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Toma y daca de la relación México-Estados Unidos
Como parte de la segunda generación de los libros de texto gratuitos fui ideologizado, aleccionado y mediatizado en una versión oficial chata, maniquea y de profunda exaltación de lo que conocemos en ciencias sociales como el nacionalismo revolucionario que permitió aun hasta en la actualidad, la formación de un síndrome que algunos llamamos el del masiosare, que ha permeado y prevalecido como sostén y candado de los dos partidos políticos casi únicos que han dirigido los destinos de México por más de cien años en que sus fechorías, masacres, corruptelas, nepotismo, “dictaduras perfectas” y asomos cada vez más peligrosos de fascismos, se han pertrechado creando cadalsos, calificativos, señalamientos y persecuciones al tenor de llamar a losque no lo profesan o tienen posiciones distintas, traidores a la patria. En esa historia hechiza que ahora mismo se sigue transmitiendo en los libros de texto gratuitos con el plus de una exaltación casi patológica del pasado “indígena”, cobra fuerza e intensidad la corriente que como fantasma apocalíptico recorre el mundo los mismo en Turquía que en Siria, que en Bolivia y para documentar nuestro pesimismo aquí mismo en nuestra nación nacida de un mito imperial impuesto de la nación del águila sobre un nopal devorando a una serpiente.
Qué decir de verdaderos cuentos, seudo mitos, inventos, relatos francamente ilusorios como el de los inexistentes “niños héroes” que en un afán de hacerlo válido simularon catalogar a un montón de huesos encontrados en una supuesta columna catalogada como “patria” que en verdad eran los de aquellos adolescentes que hasta en estampitas de a veinte centavos el sobre mi generación se esmeraba por obtener la del niño héroe del gran mito llamado Juan Escutia, de supuestos apotegmas como el de “va mi espada en prenda voy por ella” o el demencial relato en el libro de texto de educación primaria en que se cuentea a los educandos que Benito Juárez se quedó dormido en una parte de la laguna de Guelatao tocando la flauta, sin que sea albur histórico chafa, a sus borreguitos, que al desprenderse lo trajo a la misma capital Oaxaqueña: ¡Hágame usted el refravón cabor! Lo terrible no es que esto alimentó y alimente todavía a no pocos mexicanos sino que además de ser la bandera ideológica y represiva de los últimos gobernantes, sirve para afianzar y tratar de perpetuar la unilateralidad, una sola forma de ver a México, lo dictatorial y como sostengo una vez más, el asomo cada vez más definido de un neofascismo, encubierto en una suplantación burda y aviesa de una supuesta izquierda que está nutrida y cada vez más empoderada ralea de personas y entes saltimbanques que son de los más corrompido y dañino de lo que tanto critican los del nuevo partido único como enemigo de su movimiento: el PRIAN.
En esta seudo historia hechiza aun bastante vigente en nuestros días, escucho, leo y me entero que se celebra un homenaje de Estado al llamado último Tlatoani del cruel, despiadado y expoliador imperio azteca que tuvo bajo su despótico dominio a los Pueblos y Comunidades que habitaban los territorios que iban desde el río Pánuco hasta la misma Nicaragua en Centroamérica con tributos, impuestos, apropiación, robo y violación de sus mujeres, sacrificios humanos disfrazados en episodios crueles e inhumanos como las inventadas guerras floridas cuando no tenían donde y a quién hacer la guerra. Más de cien pueblos y miles de comunidades originarias fueron sojuzgadas durante años en que el imperio azteca también se apropió de la historia, el conocimiento, las tradiciones y hasta de las deidades de los habitantes del altiplano de lo que hoy es México iniciando el invento de una historia hechiza y maniquea como la que hoy nos imponen en los sistemas educativos oficiales y que el grupo en el poder entroniza cotidianamente.
El homenaje de Estado de marras en que se anunció como en los filmes del inefable Juan Orol que en la publicidad de uno de ellos llamado jocosamente hippis contra charros se anotaba “ y en el papel de los hippis, cien auténticos hippis”, que participan 2000 indígenas originarios, además de milicos de alto rango, así como el gabinete actual en pleno que no se si obviaron o tuvieron un poco de recato de anunciar también que vestidos ad hoc de la ocasión de tal manera que pudiéramos ver a uno que otro miembro del gobierno ataviados de aztecas, porque el militar que personifica al homenajeado estará ataviado de otro de los inventos de esta historia como matachín. El último emperador azteca fue hijo de la realeza, estudió en la escuela exclusiva de la nobleza mexica y más de 100 mil guerreros de los pueblos enemigos, sojuzgados y oprimidos fueron los que junto a 800 peninsulares acabaron con el yugo azteca: ¡A este paso en cien años podrán ver nuestros descendientes un homenaje de estado a Trump!
*El emperador malo en Náhuatl
Gerardo Garfias Ruiz