Cortinas de humo
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de junio de 2020.- El siete de febrero de 2018, titulamos de la siguiente manera el Itinerario Político de entonces, en Milenio: ¡Intelecto estupefacto!
Nos referímos, como sugiere el título, a la estupefacción que entonces provocó entre intelectuales mexicanos descubrir el talante autoritario y nada democrático del más aventajado candidato presidencial; López Obrador.
Desde entonces, estaba claro que Obrador no era un demócrata y menos un hombre de izquierda, sino un profundo conservador con pie de liberal.
Aun así, mucho del intelecto mexicano compró –sólo por conveniencia–, el discurso engañabobos de López, al que esos intelectuales apoyaron sin límitre.
Hoy, a poco más de dos años de aquel febrero de 2018 –y a 18 meses de iniciado el gobierno de Andrés Manuel–, Obrador persigue a intelectuales como Sergio Aguayo, pendejea a otros como Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín y domestica por 30 monedas a seniles como Lorenzo Meyer.
Bueno, López hasta se da el lujo de exigir que se definan los hombres y mujeres del intelecto: están conmigo o en mi contra, les grita.
Por eso, hoy preguntamos lo mismo que aquel siete de febrero de 2018. ¿De verdad, no sabían, los intelectuales mexicanos, quien era Andrés Manuel López Obrador?
¿O cerraron los ojos en espera de paladear la dulce mil del poder?
Como sea, el Itinerario de aquel siete de febrero de 2018, parece escrito para hoy. ¿Lo dudan? A continuación, el texto íntegro:
“No se sabe si es un problema de memoria o de soberbia.
“Lo cierto es que llama poderosamente la atención que, al cuarto para las 12, un puñado del intelecto mexicano descubra estupefacto el talante autoritario y nada democrático del candidato presidencial de Morena.
“Más. ¿Cuántos de los intelectuales que hoy se dicen aludidos porque López Obrador reprendió a uno de los suyos con un feo desprecio a la libertad de expresión han aplaudido las ocurrencias de Andrés Manuel López Obrador, han festejado sus gracejadas y hasta han justificado sus afanes dictatoriales?
“¿Cuántos de los que se dicen indignados por la ignorancia de Andrés Manuel López Obrador sobre el liberalismo, han justificado o callado los excesos retóricos de Obrador y hasta se han volteado para otro lado ante la terca realidad que lo confirma como un potencial Hugo Chávez y Nicolás Maduro?
“¿De verdad, hasta hoy se dieron cuenta que Obrador es un autócrata, que no respeta y nunca respetará las reglas del juego electoral y menos los pilares democráticos?
“¿Hasta hoy descubrieron que lo suyo no es la libertad de expresión y menos la de pensamiento? ¿De verdad el “intelecto mexicano” que hoy se dice estupefacto, llegó a creer que en algún momento Obrador había cambiado?
“¿De verdad nunca habían visto y menos padecido el desprecio de Andrés Manuel López Obrador por el pensamiento distinto, el odio que siembra y estimula contra el que disiente y lo cuestiona? ¿En serio, los intelectuales no sabían o no conocían de la profunda confusión que pregona en las plazas, al hacer creer a sus feligreses que encarna a un liberal, cuando lo suyo es el más trasnochado populismo?
“¿No saben o no quieren saber –muchos intelectuales mexicanos–, que el de López Obrador ha sido, en las últimas décadas, el discurso de un “populista engañabobos” capaz de enamorar hasta a “los más pintados” con la fórmula infalible de despertar la codicia por rentables cargos públicos?
“¿Cuántos de los “intelectuales” y periodistas que cuestionaron a Andrés Manuel López Obrador por años, han doblado las manos y hoy son parte de su claque aplaudidora, motejada como el intelecto orgánico de Morena?
¿Cuántos de los integrantes del intelecto mexicano que hoy se dice estupefacto —y cuántos periodistas, en general—, que solían cuestionar a Andrés Manuel López Obrador hoy mudan su pensamiento crítico a posturas más cómodas para el tabasqueño, en prevención del clásico ¡no sea que en una de esas y gana!?
¿Cuántos intelectuales y periodistas mexicanos, en general, se mueven en los meandros del poder para caer parados, sea que el ganador resulte el de Tabasco o el de Querétaro, a sabiendas de que Anaya padece de las mismas taras antidemocráticas que Andrés?
¿Y cuántos de los intelectuales que hoy se dicen indignados por la antidemocracia de Andrés Manuel López Obrador aprovecharán el viaje y levantarán la mano para que el mesiánico de la política los vea y les quite el sambenito de pertenecer a la mafia del poder?
Sin duda que resulta saludable para la zarandeada democracia mexicana que un puñado de sus intelectuales abra los ojos y griten al mundo que el más aventajado de los presidenciables mexicanos es un oportunista, sin más ideología que su enfermiza ambición por el poder.
Sin dudas que es alentador que una porción del intelecto mexicano decida sacudir la modorra y salir de su zona de confort para exhibir por lo menos una pizca del carácter mentiroso, populista y nada democrático del más aventajado de los aspirantes a la silla presidencial mexicana.
Pero también es cierto que la realidad –siempre impertinente y necia–, exhibe a no pocos de esos estupefactos intelectuales mexicanos tanto o más oportunistas que el propio López Obrador.
¿Cuántos, por lo bajo, desean y promueven la victoria de Andrés Manuel López Obrador, en respuesta a que los gobiernos del PRI los excluyó del cómodo papel de “intelectuales orgánicos?
“¿Cuántos aventaron la piedra —la financiaron y aplaudieron—, del bodrio conocido como El Bronco y luego del fracaso del feo experimento escondieron la mano y… hasta la cara?
“¿Cuántos aplauden el adefesio democrático –verdadera tara genética–, llamado alianza PAN-PRD en Chihuahua, que dio origen al gobierno fallido de Javier Corral? ¿Cuántos, incluso hoy que Chihuahua se desangra, siguen aplaudiendo la ineficacia y el engaño de Corral?
“¿Cuántos del intelecto que se dice estupefacto por el autoritarismo de Andrés Manuel López Obrador ya olvidaron que en Cuba y en Venezuela sus respectivos dictadores ya caminaron por el mismo camino que Andrés Manuel López Obrador, con las mismas promesas de respeto a la prensa, la libertad de expresión, al libre mercado, la democracia… y al final engañaron a los intelectuales y periodistas que se dejaron engañar?
“No, señores intelectuales, Andrés Manuel López Obrador es el mismo de siempre. ¿No lo habían visto? ¡No mamen…! Al tiempo”. (fin de la cita)
Lo anterior lo dijimos el siete de febrero de 2018 y, sin quitarle una coma, hoy seguimos pensando lo mismo.
Al tiempo.