
Revela Juárez pensamiento ético en cartas a sus hijos
Están las aguas del arroyo y estás tú.
Pepe Elorza, Aquí me quedo
El mezcal resulta la puerta de los recuerdos, el puro instante en que te sorprenden los aromas de la tierra de tu infancia. Trae el patio de tu madre, los árboles; las flores de tu amada se presentan cuando el bulbo con una onza del líquido se aproxima a tus narices.
¿Lee usted el periódico?
Los lunes, la Cultural de El Financiero.
En el ambiente flotó un olor a queso de Chiapas. La pareja se instaló en la mesa alta, pidió cervezas. Hablaron del turno laboral. Hay días en que desde la barra puedo escuchar el canto de los pájaros. En el equipo puse unas cumbias con marimba, Pájaro Cenzontle con Son Rompe Pera. La barra hace las veces de un dios antiguo que observa el panorama. La pareja bebió su cerveza de prisa, había sol, era martes. En el espacio de la terraza miradas y voces corren libres.
¿Qué se puede hacer con el mezcal?
Nada, ni modos de no respirar. Digo que el cuerpo necesita aire por no decir que el aire pide mezcal, Tobalá, madrecuishe. Será cosa de las divinidades, no puedo llegar a saberlo. El mezcal y los recuerdos forman el reino del aire.
Aquí vivo.
¿Qué te podría decir del mezcal?
Para no decirte muchas palabras diré que es mi infancia.
Los Elorza de Ejutla?
No, los Elorza de Tapachula.
El olor a la tierra mojada lo cargamos en el alma, no se despega, nos acompaña por donde quiera que vamos. en ese olor está la la infancia. Y eso trae el mezcal, nuestra alma repleta con el sabor de la costra de los muros de adobe.
Caballito de mezcal.
Come tierra, esa fue la infancia. En los recuerdos está el encanto por el verde, lo reverdecido.
Músico, soy músico.
Tiene otro encanto el mezcal, un gusto no reconocido: el de poner al mundo de cabeza, de mirar a las cosas de bajo hacia arriba; posición del ebrio tirado en la banqueta que te permite encontrar el nombre de las cosas que se miran desde la derrota. El contrapicado. El mezcal y la música tienen la forma de las palabras que se esconden, se guardan en la memoria.
Otra?
Dale, otra.
Mencioné la música, ahora diré algo de los compositores de esta tierra: Chuy Rasgado, Álvaro Carrillo, Amador Pérez Dimas y Pepe Elorza.
Elorza no es oaxaco.
Como si lo fuera, nomás escucha Aquí me quedo, pura tristeza del que no se resigna y canta porque no encuentra otra forma de hacer las horas.
El mezcal carga esa fórmula, anula el tiempo. La a otra forma, aquella que nos fue negada. La que viaja en el aire, en la memoria, con la música cargada de aromas.
La rola está chingona. Por eso te digo, Aquí me quedo.
El mezcal ejerce el poder, sin que te dé tiempo de armar la mínima defensa; te atrapa con un golpe del aire.
En la Mezcalería no ponemos el fútbol, los partidos del mundial. Hay gente que detesta el fútbol. Martes, la hora de la botana, había queso de Chiapas, totopos refritos. Se escuchó la guitarra de Son de madera, tocaron El amanecer. Hay canciones que nombran la vida de las horas simples, aquellas de la cual no conservamos registro en la memoria por temor a encontrar el rastro de la dicha; instantes de la mañana, la madrugada. El amanecer. Asuntos de las horas sencillas y de su gente, que ladean el cuerpo repleto de angustias hacia el ritmo del son; pareciera que el sonido fuera el muro que los sostiene, que hace la jornada con una música en la cabeza. La pareja pidió otras dos cervezas.