Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
El rito y el lenguaje han sido fundamentales para el florecimiento humano. El rito ha sido para enfrentar aquello que nos era imposible. El rito lo ha hecho posible por promover la solidaridad social, medio indispensable para nuestras realizaciones.
La exactitud del rito y de su repetición, la seguridad de obtener la respuesta esperada, nos permiten asumir retos más allá de nuestros esfuerzos físicos, en los ritos ponemos el alma. Por el rito las cosas se hacen inteligibles, significativos, nos facilitan el esfuerzo constructivo de nuestra nación.
Desde luego, nuestros actos y acciones rituales tienen que ver con lo sagrado, la conexión del México vivo con el México del pasado tiene que ver con el rito.
Debemos convertir a nuestras acciones en ritos para lograr nuestros propósitos de lograr la grandeza de México. Solo debemos de imaginar que la acción pública debe ser un dechado de virtud o que la democracia sea concebida como rito a realizarse.
Del rito podemos pasar al tabú, hacer de la violencia, del homicidio, la violación, de la corrupción, del narcotráfico un tabú, seguramente facilitarán nuestras acciones en la materia. Gobernar a partir de nuestras culturas y no solo a través del poder político, es una premisa de oferta de gobierno.
No se desconoce que el ritual, la danza, el tótem, la religión y la magia son factores para el florecimiento superior de la humanidad. Si somos justos, estos factores nos han ayudado en nuestras peores crisis nacionales, por ello, los apelamos para superar nuestro estado actual de decadencia.
Resumir las experiencias nacionales en conceptos, en símbolos, ha sido fundamental para seguirnos considerando una comunidad política con posibilidad de éxito. Los lenguajes de nuestros pueblos originarios son factores fundamentales para la identidad mexicana.
Nuestras lenguas tienen la función formativa de nuestra identidad, no son simples medios de comunicación, sino elementos de orden social estable y coherente, nos ayudan al perfeccionamiento de nuestros vínculos sociales, políticos, económicos, jurídicos y administrativos.
No fue casual que los conquistadores españoles hayan querido suprimir el lenguaje de los pueblos para debilitarlos y someterlos.
La fuerza de nuestras lenguas serán factores para la Segunda Independencia Nacional, la expresión de la individualidad de nuestros pueblos y de nuestra gente son el cemento para abordar empresas de emancipación.
La decadencia de un pueblo se expresa en su lenguaje. Nuestro lenguaje de los últimos tiempos tiene signos de decadencia, de desvalorización que los libertarios no podemos ser extraños.
Debemos volver al encantamiento de nuestro lenguaje. No podemos permitir que la cotidianidad de nuestro lenguaje sea el delito, la perversidad, la violencia, asesinato, las drogas, mientras que la honradez, la amabilidad, la cortesía, la solidaridad se desvanezca en nuestro lenguaje.
La corrupción de nuestro lenguaje es una realidad que debemos de combatir y suprimir si queremos un lugar digno en el mundo.
En fin, ser los moralistas de nuestras lenguas para la grandeza de México. Debemos de fomentar el arte de la conversación pública y privada como signo democrático y deleitarnos con ello.
Los gobernantes mexicanos deben ser artesanos del lenguaje, para poder prevalecer democráticamente, pues el poder de la democracia está en su lenguaje, pues el habla es más poderosa que la propia lucha.
Que el lenguaje del fraude, de la simulación, del engaño, de la mentira, de la corrupción nos sean ajenos en un futuro próximo. En nuestro nuevo lenguaje el corazón piensa y la lengua debe de ordenar.