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Reseña Histórica: El Segundo Intento de Imperialismo Mexicano y la Incógnita del cadáver del emperador Maximiliano.
SEGUN ESTA VERSION
Maximiliano de Habsburgo no fue en realidad fusilado en el cerro de las campanas de Querétaro, sino, por el contrario, murió a la edad de 104 años en el San Salvador, Salvador.
Fecha del fusilamiento: 19 de junio de 1867
Hoy conmemoramos un hecho histórico que marcó un punto crucial en la historia de México: la ejecución del Archiduque Fernando Maximiliano José de Austria en el cerro de las Campanas. Sin embargo, las últimas investigaciones y hallazgos han arrojado nuevas perspectivas sobre los eventos que rodearon la vida y la muerte de este personaje enigmático. En esta columna, exploraremos los detalles que han surgido a lo largo de los años y evaluaremos la teoría que plantea que Maximiliano, en realidad, no perdió la vida en aquel fatídico día.
En el año 1867, Benito Juárez, líder del gobierno mexicano y también masón al igual que el archiduque, publicó un edicto en el que afirmaba que Maximiliano había sido «hecho justo por las armas». No obstante, pronto surgiría un misterio que despertaría el interés de aquellos dedicados a investigar la historia: en El Salvador apareció un hombre llamado Justo Armas, cultivado, elegante y de esmerada educación, que guardaba un asombroso parecido con el emperador de México.
Justo Armas se convirtió en una figura apreciada dentro de la alta sociedad salvadoreña y siempre evitó discutir su pasado. Se presentaba a sí mismo como el único superviviente de un gran naufragio y no revelaba detalles sobre su identidad anterior. Durante quince años, el investigador Rolando Deneke ha recopilado numerosas pruebas que respaldan la teoría de que Justo Armas y Maximiliano de Austria eran la misma persona.
Hay que poner mucho cuidado con los simbolismos, esto es, el simbolismo relacionado con que Justo Armas se presentaba como sobreviviente de un naufragio. En la misma época los familiares de Maximiliano mandaron a pintar un cuadro metafórico, en donde daban a conocer la caída del imperio y pintando a Maximiliano como el único sobreviviente de ese naufragio, esta coincidencia tiene mucho que ver con la expresión por mas de 60 años de Justo Armas, en el sentido de que era sobreviviente de un lamentable naufragio.
Deneke ha descubierto documentación que demuestra que Justo Armas ya estaba establecido en San Salvador en 1870. Desde entonces y hasta su muerte en 1936, Armas asesoró a todos los presidentes de El Salvador y desempeñó un papel importante en el protocolo de la cancillería y en la organización de banquetes diplomáticos. Sin embargo, lo más sorprendente es que Armas mantenía una peculiar costumbre: recorría las calles de San Salvador elegantemente vestido pero descalzo. Se cree que esto se debe a una promesa que hizo a la Virgen María después de verse amenazado por un grave peligro de muerte.
Pero ¿por qué Benito Juárez, quien juró acabar con los invasores extranjeros en México, decidió perdonar la vida al archiduque y organizar un simulacro de su muerte? Según Deneke, la respuesta podría residir en la fraternidad masónica que compartían Juárez y Maximiliano. Como hermanos masones, Juárez pudo haber considerado que no podía matar a un miembro de la misma orden. En lugar de eso, optó por fingir la ejecución y proporcionar a Maximiliano un salvoconducto para vivir en El Salvador, donde pasaría más de 60 años bajo el nombre de Justo Armas.
Aunque la teoría de Deneke puede pare caer sorprendente y controvertida, no se puede negar que ha despertado un gran interés en el ámbito académico e histórico. Si bien es cierto que la versión oficial sostiene que Maximiliano fue fusilado en el cerro de las Campanas, los indicios y testimonios recopilados por Deneke ofrecen una nueva perspectiva que desafía esta narrativa.
