecto Harris le pegó más al candidato Joe Biden que al presidente Trump, porque los demócratas la vieron con más empaque para enfrentar a Trump. Biden y Harris van a perder tiempo fijando sus propios espacios de poder, no saben usar twitter ni redes y el cacique demócrata Barack Obama siempre desdeñó a Biden.
Las dos ventajas efectistas –mujer y negra– ya no son proposiciones históricas; Hillary siempre supo que su condición de género no le iba a dar votos y Obama dilapidó el valor político del color de la piel al defraudara su comunidad afroamericana abandonándola a su suerte y aumentado su pobreza.
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Política para dummies: La política es la disputa permanente por el poder, no el entendimiento.
@carlosramirezh