Ocho ministros cierran filas contra la reforma judicial
CIUDAD DE MÉXICO, 4 de febrero de 2021.- Frente al impactante caso de 216 turistas rumanos detenidos, varados, en el aeropuerto de Cancún por empleados del Instituto Nacional de Migración, urge un replanteamiento de los usos legales vigentes que ponen en sus manos la decisión de permitir entrar o no al país a quienes tienen un documento que legalmente lo permite. Un absurdo inmenso.
Que, además, les da autoridad para ponerlos en un vuelo de regreso a su país.
El Canciller Marcelo Ebrard tuvo que entrar a resolver el tema cuando ya algunos turistas habían sido regresados a Europa, doce horas de vuelo, con lo que esto significa en tiempos de emergencia sanitaria. Lo anterior provocó una queja oficial por parte del gobierno de Rumania, que llamó “hostil” así como arbitraria a esta decisión de empleados. No hablamos de personas con posgrado.
Es decir, entramos en un conflicto internacional sin ninguna necesidad.
Rumania es parte de la Unión Europea por lo que no necesita visa para entrar a nuestro país. Tal vez los agentes de Migración que los detuvieron, encerraron, maltrataron no lo sabían. Rudeza extrema e innecesaria.
En las embajadas y en los consulados mexicanos en el extranjero tenemos la obligación legal de promover el turismo hacía nuestro país, lo hacemos con pocos recursos y mucha imaginación. Cuando conseguimos que centenas de viajeros opten por pasar sus vacaciones en México, mayoritariamente en Cancún, lo consideramos un éxito, un buen resultado de nuestro trabajo.
Los ciudadanos rumanos iban a Cancún a pasar sus vacaciones. Punto.
De acuerdo a la Agencia EFE 120 turistas rumanos fueron repatriados antes de que Marcelo Ebrard resolviese el entuerto. ¿Por qué? ¿Qué puede justificar esto? La respuesta que conocemos se refiere a las alertas que detectaron o la “falta de justificación de los motivos del viaje”.
En Estambul he recibido repetidas quejas de maltrato a viajeros turcos en el aeropuerto de Cancún, también por parte de empleados del INM. En reuniones oficiales solicitadas por mí, representantes de esa institución han insistido que, pese a que lleven una visa, algunas firmadas por mí o por el Embajador, son sujetos a una segunda revisión y corresponde a ellos decidir si entran o no al país.
Lo que es el absurdo mayor. En Turquía personas de reconocida solvencia tienen un pasaporte que les permite obtener, como hacemos los mexicanos en reciprocidad, una visa electrónica. Los que tienen otro tipo de pasaporte deben acudir a la embajada en Ankara, o principalmente al Consulado en Estambul por los vuelos directos a Cancún.
Desde mi llegada, hace seis meses, la tasa de rechazo de solicitudes de visa se elevó al 50%. Lo que se traduce en que únicamente una mitad de los solicitantes la obtienen en el consulado a mi cargo. Yo reviso cuidadosamente cada caso, y las firmo únicamente cuando además de cumplir con todos los pasos que dice el reglamento me parecen creíbles. Por ejemplo, me he negado a dar visas para “modelos” que vienen con permiso de trabajo firmado por el INM, por razones de la pandemia.
Maltratar a un turista que llega a nuestro país es un acto criminal contra todos los trabajadores del Sector que han pasado una crisis monumental por razones de Sanidad. Cada viajero que llega México lleva pan a la mesa de una familia mexicana, por eso se merecen el mayor respeto.
En Estambul tenemos la queja repetida de una empresaria muy reconocida, con visa de la Unión Europea, miembro del Consejo de Negocios de Estambul, que fue detenida al llegar a Cancún por agentes de Migración y horas después de permanecer maltratada y encerrada, fue deportada a Turquía. La única explicación que he recibido es que había un señalamiento en su contra. Una abierta homonimia que se debió resolver en automático. Y que, desafortunadamente, sigue sin respuesta meses después de mis reiteradas peticiones. La empresaria no puede viajar a México.
Las homonimias son comunes porque en algunos países europeos, supongo que esto incluye a Rumania, se utiliza únicamente un apellido. En Turquía hay muchas, cientos de miles, de personas que llevan el mismo nombre y el mismo apellido.
La “Segunda Revisión” que decide la entrada al país de visitantes, hecha por empleados del INM que no tienen los elementos presentados en los consulados o embajadas, como son estados de cuenta bancaria, comprobante de trabajo, de domicilio, debe revisarse de cara a una realidad nacional diferente.
El turismo, como ha dicho el secretario Miguel Torruco, debe ser considerada actividad esencial. Lo que sucedió en el aeropuerto de Cancún con los turistas rumanos hace un gran daño al trabajo de cientos de personas que promovemos estos viajes en el extranjero, y deja sin pan en su mesa a miles de familias mexicanas.
Enhorabuena por el sentido común del titular de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, que una vez más apagó un incendio que nunca debió iniciarse.