La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 19 de noviembre de 2018.- En mi libro “Entre Políticos y Rufianes” escribo sobre la forma en que se transportaba la droga en Cancún en tiempos de Mario Villanueva. Y la fórmula es muy simple: La bajaban en “pistas” muy cerca de lo que ahora son las avenidas principales, rumbo al aeropuerto, y a partir de ahí iba “protegida” por una clave que apuntaban en un papel.
Ésta contraseña era mostrada en todos los retenes, militares, de policías locales y federales. Y así llegaba tranquilamente a su destino.
Poco ha cambiado. Los camiones llenos de cigarrillos llegan al resto del país, desde la Zona Libre de Belice, frontera con Chetumal, con una persona que viaja junto al chofer “repartiendo” dinero.
Y, es obvio, que si seguimos encontrando avionetas en la franja fronteriza, que llegaron transportando droga, o vemos todavía recale en nuestras playas, es porque de Quintana Roo hay “vías libres” para el resto del país, supongo rumbo a Estados Unidos.
Cuando el hermano del “Mayo Zambada”, uno de los jefes criminales más inteligentes, que ha sabido mantenerse en un perfil muy discreto, que conoce Quintana Roo como la palma de su mano, declaró en Nueva York que repartían dinero para asegurar el trasiego de droga no hizo sino decir la verdad. Así es como ha funcionado su actividad criminal en el país.
Esto, vale la pena decirlo, no tiene nada que ver con los sicarios, con los ajustes de cuentas, con los asesinatos, con los jaloneos entre narcomenudistas. Son temas muy distintos.
¿Este dinero ha llegado más arriba? Personalmente lo dudo. No creo que un “Yanqui” de la PGR, que en su momento tuvieron mucho poder, es decir un jefe policiaco destinado a una delegación estatal, repartiese para arriba. Lo del dinero tiene, también, sus códigos. Si Zambada, como testigo protegido de Estados Unidos, declarando en el juicio contra el “Chapo” Guzmán, habla de repartir dinero quiere decir, también, que se quedó ahí. En las manos a las que llegó.
Es muy distinto decir, como declaró, que él personalmente se lo entregó a un general con nombre y apellido, a funcionarios públicos, políticos, de más alto nivel. Yo me inclinaría a creerle si afirma a quién, en persona, y dónde lo entregó.
¿Esto significa complicidad de las autoridades que estuvieron, que han estado por encima de quienes fueron o siguen siendo cómplices de los criminales en el trasiego de droga (conste, en esta actividad únicamente)? No me lo parece. Es ineficiencia, omisión, ganas de no ver, deseo de no enterarse, decisión política de no meter las manos en el tema.
Esto no quiere decir otra cosa que lo anterior. Insisto: Omisión. Es muy diferente que recibir dinero en mano de un criminal a cambio de una participación en sus negocios criminales, eso es complicidad.
El trasiego de droga, de Quintana Roo al Norte del país, existe porque hay complicidades de todas las autoridades. O que alguno me explique cómo pasan todos los retenes los vehículos cargados de droga, por todas las carreteras. Y, obviamente, esta complicidad también existe en Estados Unidos, o qué algún otro me explique cómo cruzan la frontera…
Lo que está exhibiendo, en una Corte de Estados Unidos, el hermano de Zambada, quién sabe por qué razones, a cambio de qué, no es una verdad nueva. Lo novedoso será enterarnos de qué sigue, de qué harán las autoridades norteamericanas con esa información, o si en su momento alguna autoridad del nuevo gobierno que comienza en diciembre pondrá interés en estas declaraciones, así sea para “abrir una investigación” a sabiendas de que no habrá quién cierre la puerta…
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