Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 7 de mayo de 2019.- Al mencionar nuestro sistema laico en un acto ceremonial de beatificación el pasado 4 de mayo, la iglesia católica violó en flagrancia la norma fundamental del país.
El laicismo es un sistema jurídico que se aplica en México a partir de la Constitución Mexicana y que debe tener pleno respeto de todos los habitantes. Consiste simple y llanamente en separar las actividades del Estado, de las de las iglesias o sea de las creencias religiosas.
El estado es una estructura formal y los credos posturas personales a partir de dioses que pueden ser o no reconocidos por una iglesia determinada. La iglesia católica coronó a una mujer Concepción Cabrera de Armida el pasado 4 de mayo, como la primera laica mexicana convertida en beata, a partir de un llamado acto de intercesión – de interceder – de una persona muerta hace 82 años.
Llamó la atención desde hace semanas, que la iglesia mencionada insistiera en el carácter laico de la seleccionada -y avalada por el papa Francisco-, sin que el calificativo viniera a cuento ¿Por qué insistir en que la ahora beata Cabrera de Armida era laica?, ¿que se pretende con esos subrayados tan insistentes de la institución religiosa e igualmente recalcados por los medios? ¿se quieren hermanar desde el clero las dos posturas para cavar puentes religiosos y se plantea un acercamiento católico a un estado gobernado por un titular que es creyente?
INTROMISIÓN DEL VATICANO EN LA VIDA DEL PAÍS SIN QUE SE PONGA FRENO
En forma permanente el Vaticano se entromete en la vida de los mexicanos y su último affaire fue sin duda tomar el laicismo como bandera para beatificar a una mujer mexicana que según esa creencia, hizo un milagro.
Mujer de clase alta, viuda con 9 hijos, elegante, de buen ver, que a lo mejor practicaba la caridad desde sus posesiones hacendarias, la nueva beata no parece llenar la definición de laica que le ha adjudicado la iglesia católica.
Nunca fue religiosa , dice su biografía aunque tenía un amor especial a la eucaristía y se han reunido 60 volúmenes de los escritos sobre sus obras, concepciones y visiones, todas sobre su dios y la religión. Promovía la religión y daba clases. Un contrasentido de un ser laico. Fue, pues, una promotora religiosa como seglar y desde hace décadas su imagen se promueve sobre todo en su natal San Luis Potosí.
Es uno de los lazos externos de la fe católica. Se mencionan entre sus méritos, indudablemente religiosos, la creación de Misioneros del Espíritu Santo en 1914 y de las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón, dentro de las cuales profesó una de sus hijas, mientras otro de ellos se convertía en sacerdote jesuita.
El milagro por intercesión se da a partir del uso de una estampa de la mencionada señora, que le fue dada al beneficiario del único milagro que se le atribuye a la nueva beata, un señor regiomontano llamado Jorge Treviño -apellido muy conocido en la clase alta de Nuevo León- quien padecía una parálisis al parecer incurable. El hombre sanó. Eso sucedió el 22 de marzo de 2008.
La imagen impresa de Cabrera como una persona con dotes, ya habla de una promoción permanente de su figura, dentro del ámbito de las creencias y fuera, como ente milagroso. Doña Concha había nacido el 8 de diciembre de 1862 -día de la sagrada Concepción según la fe católica- y murió el 3 de marzo de 1937. Una de sus frases que son promovidas es: “Jesús salvador de los hombres, ¡sálvalos!”. El laicismo no se ve por ningún lado y solo se usa con fines propagandísticos.
UN CADERNAL DEL PAPA, 80 OBISPOS Y CARDENALES A LA FIESTA POR LA BEATA
No se puede negar que la iglesia católica sabe sacar partido a sus campañas. A la beatificación en la Basílica de Santa María de Guadalupe estuvo el enviado papal Ángelo Becocci, 80 obispos y cardenales y toda una pléyade vestida a la usanza ceremonial, gorros, largas batas, colores según el rango.
De hecho lo que se iba a celebrar a partir de enseñorear a a una mujer mexicana, era el fenómeno de la intercesión, surgida según esos cánones del siglo 19 cuando se pidió la intercesión de un antiguo santo para terminar una epidemia de cólera. Pero si se revisa el libro bíblico de Ezequiel, ya se menciona como un vallado, un muro de protección – no como el de Trump- y un freno en el camino. Es el acto de obtener un milagro a partir de otro y los cristianos ponen en primer lugar el acto de Cristo de entregar su vida por los demás. Este método es común en medicina, en arquitectura, en muchas disciplinas de las que se usa en realidad, el conocimiento de antaño o actual, que puede resolver un problema. No hay misterio en eso.
La iglesia católica lo tiene inscrito en su Compendio del Catecismo y se basa en el dogma fundado en la Comunión de los Santos, según sus propios escritos.
En México esa situación suele aplicarse en la política de una manera menos sagrada, mediante los compadrazgos y padrinazgos. Lo que no queda claro y vuelvo a preguntar, ¿por qué usó la iglesia católica el laicismo elevado en el artículo Tercero de la Constitución, en un acto religioso que prefigura la adoración futura de una mujer y cuyo reconocimiento puede ser válido?