El historiador argumenta que el perdón de Juárez y el supuesto escape de Maximiliano a El Salvador podrían haber sido resultado de acuerdos políticos y diplomáticos entre las potencias internacionales involucradas en aquel momento. La intención podría haber sido evitar una crisis diplomática y permitir que Maximiliano viviera el resto de sus días en el anonimato, en un país donde podría mantenerse alejado de los conflictos y las tensiones políticas de México. Hay otra razón, la misma nobleza del Juárez Masón, no el Juárez Presidente, quien perdonó al hombre, pero fusiló al Emperador Invasor.
Si esta teoría resulta ser cierta, estaríamos frente a uno de los enigmas más intrigantes de la historia mexicana. Justo Armas, el hombre que vivió una vida destacada en El Salvador, habría sido el último emperador de México en una encarnación diferente. Las letras hipnóticas de esta historia radican en la habilidad de Maximiliano para reinventarse y adaptarse a una nueva realidad, ocultando su verdadera identidad bajo el nombre de Justo Armas.
No obstante, es importante destacar que esta teoría aún se encuentra en debate y no cuenta con un consenso definitivo entre los historiadores. Muchos expertos sostienen que los testimonios y pruebas presentadas por Deneke son insuficientes o carentes de sustento sólido. La versión oficial de la ejecución de Maximiliano en el cerro de las Campanas sigue siendo ampliamente aceptada y respaldada por evidencias histórica.
A medida que avanza la investigación y se descubren nuevos detalles, es posible que en un futuro cercano podamos obtener una visión más clara y definitiva sobre la verdadera identidad de Justo Armas y su posible conexión con Maximiliano de Austria. Mientras tanto, este enigma histórico seguirá alimentando la curiosidad y la fascinación de aquellos interesados en desentrañar los misterios del pasado.
Después de su supuesta huida de México, Justo Armas se estableció en El Salvador, donde llevó una vida aparentemente tranquila y exitosa. Según los relatos recopilados, se dedicó al comercio y adquirió una gran reputación como empresario y filántropo. Además, se destacó por su afición a coleccionar objetos de valor histórico, entre ellos una valiosa vajilla de porcelana que se convirtió en una pieza emblemática de su hogar, la que alquilaba y que coincidentemente era la vajilla del emperador Maximiliano, y nadie se explica como apareció esta basta vajilla en el Salvador de los 1880.
La vajilla de Justo Armas era conocida por su belleza y exquisitez, y se rumoreaba que había sido parte del ajuar de la corte imperial mexicana. (De hecho tenía el sello imperial mexicano y por otra parte el águila bicéfala austriaca) Según los relatos, Armas solía alquilar la vajilla para eventos sociales y reuniones importantes, convirtiéndola en una fuente adicional de ingresos para él.
Sin embargo, la autenticidad de la vajilla y su conexión con Maximiliano de Austria siguen siendo objeto de debate y especulación. A pesar de los rumores y las historias relacionadas con ella, hasta el momento no se han presentado pruebas concluyentes que respalden su origen y su relación directa con la figura de Maximiliano.
Por otro lado, es importante observar las pruebas de ADN que se realizaron a los restos de Justo Armas, comparándolos con los del emperador Francisco José I de Austria, hermano de Maximiliano. Las pruebas son consistentes para aquellas de un hermano, pero como son tomadas de restos óseos, se ha especulado que no dan resultados al cien por ciento, por que Don Justo pudo -afirman- haber sido de la familia imperial, aseveran, pero no hermano de padre y madre del Emperador Francisco José, una especie de medio hermano que apareció en el Salvador como por espontaneidad, requiriéndose pruebas de ADN tomadas de dos seres vivos, lo que visto desde el punto de vista mas humano, resulta absurdo, uno tiene y casi 100 años de muerto y el otro, en 1936 tendrá 100 años de muerto
No obstante, si estas pruebas de ADN se han llevado a cabo desde entonces y han revelado una conexión genética entre Justo Armas y Francisco José I de Austria, esto podría ser un importante avance en la investigación. Confirmaría una relación de parentesco entre los dos y aportaría más respaldo a la teoría de que Justo Armas era, de hecho, Maximiliano de Austria en su segunda identidad*.
