Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de mayo de 2018.- La queja general y extendida desde hace algunos años es que no tenemos buenos políticos, y ahora que nos sale uno bueno como aspirante a la presidencia de la República, resulta que vamos a elegir al malo.
“México se va a suicidar” si vota por López Obrador, dijo Mario Vargas Llosa y no le falta razón. Tal vez sería explicable una mala decisión si en la boleta tuviéramos únicamente a obscuros, ambiciosos y mediocres. Pero no es el caso.
Tenemos a un aspirante presidencial claramente superior a sus contendientes casi en el rubro que le pongan. López Obrador, sin embargo, lo supera como candidato atractivo porque lleva trece años en campaña y ha construido un liderazgo social genuino.
Pero como hemos escrito en este espacio, no vamos a elegir candidato, sino presidente.
Meade sería un buen presidente de México. Así lo admiten hasta sus adversarios.
¿Qué vamos a hacer el 1 de julio? Hay tiempo para pensarlo y decidir.
No podemos soslayar que estamos ante un dilema ético con las próximas generaciones.
Decir que no vamos a votar por Meade para “castigar al PRI”, es castigarnos nosotros mismos. Un suicidio.
Aducir que no vamos a votar por Meade porque es una forma de reprobar al presidente, es una insensatez: Peña Nieto ya se va, con sus errores y aciertos, y no volveremos a saber de él.
Nosotros y las siguientes generaciones vamos a pagar las consecuencias económicas, políticas y sociales de un gobierno de López Obrador porque quisimos “castigar a Peña Nieto”.
Seis años de un presidente que oiremos mañana, tarde y noche, acusar a “la mafia del poder” de sus fracasos en la economía y enfrentamientos con las instituciones.
El jueves, en la presentación de su libro, Meade dijo que “no gobernaré al lado de la corrupción y de los intereses mezquinos, esos que privilegian el interés personal por encima del interés nacional”.
Es un deslinde más claro que el agua con las prácticas que irritan a la población. Lo tenemos en la boleta, y vamos a elegir a un costal de mañas que es López Obrador. Un suicidio.
Sí, es un suicidio elegir a un presidente populista y sin preparación para conducir al país en los complicados tiempos que vamos a vivir, por los problemas internos, más los que nos vengan del norte con Trump en la presidencia de Estados Unidos.
Para recuperar control político AMLO gobernará con Elba Esther Gordillo y la CNTE, las autodefensas armadas y los grupos radicales.
Desde luego que en sus primeros años sería un gobierno de fuerte popularidad porque va a regalar dinero y echar a andar la maquinaria del gasto público. Eso tiene un costo y la economía nos va a pasar la cuenta. Lo sabemos. Lo hemos vivido.
Con mayoría en el Congreso López Obrador va a crear la Asamblea Constitucional, en la que ya trabajan Diego Valadés y otros juristas afines a AMLO, de acuerdo con la información publicada por Jorge Fernández Menéndez.
Esa Asamblea va a estar por encima de Suprema Corte.
Viene la democracia de las asambleas, de los referéndums para resolver los conflictos entre poderes y cumplir los caprichos del presidente.
Nos encontramos en la antesala del regreso al presidente al que no se le puede discutir ni refutar porque va a echar el peso del Estado encima.
Su política económica, indefectiblemente, lleva al control de precios, a la fuga de capitales, a las expropiaciones, al control de cambios y, junto con ello, al enfrentamiento con los poderes, la polarización entre mexicanos y la demolición de las instituciones.
¿Nos vamos a meter en ese problemón?
Al lado de AMLO hay un candidato que no va a cometer locuras, es honesto y tiene capacidad para corregir lo que se ha hecho mal sin que el barco se hunda.
¿Elegimos al malo en lugar del bueno?
¿Nos vamos a suicidar?