El pleito eterno: política vs brevedad
OAXACA, Oax., 20 de junio de 2016.- Cuando se cuestiona sobre la importancia de los procesos psicológicos (sensación, percepción, atención y memoria) y su repercusión en la vida diaria, no nos queda muy clara la idea de qué va a pasar con nosotros si por ejemplo, alguno de ellos no funciona según los estándares establecidos.
Eliza tenía 5 años cuando su papá tuvo que salir de la ciudad por motivos de trabajo y aun cuando regresaba cada fin de semana a verla y a estar con ella y el resto de su familia, otros dos hermanos y su mamá, ella lo resintió mucho.
Y de ser una niña alegre y desenvuelta, que llegaba a la clase con galletas de avena para todos, se volvió tímida e introvertida y considerablemente desatenta.
Su atención fue tornándose dispersa, ella no sabía qué decía la maestra, solo veía que movía la boca, pero no percibía la clase -Citados Parodi (1999), Viramonte (2000) Peralbo (1998)-. Percibir implica, en segunda instancia, seleccionar determinada información, y para ello, la atención, es fundamental.
La atención se centra de acuerdo con los intereses o propósitos de cada uno, solo que ella perdió el interés y la alegría.
El cantar todos los días de camino a la escuela desapareció, ya no quería asistir, era tortuosa la asistencia.
Pasaron los años y ella continuó así, los maestros nunca reportaron nada, era muy tranquila, no era una alumna problema, no sabía nada, no aprendía nada, pero como no alteraba la secuencia de la clase, dejaron que así pasara el tiempo, que se reforzara la dispersión, que la mente de Eliza divagara, para iniciar el descenso hacia un abismo tortuoso y vacío.
(http://www.redalyc.org/pdf/270/27034103.pdf “una maestra se interesó más por mi vida, o sea mis problemas, al estrecharse más la relación con ella… entonces comprendí que no le podía fallar…” y mi atención empezó a procesar (E9M, p. 12); actitud por la que se le podría identificar como “consejero personal”, que adoptan algunos profesores por iniciativa propia al interior del aula.)
Pero ese no fue en el caso de Eliza y en el camino de la primaria, secundaria y bachillerato los conocimientos se acumulaban sin orden, sin jerarquías, ni prioridades, solo los necesarios para presentar los exámenes, para después pasar a formar parte del archivo muerto de su memoria.
No formaron parte de ella los ritmos que requieren el estudio, las tareas, los trabajos, sobre todo las participaciones, ya que estas últimas amplían el esquema de la comprensión, y se adquiere una gran capacidad de adquisición y retención.
A esto es lo que se llama teoría de la capacidad (Banyard, 1995: 29)
Al quedar bloqueada la atención, sin información que procesar, no se percataba de su higiene, de su alimentación, de su persona, con un pelo sin vida, una piel áspera, unos ojos sin brillo, de cómo pasaban las horas, de cómo pasaba su vida.
Vivir así, con un gran vacío en la mente, crea un gran vacío existencial.
Provocó en ella una sensación de falta de control sobre su ánimo, le hacía experimentar un malestar general, causando depresión, con un sentimiento constante de inutilidad, fatiga crónica, pérdida de interés por el mundo y falta de esperanza en el futuro, que al establecerse poco a poco se quedaron de manera permanente, afectando de manera negativa la funcionalidad de Eliza.
Al ingresar a la licenciatura, ella fue medicada con ritalina, pero la subjetividad de esta joven, a través de una gran disciplina en el ejercicio físico, bases afectivas firmes en casa y fuerza de voluntad, hizo que no tomara el tratamiento farmacológico, porque se permitió ponerse a prueba sin fármacos.
Esta integración le permitió reconocer, identificar y dar sentido a lo percibido.
Es necesario que tengamos un tiempo para observar cómo están comportándose nuestros hijos, la edad es importante claro, cuanto antes mejor, pero ya vimos el caso de Eliza que fue hasta la licenciatura donde inicio un proceso de reconstrucción.
La importancia de los procesos es tan relevante, porque hablamos del futuro de nuestras vidas, de nuestros logros y éxitos o de nuestros fracasos y desinterés.
Reaccionar ante los compromisos que nos fijamos, nos permiten accionar diariamente nuestra atención, memoria, y percepción.
No es fácil, tenemos a lo largo de la vida desajustes, pero estos procesos están adecuados a cada ser humano, para que este decida que quiere hacer con ellos.
Psicóloga Eréndira Edgar Vargas
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