Economía en sentido contrario: Banamex
Sin soltar la taza con delicioso café, aún con la piel húmeda, no dejaba de pensar en su sueño.
Quería darle un adjetivo que coincidiera con la voz popular de la magia de la comunicación en tiempo real pero, se estremecía desde la raíz de los cabellos más altos en su cabeza hasta la uña más larga en sus deformes dedos en los pies.
Cómo resolver ese problema que en su sueño quedó planteado. No ir a trabajar, en esas condiciones de miedo le significaba una causa real, un gran descuento para sus finanzas ya débiles, la crisis de la volatilidad del peso también era ya causa de sus problemas financieros y en ese momento deseó ser peso.
Grave error: su terror aumentó.
El miedo aumentó y el paso de los minutos llenó de angustia su incómoda situación.
Dejaba de pensar en el sueño o no le daría tiempo de llegar a checar a su trabajo. Decidió sin convencerse en apresurar sus actividades para acudir a su trabajo.
Sin entrar a la regadera cogió la ropa más cercana, de las que hoy no requieren el molesto y cansado uso de la plancha, se enfundó y con zapatos tenis corrió a la parada del autobús que a esa hora transitaba lento y abarrotado de pasajeros y ya no le permitía sino ir arriesgando la vida, fuertemente sujetado a las ventanas del camión.
En la situación de ir cual bandera, recordó que la mochila se le había quedado en su cuarto y la merienda del día por consecuencia.
Al fin llegó a su destino, agotado por la forma de su traslado y cargando la angustia de su sueño; sin embargo, el esfuerzo fue inutíl los quince minutos de tolerancia para el retraso habían concluido, checar en esas condiciones y hacerse presente, le significaba un largo trámite para justificar la demora excesiva y nada le garantizaba ser beneficiado con el pago del salario de ese día.
Por tanto decidió tomarse el día.
Volver a su domicilio fue lo primero que se le ocurrió, pretensión desechada; en la mochila, sus llaves, la billetera y el refrigerio preparado un día antes se quedaron dentro de su cuarto.
Sin darse cuenta a dónde se dirigía, caminó.
El paso del tiempo empezaba a provocarle un apetito voraz y ya su pensamiento no era claro.
En ese momento recordó que su teléfono móvil se había quedado conectado a la toma de corriente pues, el horror a consecuencia del sueño, le hizo olvidar hasta su amado equipo de comunicación.
Día sufrido a consecuencia de un sueño, el que ahora intentaba reconstruir paso a paso, pero por más que lo intentaba no lo lograba.
Todo lo acontecido fue a causa de ese terrible sueño, que ahora ni siquiera podía reconstruir.
Se sentó en la banca de un parque que identificó, ya cerca de su domicilio. Se acomodó el cabello, levantó la cara al cielo azul del soleado día, admiró la naturaleza que mostraba ese escaso lugar con árboles y flores, una ardilla distrajo su atención respiró hondo, muy hondo hasta que los pulmones le dolieron y se dijo ¡éste es mi sueño!
La vida misma, como es y no el miedo a la báscula que me provocó el sueño.