Llora, el país amado…
Diario de San martín
Por la mañana una compañera de clases se comunica temprano y me pide comente cómo se escribe una reseña. La petición me pareció singular. De inicio, pienso esto: no hay manuales para encontrar el sentido de la escritura, cada generación, cada lector, como en el caso de la traducción, debe elaborar su propia ruta, ubicar el punto de interés de la escritura en relación con su persona, el hábito lector y su tiempo.
Los manuales del siglo pasado, la caja de herramientas, dicen que la reseña de un libro debe ubicar al autor, su biografía, sus estudios y para quién y en qué circunstancias fueron escritas esas páginas. Pueden ser las palabras dichas en una conferencia, frente a un auditorio específico, en alguna situación especial.
En filosofía, historia y literatura son célebres las ediciones hechas libro de clases específicas, las de Foucault, Cortázar, Nabokov, en esos casos se retoma el ambiente donde el expositor, de forma menos solemne, expresa el tema, sus pensamientos, los saberes.
En el caso de los libros de investigación de la historia será necesario, desde un inicio, conocer la metodología que aplicó el autor, la autora, para exponer su investigación y conclusiones, para plantear su hipótesis; a qué otro autor hace referencia. Lo fundamental en una investigación es que siente las bases para que el tema sea ampliado en otra investigación, otro autor o autora.
De pronto esta mañana me di cuenta que hablaba al vacío, que la solicitud que se me hacía la había entendido mal. La compañera quería que yo le dijera si se podía hacer trampa, no leer y escribir la reseña; corregí de inmediato, replantee la pregunta: ¿cómo escribir sin leer?
La propuesta me hizo pensar en la hermenéutica, el sentido de la escritura. ¿Podremos decir que con la metodología aplicada obtenemos realmente el sentido de la escritura? No, nadie podría asegurar eso.
Los jóvenes de este tiempo están en lo justo cuando piden apoyo para hacer sus trabajos escolares, cuando buscan ahorrarse el tiempo. Sus preguntas nos ayudan a replantear la ruta para encontrar el sentido de lo escrito, ubicar nuevos caminos para lograrlo.
Recompuse la propuesta, al final de cuentas será el lector quien de sentido a la escritura: puedes tomar el libro y dividirlo a tercios, comenzar por el final o por el medio, nunca por el principio; leer diez páginas y de ese tanto elaborar la reseña, cuartilla, cuartilla y media.
Y ahí está tu trabajo.
Bien pensado el lenguaje escrito, para quien lo elabora, forma un intento de aprehender una idea o un grupo de ideas, nunca se logra, más en la escritura científica, sólo son aproximaciones, intentos. ¿Por qué forzar a los jóvenes estudiantes universitarios a leer trescientas páginas de extravíos?
La mañana pasa, me apuro para escribir esta colaboración, tengo que ir a comprar la despensa al tianguis, hacer algo de ejercicios, desayunar y salir al trabajo; la pregunta de la compañera rompió mi rutina, se lo agradezco.