Coahuila y la paz
Cipriano Flores Cruz | Novena Parte
OAXACA, Oax., 14 de julio de 2019.- El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está cierto que sin la revolución de las consciencias, el cambio de las mentalidades, es imposible lograr la transformación nacional, por eso, su proyecto debe ser hegemónico, debe consolidarse, en por lo menos, veinte años.
El Plan Nacional de Desarrollo, la Cartilla Moral, las conferencias diarias, el plan de austeridad, su conducta moral y ejemplar, el proyecto educativo, tienen la orientación de contribuir a esta revolución.
En la Cuarta Transformación vale una concepción del gobierno que sea acorde con su filosofía política. El gobierno es, fundamentalmente, de hombres y mujeres, de individuos de carne y hueso, sobre individuos que sufren sus condiciones de miseria ancestral, de hombres muy concretos, claro está sin olvidar el Estado y de sus instituciones que acompañan a las personas.
Estos hombres y mujeres concretos necesitan de un gobierno que los conduzca, que los cuide, proteja, sirva de guía hacia un destino social en donde se modere la miseria de los muchos con la opulencia de los pocos, de tal manera que todos encontremos la felicidad.
En el cuidado del gobierno de la población importa la persona concreta pero también es fundamental el colectivo, El cuidado, protección, manutención, creación de condiciones materiales y espirituales de vida de la población, nos viene la imagen de un pastor y de su rebaño.
El sentido pastoral del gobierno de la Cuarta Transformación es fundamental para que cada uno de los mexicanos, en condiciones precarias de existencia, sientan en todo tiempo, la presencia del gobierno. Este es el sentido de la entrega directa de los recursos públicos a las personas, son millones los beneficiados, teniendo prioridad los comunitarios, antes indígenas.
El cuidado de la población, por eso de la existencia y creación de la Guardia Nacional, necesita de una concepción de la política que esté acorde al contacto de la gente, que se desenvuelva de cara a cara con las personas, con los colectivos, con las organizaciones, es decir, la política será para el Presidente y de su equipo gubernamental, un oficio práctico.
El oficio en sí mismo, es habilidad, destreza, capacidad, percepción, intuición, conocimiento profundo de lo que se hace, es saber hacer las cosas, es un saber correcto que se debe hacer correctamente, de aquí de las renuncias de varios de ellos, por falta de oficio político.
En el contacto con la gente se puede perder la dimensión del quehacer gubernamental, algunos se pueden marear por el poder otorgado, otros pueden no estar a la altura de las circunstancias, por eso el Presidente Obrador, el pastor, les dice que la política es el equilibrio entre la pasión y la razón. Cuidado si gana la pasión pero que también cuidado con los excesos de la razón en un mundo nada racional.
La fundamentación de la racionalidad de la política nos ha conducido a un camino sin fin, la concepción de su irracionalidad a un camino sin sentido, todo lo sólido se desvanece en el aire nos recuerda Marx.
El Presidente les instruye, logremos el fin por el camino correcto. La política es tener el corazón caliente y la cabeza fría les repite en cualquier oportunidad. Por eso, la mitad de las prerrogativas del partido gubernamental se debe usar para la formación de sus cuadros.
La política como oficio práctico en la relación con la gente no necesita de los grandes aparatos burocráticos, vasta la voluntad y un ejército de hombres y mujeres dispuestos al sacrificio de servir a la gente, de aquí el desmembramiento de estructuras administrativas.
El gobierno no son las instituciones son los servidores de la Nación actuando, los de campo y no de las lujosas y cómodas oficinas. El gobierno como instituciones y estructuras es “un elefante reumático” difícil de hacer mover, por eso la acción en el campo, él mismo es ejemplo de ello. Desde luego, ocurre que el voluntarismo es posibilidad de autoritarismo, discrecionalidad e irracionalidad.
La acción define al gobierno, la espada no puede ser forjada sin ser golpeada, de la misma manera se está consciente que sólo al final sabremos qué armas habremos necesitado, ya no habrá retorno, se hace la historia al actuar.
Está claro que el pueblo necesita de un Estado fuerte y activo, que este Estado necesita de buenos gobernantes, gobernantes apegados a las leyes, pues la ley es el corazón del Estado, sin leyes el Estado es un cuerpo sin vida. Un Estado no puede vivir sin ley como el territorio sin gobierno.
La montaña sostiene la tierra, el gobierno a la población, el gobernante lo sabe bien. Es vital entonces, en la nueva concepción de la política, la reconstitución del Estado, refundida a la crítica roedora de los ratones por el neoliberalismo, recordando al viejo Marx.