La Constitución de 1854 y la crisis de México
La posibilidad del “voto razonado” es complicada en un país tan polarizado como el que ha construido López Obrador a partir de sus mañaneras y de la cooptación ya sea por miedo o por conveniencia de algunos medios de comunicación
Mucho se ha dicho en los días recientes sobre el paquete de reformas a la Constitución que anunció con bombo y platillo López Obrador, que sí representan su legado para el próximo gobierno que él sueña que ganará su corcholata predilecta; que si estaría cambiando más de la mitad de la actual Constitución; que si es inoportuno pues está ante su próxima salida del gobierno o que si tal o cual reforma atentan contra la democracia.
Poco se ha dicho en cambio sobre lo que, a mi parecer, representan en forma y fondo el hecho de presentar propuestas de reformas constitucionales en estos días de efervescencia electoral y ante un Congreso que, él sabe, no le resulta favorable.
López Obrador solo busca distraer, desviar, imponer su narrativa para seguir haciendo campaña para su gris corcholata y para esconder el gravísimo tema de haber recibido dinero en sus tres campañas presidenciales del crimen organizado y sobre él más que evidente el pacto que hizo con ellos y que reprodujeron en estados y municipio gobernadores, gobernadoras, autoridades municipales, funcionarios de gabinetes estatales y del gobierno federal.
Los pactos con la delincuencia organizada significan la principal causa de la violencia, la inseguridad y la matazón que se vive en todo el país, en todos los municipios, son responsabilidad directa de AMLO y sus cómplices.
Abundan los señalamientos en los estados contra de Morena, como en Colima donde la presidenta de Manzanillo señala que la gobernadora pudiera estar metida en actividades ilegales, o las presidentas municipales de Chilpancingo y Acapulco que no encuentran la salida a la inseguridad por evidentes arreglos con criminales, o los enfrentamientos en Zacatecas, Michoacán, Sinaloa Sonora, Veracruz, Tabasco, Baja California, Quintana Roo, San Luis Potosí, Estado de México, Morelos, Guerrero o Nuevo León entre otros muchos casos, en los que las complicidades con el crimen son la causa principal de la violencia y muerte.
Esa es la verdadera finalidad de las cacareadas “reformas a la Constitución”; es meramente electorera. Varios mensajes, envía López a los ciudadanos, como el de exhibir a la oposición si no pasan las reformas, como sucederá con la mayor parte; esconder en estos días de definiciones electorales los temas de fondo como la inseguridad, y mostrar a propios y extraños la “necesidad” de tener la mayoría en las cámaras legislativas para que se aprueben las reformas que él propone.
Mención aparte me merece el ninguneo al que se ha sujetado a los legisladores, que ya no se dedican a otra cosa que no sea defender lo que el inquilino de Palacio manda, en un obvio abuso de su potestad de proponer iniciativas, que se entiende debería ser la excepción pero que se convirtió en la regla.
La posibilidad del “voto razonado” es complicada en un país tan polarizado como el que ha construido López Obrador a partir de sus mañaneras y de la cooptación ya sea por miedo o por conveniencia de algunos medios de comunicación.
A pesar de ello, la situación actual de inseguridad generalizada puede mover al voto que necesita México, un voto para detener de tajo las barbaridades del obradorismo en las elecciones, sacando a estos criminales de Palacio Nacional y gobiernos estatales y detener a la otra delincuencia, la de los abultados presupuestos de las inútiles obras del gobierno federal, para muestra los señalamiento del saqueo de Rocío Nahle en Dos Bocas y que para darle inmunidad hoy quieren imponer en Veracruz siendo zacatecana; la corrupción de los hijos de López Obrador y altos funcionarios del gobierno federal y estatales y municipales; la incorporación de una gran parte del equipo de Peña Nieto que son señalados de saqueos cometidos cuando fueron miembros de ese gobierno como secretarios de Estado, directores de paraestatales y los exgobernadores que hoy son cónsules, embajadores o candidatos del PVEM, de MC o de Morena y voceros de la campaña de la gris corcholata que, protegidos por AMLO, salvan la cárcel y a lo mejor les dan chamba o cargos legislativos a cambio de no investigarlos y para tratar de enderezar la campaña de la corcholata que va en picada.
El próximo dos de junio la mayoría de los mexicanos, cansados de las mentiras y la falta de resultados de López Obrador dirán con su voto “nunca más gobiernos que pacten con el crimen organizado” y votarán seguramente por un gobierno que le de paz a los Mexicanos y consiga su desarrollo con inversiones que se traduzcan en oportunidades, un buen sistema de salud y para salir de la pobreza que a través de la inservible política social sólo ha logrado que hoy la mitad de los mexicanos vivan en pobreza.
Solo con paz se le dará trabajo a los más pobres en lugar de dádivas que envilecen, someten y frustran a millones comprándoles la conciencia y el voto. Solo México en paz, seguro y protegido por su gobierno en lugar del gobierno de López Obrador que se entregó a los criminales y pacto la seguridad y tranquilidad de los mexicanos; sólo así se logrará el desarrollo que necesita México para ser una potencia mundial.