El episcopado ante el segundo piso de la 4T
CIUDAD DE MÉXICO, 20 de abril de 2020.- Es más que una rebelión. En realidad es un milagro.
El milagro de empoderar a gobernadores y empresarios y de voltear contra el presidente, a sus propios aliados.
En realidad son los milagros de López Obrador.
Primero fue la rebelión de gobernadores independientes, como los de Jalisco y Nuevo León; Enrique Alfaro y Jaime Rodríguez Calderón.
Los dos, por separado, rechazaron los tiempos y las recomendaciones del gobierno federal y establecieron sus propias medidas para la pandemia de Coronavirus.
Los dos priorizaron la estrategia de pruebas y más pruebas para contener el Covid-19, justo cuando el gobierno federal hacía lo contrario; los dos gobiernos chocaron con el centro por el abandono fiscal y destinaron sus propios recursos para atender la pandemia; los dos se mostraron como verdaderos mandatarios que atendieron el reclamo de los mandantes.
Luego vino el reclamo, en bloque, de los gobiernos del PAN, sobre todo cuando ese bodrio llamado Insabi, de AMLO, les hizo llegar migajas de equipo médico que, en realidad, no era más que basura.
Frente al reclamo, el gobierno de Obrador primero dijo que era el equipo comprado en China, luego explicó que no, que había sido producto de donaciones de la gente y, al final, salieron con el cuento de que se trató de un error; un engaño que colmó a los gobernadores azules.
Por eso, los mandatarios del PAN rompieron de manera abierta con el gobierno central y hasta plantearon acabar con el Pacto Fiscal Federal.
¿La razón?
Que los estados más ricos aportan mayor cantidad de impuestos y, de vuelta, reciben migajas de un gobierno que derrocha en caprichos y clientelas.
Y es que igual que los independientes, los gobernadores azules habían marcado sus propios y tiempos y prioridades para atender la pandemia del Covid-19, y hasta canalizaron sus propios recursos para ello.
Más adelante apareció la reacción de los aliados.
El primero en romper de manera abierta con el gobierno de Obrador fue Jaime Bonilla, gobernador de Baja California, de Morena y amigo de AMLO, quien se sumó a la denuncia del comediante, Eugenio Derbez, sobre el infierno que vivían y viven algunas clínicas del IMSS, en esa entidad.
Luego, el propio Bonilla denunció la estratagema oficial, del gobierno federal, de engañar a los ciudadanos y de alterar las cifras reales de muertos por la pandemia. El gobierno federal, dijo, reporta el número de muertos con cifras engañosas; que son de una semana antes. Y puso como ejemplo su propio Estado, Baja California, cuyas cifras de muertos superan en más de cien por ciento los muertos reportados por la federación.
Luego siguió el gobernador Silvano Aureoles, de Michoacán, del PRD, quien denunció –mediante entrevistas y videos– que el presidente Obrador, el subsecretario Pérez-Gatell y del director del IMSS, Zoé Robledo, engañaron y mintieron a los ciudadanos.
¿Por qué?
Porque justificaron la falta de ventiladores artificiales –indispensables para el tratamiento de enfermos de Covid-19-, con la mentira de que los ventiladores eran reparados en una planta de Michoacán.
Silvano Aureoles gritó “¿los obligan a mentir o son mentirosos por iniciativa propia?”.
Y es que ante la gravedad de la crisis por Covid-19, toda la información oficial eran mentiras, empezando por el presidente Obrador y pasando por Hugo Pérez-Gatell y por el director del IMSS, Zoé Robledo.
Pero la “perla” en “la rebelión” de los aliados estuvo a cargo de Ricardo Salinas Pliego quien, a través de sus noticieros en Canal 13 y TV Azteca, pareció chocar con el gobierno de AMLO.
Primero, Salinas desestimó la pandemia y dijo que la gente debía salir a la calle. Luego, en sus noticieros, ordenó difundir un reportaje en el que minimizó la gravedad del Covid-19. Al final, de plano descalificó al preferido de Palacio, a López-Gatell.
Resulta que en el informativo estelar de Azteca, en Canal 13 –la noche del viernes 17–, Javier Alatorre dijo: “Como todas las noches, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell encabezó la conferencia sobre el Covid-19 e México. Pero sus cifras y sus conferencias ya se volvieron irrelevantes. Es más, se lo decimos con todas sus palabras, ya no hagan caso a Hugo López Gatell”.
El mensaje también se difundió en las redes sociales der Azteca Noticias y el escándalo no se hizo esperar.
¿Qué se rompió en los amoríos políticos entre aliados del gobierno de AMLO, como los gobernadores Javier Bonilla y Miguel Barbosa, además del empresario consentido, Ricardo Salinas Pliego?
Lo cierto, al final de cuentas, es que AMLO hizo el milagro de empoderar, como nunca, a gobernadores y aliados. Hoy un gobernador y un empresario parecen más poderosos que el presidente.
Lo cierto, sin embargo, es que Salinas Pliego defiende su pertenencia a la mafia del poder de AMLO, mientras que otros aliados presidenciales intentan hacer pagar impuestos a Televisión Azteca y pretenden acabar con los privilegios para el dueño de Electra.
Al final, AMLO usó su doble moral y perdonó a “su amigo”, Javier Alarcón y, cual rey, dio por terminado el pleito de su gobierno con Salinas Pliego.
Así los milagros de López.
Al tiempo.