
Oaxaca, invitado de honor en la FIL de Palacio de Minería
El León ha sido considerado siempre en la historia del hombre, como el gran Rey, el mismísimo rey de la Selva, rey de todo mundo animal en la tierra, el cual, al contarnos su esencia, con una dará una clara ambivalencia de diversos significados simbólicos, tanto en su Iconografía como en su Iconología, debido al gran número de sus representaciones, acepciones y particularidades en las que se ha visto inmerso a lo largo de la historia. Desde la antigüedad, la figura del león ha sido considerada el símbolo, imagen y encarnación de muy diversas deidades; en el mundo egipcio a través de la diosa Sekhet, la cual porta una cabeza de León, siendo la diosa de la naturaleza, de la magia y del reino animal. Con posterioridad, en el arte asirio y babilónico aparece el León como atributo para la diosa Isthar, diosa madre de los sumerios, del amor, de la belleza de la fertilidad y de la vida. En la religión fenicia, llevará el nombre de Inana o Astarté, también como diosa madre de la vida y de la fertilidad. En la cultura griega aparece representado como animal sagrado, guardián protector de templos y ciudades amuralladas, presente en ejemplos tan notables como la puerta de los leones de Micenas (1250 a.C.) y signo de distinción victoriosa en numerosas muestras de la cerámica helénica, a través de la personificación del gran héroe mitológico Hércules, quien saliendo del Peloponeso por que en un ataque de ira mato a Megara su esposa con sus dos hijos, confiriéndole con ello una oportunidad imponiéndole a realizar y vencer 12 trabajos donde uno de ellos era matar al León Nemea cuya fiereza era temida por todos y cuya piel era tan dura que se le consideraba impenetrable, mas la fuerza del gran Hércules lo logro, matándolo y desollándolo para portar posteriormente como símbolo victorioso y característico en su persona sobre su hombro, la piel de Nemea el león. El león aparece siempre mostrando un papel preponderante en las diferentes culturas tanto occidentales como orientales, pudiéndolo encontrar en la legendaria India donde el león al lado del elefante son los símbolos de las clases reinantes, apareciendo en mobiliario, como en escudos nobiliarios y regionales. En el cristianismo, encontramos el tetramorfo, «Tetramorfo» del griego “tetra”, cuatro; “morphé” forma, refiriéndonos cuatro elementos o formas. En la tradición iconográfica cristiana, el tetramorfo hace referencia al león, al buey, al águila y al ángel, encontrándose en torno a Dios y se identifican tradicionalmente con los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Estas cuatro formas tienen su primera aparición en la Biblia en la visión del profeta Ezequiel, cuando describe a los cuatro animales tetramorfos vivientes: “Había en el centro cuatro seres cuyo aspecto tenía forma humana cada uno cuatro caras, y cuatro alas. Sus piernas eran rectas y la planta de sus pies, la pezuña del buey, relucían como el fulgor del bronce bruñido. Bajo sus alas había unas manos humanas vueltas hacia las cuatro direcciones, lo mismo que sus caras y sus alas. Sus alas estaban unidas una con otra; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente. Sus caras, eran de hombre, y los cuatro tenían cara de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la iquierda, y los cuatro tenían cara de águila. (Ezequiel 1, 5-10).” El león representa a Marcos porque su Evangelio comienza hablando de San Juan Bautista, que clama en el desierto. Su voz es como la de un león, animal fuerte y noble, como lo será Jesús. San Isidoro de Sevilla explica algunos atributos que hacen del león un animal formidable. “El león es el rey de todas las bestias, de ahí que su nombre en griego (‘leo’), ‘rey’ en latín). Su valor se ve en su facha y su cola; su resistencia está en la cabeza; y su fuerza está en el pecho. Si está rodeado de cazadores con lanzas, mira al suelo para no asustarse (…) Duermen con los ojos abiertos. Cuando caminan los leones, borran sus huellas con su cola para que los cazadores no puedan seguirles”. Tres Leones coronados rampantes componen el escudo de Inglaterra. |
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Detalle de Sarape http://www.rodrigoriverolake.com |
En nuestra querida Hispano América nos lo encontramos en la gran Colombia apareciendo constantemente en frescos en Tunja como en bellas arquetas del ya precolombino peculiar barniz de Pasto, en forma no solo Iconográfica como Iconológica con la presencia del español León de Castilla. en bellas arquetas donde la gallardía y fiereza de sus representados leones creando una bellísima decoración. En época independista la zona andina hacia patente su lucha como podremos ver en este ejemplo que aquí reproduzco tallado en el bello alabastro andino de Huamanga, a un guerrero dominando al fiero León español logrando su Independencia. En nuestro amado México, el león aparecerá con la llegado del encuentro de los dos continentes, de los dos mundos creándose con ello nuestro México Nueva España. Quiero hacer notar aquí que la palabra México y los mexicanos la encontré por primera vez en la Carta de Sevilla en 1565 la cual describe el descubrimiento del Tornaviaje que logro cerrar el dominio mexicano novohispano de las Islas filipinas. Villa de León fue el nombre dado por el Virrey Martin Enríquez de Almanza (1568-1580) a lo que hoy conocemos como Guanajuato, quedando plasmado en su escudo de armas, como en su equipo de Futbol donde el León aparece con un balón. Recordemos los espectaculares Leones a la entrada del Bosque de Chapultepec, los cuales por su bella fiereza son los únicos monumentos respetados por los vandálicos manifestantes. La historia de estas monumentales piezas nos lleva a Francia donde son mandados a hacer al celebre escultor Joseph Antoine Gardet, para ser colocados al pie de las escalinatas del fastuoso Palacio Legislativo, orgulloso monumento del Porfirismo cuya primera piedra fue puesta el 23 septiembre del1910, la cual cayo en desgracia y los fondos de el, fueron enviados a otros menesteres, quedando como un cascaron el cual después del saqueo de todas sus armazones quedo por inspiración del afamado arquitecto Carlos Obregón Santacilia, quien lo transformo en el monumento a la Revolución, historia que nos da a pensar como lo señale en un articulo de mi libro Apuntes Historias y Anécdotas, que “Nadie sabe para quien trabaja”. |