Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de abril de 2020.- Los gobernadores no son gerentes que pueden poner en pausa su responsabilidad, al contrario son quienes deben afrontar las consecuencias de la Pandemia de Coronavirus además de todos sus problemas, y sobre todo, sus necesidades.
A la gran crisis han respondido de forma distinta.
En Yucatán ha prevalecido la mano dura. Contra la política del gobierno federal, el panista Mauricio Villa lleva semanas actuando contra las libertades individuales. Aconsejado por el secretario de seguridad pública, Felipe Saiden, que ha hecho un cacicazgo, casi 20 años de permanencia, optó por limitar derechos humanos.
El miedo lo ha poseído hasta niveles enfermos. Hasta amenazar a la gente con cárcel.
Otro tanto, panista también, amenaza hacer el gobernador de Chihuahua, Javier Corral.
En infinito contraste, en una entidad federativa donde la crisis es, desde el primer instante, económica porque casi todos los habitantes viven del Turismo, el gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín, ha optado por medidas de convencimiento.
Y, también, por el sentido común de limitar la movilidad dentro del Estado por medio de filtros. Que ninguno viaje sin urgencia o motivo válido para hacerlo.
No hemos vivido, en todo el país, una crisis tan tremenda, tan compleja como ésta. En Quintana Roo la actividad económica está inmersa en el número de visitantes. El crecimiento económico, el número de empleos giran alrededor de los turistas, por eso las consecuencias de la Pandemia son inconmensurables.
Esta realidad podía orillar a Carlos Joaquín a medidas draconianas, al pánico. No es así. El reto, en lo que se trabaja, terrible realidad, es en que cientos de miles puedan comer.
Por el Turismo que llega a Quintana Roo la federación recibe la mitad de los ingresos de ese rubro. Cozumel vive, literalmente, de los viajeros que llegan en cruceros. Actividad que se ha cancelado como tantas otras.
No es la realidad de Yucatán.
¿Tiene sentido encarcelar a la gente que sale a la calle en busca de una tortilla?
Ese es el gran riesgo.
Lo fácil es caer en la tentación del autoritarismo. De instaurar, ilegalmente, con apoyo de leyes absoletas, de hace millones de realidades, el Estado de Sitio. Eso es lo que está sucediendo en Yucatán, en municipios de Sonora, en muchas poblaciones del país. No es lo que queremos.
Mauricio Villa no va a solucionar la Pandemia metiendo a la cárcel a cientos de yucatecos. Y sí va a ser recordado como un aprendiz de dictador.
No es agradable quedarse encerrado en casa, para ninguno. La gente tiene que enterarse de las razones para hacerlo. Se trata de convencer, de comunicar, de gobernar.
En Quintana Roo el futuro ya llegó. La hecatombe ya está ahí. Carlos Joaquín lo sabe. Peor que con un huracán, peor que con cualquier fenómeno natural, el Coronavirus se llevó el trabajo. Su mayor angustia son las familias, miles y miles de familias, que no tienen opción para llevar pan a su mesa. Eso es lo que lo ocupa, no sentirse emperador de pacotilla, no mandar a sus policías a detener a sus pobladores…
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