Coahuila y la paz
OAXACA, Oax., 18 de julio de 2018.- La evaluación del Coneval de 2018 a la política social muestra su pobre impacto. Entre 2008 y 2016, la pobreza aumentó en 3.9 millones de personas y la carencia por alimentación no ha cambiado. Hoy, 6 de cada 10 personas en el ámbito rural no pueden acceder a la canasta básica alimentaria. Respecto a la desigualdad, en 2014, 10% de la población con más ingresos concentró 35.4% del ingreso total, mientras que 10% de la población con menores obtuvo apenas 1.9%.
A pesar del consistente crecimiento del gasto social, los niveles de pobreza son altos y apenas alcanza para evitar que millones mueran de hambre. Peor aún, ha generado a veces una dependencia entre los sectores más pobres y los subsidios.
Todo apunta a que debe cambiarse la estrategia de la actual política social. Una alternativa es fomentar las actividades de Economía Social, que es una manera distinta para organizarse para producir dentro de la lógica de mercado pero caracterizada por toma de decisiones horizontal, distribución equitativa de beneficios y compromiso social en favor de la comunidad (cooperativas, ejidos, uniones, etc). Esto hace que la economía social pueda brindar las oportunidades de empleo y estabilidad de ingreso a grupos sociales que se encuentran excluidos de los mercados.
En la materia, es relevante el trabajo que realiza el Instituto Nacional de la Economía Social (Inaes) para promover este tipo de organización. En este sexenio el Instituto apenas han contado con 9 mil millones de pesos, con lo que se ha financiado a más de 24 mil organizaciones y sus proyectos, con un apoyo promedio de 350 mil pesos, y ha generado/mantenido más de 134 mil empleos. La mitad de los apoyos fueron al sector primario, mientras que 52% fueron en localidades urbanas y el resto en rurales. Se canaliza principalmente a organizaciones de mujeres, jóvenes y adultos mayores. Se estima que 85% de los proyectos apoyados sobreviven al segundo año de iniciados.
Con dichos proyectos se facilita la generación de capacidades y habilidades productivas que permiten a sus participantes generar ingresos y alcanzar mejores niveles de bienestar, sin estar dependiendo de un subsidio al consumo. A nivel local, una mayor generación de estos emprendimientos, productores e ingresos, puede ayudar a fortalecer el encadenamiento productivo y los mercados internos.
Es tiempo de intentar nuevas estrategias de superación de la pobreza y desigualdad, y la promoción de este tipo de iniciativas más incluyentes, es una opción. Para extender sus alcances y sus impactos, se le tiene que valorar como una estrategia alterna a la actual política social de subsidios a fondo perdido, que no ha mostrado resultados en el largo plazo, ha generado una indeseable dependencia y no ha devuelto a las personas la posibilidad de decidir sobre sí mismas y su futuro.
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Luis Antonio Ramírez es diputado del PRI en Oaxaca