Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
El poder, que surge de la comunidad política, capaz de elevar el potencial humano y provocar los cambios necesarios que necesita el hombre para su supervivencia es un hecho de dimensiones colosales.
El poder que nace de la simple asociación humana, es de todos, no es de alguien en lo particular. Su apropiación por una clase determinada es un hecho de fuerza, de violencia institucionalizada.
Esta apropiación ha sido histórica, como acto de fuerza ha tenido la necesidad de su legitimación, primero por fuerzas extrañas al propio hombre. La religión, el mito, las creencias fueron en una primera etapa.
En una segunda etapa fueron las victorias en las guerras entre los grupos humanos, la fuerza militar desarrolló toda una teoría y el arte del dominio, no será extraño que la Ciencia de la Política se abrevara, en primera instancia, en el arte, teoría y técnica militares.
En una tercera etapa se le otorgó prioridad a las leyes, estas fundamentaron la existencia del grupo que se habría apropiado del poder. La legitimidad de la ley fue un hecho de largo alcance de la humanidad, con la limitación que dichas leyes las elaboraba el propio grupo que se había apropiado el poder.
La cuarta etapa fue una demanda sentida, la elaboración de las leyes del dominio debería ser elaborada por representantes de los dominados, así nace la idea del régimen democrático, que además agrega la tesis de que tales dominadores fuesen de manera temporal y cumpliendo las demandas fundamentales de los dominados.
De esta manera, la democracia ha sido la menos mala de las legitimidades del dominio de los grupos sobre la mayoría del pueblo.
Parece que estamos condenados, entonces, a ser dominados o gobernados siempre por un pequeño grupo. Se ha pensado que la administración de los hombres sea sustituida por la administración de las cosas, pero esto no deja de ser una utopía.
Se puede exigir, al menos, que sean los mejores, sin embargo, la democracia no garantiza que gobiernen los mejores, regularmente llegan al poder los mediocres y los pésimos. Un ejemplo, son los que han llegado con la llamada Cuarta Transformación.
Por otro lado, el poder tiene sus fundamentos en la comunión que logra, en la comunicación que establece y en la cooperación que logra.
Sin lo anterior, es imposible la construcción de grandes civilizaciones y obras. Sin embargo, la apropiación privada, particular del poder ha sido nefasta para el hombre, es hora de cambiar la lógica del poder actual, que se pone delante del cielo para cambiar su curso.
De hecho el cielo nunca cambia su curso, esta magnificencia del poder es un equívoco, por el contrario, seguir al cielo, adaptarnos a su ritmo y sus acciones, nos parece más lógico.
La democracia debe consistir en algo simple y lógico. Es el entendimiento de que los bienes comunes, necesidades e intereses compartidos por todos los mexicanos, están por encima de los que puedan reivindicar para sí, cualquier clase social, grupo especial, organización o institución pública o privada.
La democracia es un bien público, es como el aire, es de todos y de nadie.
Es peligroso que alguien se le puede atribuir, es antinatural. La democracia es el conjunto de relaciones sociales que tenemos, donde nadie mire de arriba hacia abajo a nadie, ni mucho menos de abajo hacia arriba, todos nos miramos a los ojos de igual a igual. Es privilegiar el todo por encima de las partes.
Estos son unos principios, valores, acciones, planes y programas que deben nacer de los ciudadanos, sin embargo, no podemos desconocer los grandes problemas nacionales que se deben resolver: la necesidad de la paz social, el combate efectivo a la violencia criminal, el combate a la pobreza de grandes porciones de la población, acabar con la podredumbre de la política, realizar la política de inclusión política, aumento considerable de la riqueza nacional, resolver el problema migratorio, salvar el deterioro de nuestra naturaleza y lograr el Buen Vivir de todos las mexicanas y mexicanos.
Todo esto alguien los debe de resolver, para esto existe el Estado, el gobierno y la administración pública. El asunto es saber elegir a los mejores y a los más coherentes.