Es importante tener en cuenta que los análisis de ADN son una herramienta valiosa en la investigación histórica y pueden proporcionar datos científicos que respalden o refuten teorías. Sin embargo, también es esencial abordar estos resultados con cautela y considerar otros aspectos históricos, documentales y contextuales para obtener una imagen completa y precisa de los eventos y personajes en cuestión.
En última instancia, el enigma de Justo Armas y su posible conexión con Maximiliano de Austria continúa intrigando a los historiadores y a aquellos interesados en la historia de México y el imperio austrohúngaro. A medida que se desarrollen nuevas investigaciones y se descubran más evidencias, es posible que se arroje luz sobre estos aspectos y se llegue a una conclusión más definitiva sobre la verdadera identidad y el destino de Justo Armas.
LA HISTORIA Y SU CONTEXTO
Para comprender los acontecimientos históricos que llevaron a Maximiliano de Habsburgo a Querétaro y a Benito Juárez a tomar la ciudad, es necesario remontarnos al contexto de la Segunda Intervención Francesa en México y la creación del Segundo Imperio Mexicano.
En 1862, aprovechando el caos político y la suspensión de pagos por parte de México a sus acreedores europeos, Francia, encabezada por Napoleón III, decidió enviar tropas a México con el objetivo de establecer un imperio favorable a sus intereses en el continente americano. Maximiliano de Habsburgo, archiduque de Austria, fue invitado por los franceses para convertirse en el emperador de México.
Maximiliano y su esposa Carlota arribaron a México en 1864 y se instalaron en la Ciudad de México, desde donde intentaron consolidar su gobierno. Sin embargo, el control del territorio mexicano seguía siendo disputado, y el presidente Benito Juárez lideraba la resistencia republicana desde el norte del país.
Querétaro se convirtió en un punto estratégico en esta lucha. En 1867, Maximiliano decidió trasladar su cuartel general a Querétaro, buscando consolidar su dominio en el centro de México y protegerse de los avances republicanos. Por su parte, Juárez vio en Querétaro una oportunidad para debilitar al Segundo Imperio y planeó un asedio a la ciudad.
El sitio de Querétaro comenzó en marzo de 1867, cuando las fuerzas republicanas rodearon la ciudad y cortaron sus líneas de suministro. Después de meses de resistencia, las tropas imperiales se vieron debilitadas y agotadas. Finalmente, el 15 de mayo de 1867, las tropas republicanas, lideradas por el general Mariano Escobedo, tomaron por asalto la ciudad, poniendo fin al Segundo Imperio Mexicano.
Tras la captura de Maximiliano, se inició un juicio en el que se le acusaba de diversos delitos, entre ellos traición a la República. Durante el proceso legal, el abogado Mariano Riva Palacio, padre del general republicano Vicente Riva Palacio, defendió a Maximiliano. Riva Palacio presentó argumentos en defensa del ex-emperador, argumentando que había sido engañado y manipulado por los franceses y que no había actuado con malicia.
A pesar de la defensa de Riva Palacio, el tribunal lo declaró culpable y sentenció a Maximiliano a la pena de muerte. El 19 de junio de 1867, Maximiliano fue fusilado junto con sus generales Tomás Mejía y Miguel Miramón en el Cerro de las Campanas, en Querétaro.
Tras la ejecución de Maximiliano, el general Mariano Escobedo recibió la espada del ex-emperador como un símbolo de rendición y victoria. Esta espada se convirtió en un emblema histórico y en un recordatorio de la caída del Segundo Imperio y la restauración de la República en México.
Estos acontecimientos marcaron un hito importante en la historia de México
Con Afecto
Arturo
Toda la información anterior la puede usted encontrar en la red y en redes sociales, se considera una forma de entretenimiento y cultura general y en nada substituye le historia.