Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
La capitulación del empresariado mexicano ante López Obrador deriva de la pasividad de los afectados y la cobardía de sus representantes o interlocutores ante el gobierno. El miedo, resultado del uso de los instrumentos de intimidación del poder, especialmente la UIF y la Procuraduría Fiscal de la Federación, juega su parte. Quienes podrían alzar la voz prefieren ir deshojando el calendario a la espera del fin de la pesadilla.
El empresariado mexicano está en su peor momento en su circunstancia más desafiante. La postura de López Obrador es ideológica, va contra la iniciativa y la empresa privadas; su visión es que la generación de riqueza es esencialmente corrupta. Su reproche al “aspiracionismo” de las clases medias es auténtico, eso es lo que cree, la pretensión de mejorar pervierte el alma. La militarización de la vida pública, el ataque a los órganos autónomos y la idea de someter todo al poder presidencial es el marco para la derrota de la empresa privada y de las libertades. Muchos mexicanos acompañan al presidente en sus creencias antiliberales, bien sea por rencor social, por la documentada relación indebida entre el poder político y el económico o por ignorancia. Además, militarizar es popular en una sociedad que, mayoritariamente, desprecia la ley y las propias libertades.
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