Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de mayo de 2018.- El triunfo de Nicolás Maduro en Venezuela, es una mala noticia para las aspiraciones de victoria del dueño de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
La razón es muy sencilla: en las elecciones abiertas de las naciones, lleva mano el candidato que apoya el gobierno en turno.
Quizá por eso cada día que pasa en campaña, el neopriísta José Antonio Meade Kuribreña, se nota más confiado en sus apariciones en público, sabedor de que tiene el apoyo casi incondicional que el primer priísta del país le ha dado.
Si a eso se agrega que Meade Kuribreña ya aprendió a adoptar poses de candidato sin compromisos y hasta en momentos se deslinda de los gobiernos priístas que tanto detesta la ciudadanía, encontramos que va sumando simpatías por todos lados.
Es que resulta innegable que José Antonio Meade es el único de los tres candidatos principales de la contienda presidencial que mejor preparación y conocimientos tiene para gobernar el país, cambiando lo que se tenga que cambiar para acabar con la impunidad, la corrupción, la inseguridad, el desempleo, los bajos salarios y la desigualdad.
Es obvio que ese cambio tendrá que ser paulatino, pues no existen recetas mágicas que hagan que con la sola llegada de un personaje, se acaben los problemas.
Pero volviendo al triunfo que permitirá a Nicolás Maduro seguir gobernando Venezuela hasta el año 2024, fue posible porque el sucesor de Chávez, tenía en sus manos el aparato gubernamental y lo utilizó para superar a sus oponentes que lo único que tenían para competir era el coraje de una minoría de inconformes por las condiciones tan precarias en que vive un sector de la población.
El factor principal del triunfo de Maduro en Venezuela, fue que solamente acudieron a votar el 48 por ciento de los venezolanos inscritos en el padrón electoral, dejando en ese 52 por ciento de votantes la posibilidad de evitar la reelección.
Y es que en México existe un padrón de 85 millones de electores, algunos analistas calculan que el 1 de julio votarán unos 60 millones, por lo que bastará con que un candidato consiga unos 21 millones de votos para ganar.
Precisamente los priistas están preparando su estructura y para lograr que “haiga sido como haiga sido”, Meade Kuribreña tenga esos 21 millones de votos.
Hoy los venezolanos que militan en la oposición el gobierno de Nicolás Maduro, gritan que hubo fraude, que las elecciones estuvieron amañadas y que no aceptaran los resultados y claman porque las naciones democráticas condenen el proceso y desconozcan al gobierno, pero nada va a cambiar el resultado.
El pulso.- Por cierto, fue tan claro el avance que logro José Antonio Meade en el segundo debate de los presidenciables, que hasta las encuestadoras que insisten en colocar al Peje López Obrador como el seguro ganador de la elección, tuvieron que guardar silencio, pues todos los que hicieron sondeo al término del debate, coincidieron en que de calle fue el protagonista principal del show montado por el Instituto Nacional Electoral. Habrá que ver si este “triunfo” se traduce en manifestaciones de conquista de los millones de votantes indecisos.
* Lo cierto es que fue López Obrador el que más mal se vio, pues no contestó a los cuestionamientos de los incisivos conductores. Tal parece que el no haberse preparado para el debate, cobró la factura a López Robador, pues se pasó el tiempo haciendo chistes y repitiendo que acabando con la corrupción se van a resolver todos los problemas del país.
Las propuestas de solución que llevaban bien preparadas José Antonio Meade y Ricardo Anaya, los hicieron destacar y mostrar que están preparados para un eventual triunfo.
Del Bronco, Jaime Rodríguez, solo habría que decir que lo mejor que le podría pasar es que deje la contienda y se regrese a Monterrey para recuperar el gobierno de Nuevo León.